Con este elepé se me hace claro algo curioso; escuchando canciones como «Ooh la la», «Glad and sorry», «Borstal boys» o «Cindy incidentally», comprendo que el Rock & Roll viene a ser para mí algo equiparable a lo que algunos asnos deben querer nombrar cuando rebuznan eso de “patria”. Yo soy de, pertenezco a –en cierto modo sentimental– un país imaginario del que es asimismo originaria, entre otras, la música de esa banda inmensa que fueron los Faces. La elegancia callejera, la existencial chulería, el romanticismo zoquete, la simplicidad lúcida, el hedonismo agridulce, el caderazo filosófico, todo ello tiene para mí un sentido bien reconocible. En el Ooh La La los británicos alternan el fiestón eléctrico, aguardentoso y vacilón, con la resaca que se deja lloviznar, pensativa, en los verdes prados de la campiña inglesa. Bendito sea Rod Stewart. Bendito sea Ron Wood. Bendito sea, por siempre, ese pedazo de músico llamado Ronnie Lane.