Revista Cultura y Ocio

Reseña #107: cumbres borrascosas

Publicado el 09 febrero 2018 por Alaluzdelasvelas

Reseña#107: Cumbres Borrascosas
 ¡Hola, hola, hola!  ¡VIERNES! ¡MARAVILLOSO VIERNES! ¡Qué falta me hacía, por amor de Dios! En serio, vaya semana de mierda. Y, hablando de mierdas, ¿qué mejor manera de empezar la semana que con una buena cagada de paloma? Sí, sí, amigas y amigos, un mojón de paloma en toda la mano antes de subir al autobús. No me digáis que no es maravilloso. Después de eso, la cosa sólo podía ir a peor. ¡Pero hay una cosa buena! ¡Hoy! Sí, sí, los viernes son la leche.  Después de enrollarme cuál persiana insufrible – en serio, no sé por qué siempre os acabo contando mis idas de olla –, pasamos con la entrada. Una reseña, sí, sí. Como os comenté en el wrap up del mes de enero – que podéis ver haciendo clic aquí –, leí Cumbres borrascosas con tres personitas más. Omaira, del blog Entre la lectura y el cine; Laura, del blog Paseando entre páginas; y Patt, del blog Deja Volar tu Imaginación (Devoim). Creo que ya os he hablado alguna vez de todas ellas pero, por si a caso, os vuelvo a pedir que echéis un vistazo a sus blogs. Seguro que no os arrepentís.  ¡Último apunte antes de entrar en materia! La reseña de Omaira la podéis leyendo haciendo clic aquí. A medida que las entradas estén disponibles iré actualizando la entrada.  ¡Ahora sí que sí! ¡Dentro reseña!
Ficha técnica
RESEÑA #107: CUMBRES BORRASCOSAS
Título:Cumbres borrascosas
Autora:Emily Brontë
Editorial:Alianza Editorial
Número de páginas: 248
ISBN:9788491048978
Precio: 12,95€Sinopsis
 La poderosa y hosca figura del atormentado Heathcliff domina Cumbres Borrascosas, novela apasionada y tempestuosa cuya sensibilidad se adelantó a su tiempo. Los brumosos y sombríos páramos de Yorkshire son el singular escenario donde se desarrolla con fuerza arrebatadora esta historia de venganza y odio, de pasiones desatadas y amores desesperados que van más allá de la muerte y que hacen de ella una de las obras más singulares y atractivas de todos los tiempos.Mi opinión
 Se ha hablado mucho de las hermanas Brontë, tanto que yo me sentía terriblemente culpable. Culpable, porque hacía mucho tiempo que quería darles una oportunidad. No mentiré, mi intención no era empezar precisamente con éste – los motivos son, básicamente, que Jane Eyre es una de esos grandes “must read”.
 La familia Earshaw es rica. Eso es una realidad. Gente de pasta, gente feliz que vive en Cumbres Borrascosas, un gran caserón en la zona de los pantanos. Hasta aquí, todo correcto. Perfectamente normal, ¿sí? Bueno, un día el señor Earshaw se va a Liverpool. Un viaje de negocios, por lo visto. El caso es que, cuando vuelve, lo hace acompañado de un niño huérfano. El pequeño Heathciff.  Como soy un poco cabrona – no digáis “no, Carme, eres genial”, que ya sabéis que la verdad siempre por delante –, vamos a hacer un retroceso antes de entrar en el meollo del asunto. El libro no empieza como os he contado. Empieza con un hombre que decide alquilar La Granja de los Tordos a su dueño, Heathcliff. Sí, sí, cómo lo leéis. ¿Y esto a santo de qué? Bueno, digamos que la historia está narrada por una persona que, sencillamente, lo ve todo.
 Elena o Helen – al parecer, depende de la traducción tenemos unos nombres u otros – es el ama de llaves que nos cuenta toda la historia. Su nuevo señor, el hombre que se instala en La Granja de los Tordos y tiene la desgracia de respirar el mismo oxígeno que Heathcliff; sufre algo así como una hipotermia y debe permanecer en cama unos días. Días que nuestra querida Elena aprovecha para contar la vida de Heathcliff desde que lo conoció. La historia empieza con un salto a la infancia del pequeño demonio que es el nuevo señor de Cumbres Borrascosas y La Granja de los Tordos. Un niño huérfano que llega a casa de la familia bajo la mano amable del señor Eranshaw. Un niño que sufre verdaderas vejaciones a manos del mayor de los hermanos y la propia criada. Un niño que entabla una curiosa amistad con Catalina Earnshaw – o, si tenéis otra traducción, Catherine Earnshaw.  Os lo voy a decir (escribir) desde ya, para que no haya ni una sola confusión: odio a Heathcliff. Me parece un cabronazo de aúpa, para que nos entendamos. Un tío que se toma la venganza por su mano y se pasa unos cuántos miles de pueblos con todo ser humano que cometa el error de entrar en su campo de visión. ¿He sido lo suficientemente clara? Os digo, además, que tampoco soporté a Catalina Earnshaw. Menuda perla, amigas y amigo, menudo par de perlas.
 Una infancia dura, edulcorada con un afortunado incidente tras el cual, nuestra pequeña salvaje acaba en casa de la familia Linton. Familia compuesta por unos padres a los que no se les da demasiada importancia y sus dos hijos. Isabel – o Isabella – y Eduardo – o Edgar – Linton. ¿Veis por dónde van los tiros ya?
 Como toque final os diré que Eduardo se encapricha de Catalina. Os diré, también, que Heathcliff no encaja bien las derrotas y que, cuando la gente va muriendo, nuestro pequeño demonio empieza el intrincado camino de la venganza. Ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler

 El libro me ha gustado. Eso es verdad. Me ha gustado porque me parece una ida de olla magistral, un cuento macabro, con un malo malísimoque se gana todo el desprecio de la persona que tiene el libro en sus manos; y es que Heathcliff, el hombre del que tanto se ha hablado, es tan jodidamente insoportable, tan tremendamente cruel, que no caben las palabras amables. Un cerdo. Eso es. Un cerdo que renace de entre las cenizas, convirtiéndose, a golpe de jugada maestra – y golpes que no son sólo metafóricos – en el dueño y señor de todo. De todo.  Como estoy siendo un poco caótica en mis explicaciones, haré un pequeño alto. La narradora. Punto importante de una novela, ¿no creéis? En este libro, aunque al principio no resulta molesto, Elena es un gran fallo. Ella intuye lo que pasa cuando no está delante, pero realmente nadie puede corroborar esa información. Es algo así como la típica vecina cotilla que, con una sonrisa socarrona, te va contando las idas y venidas de personas que conoces. Hubiera preferido un narrado omnisciente, o un turno de narración entre los cuatro protagonistas reales del libro: las dos Catalinas – o Catherines –, Heathcliff y Hareton.
 Dado que el libro es bastante largo y cuenta demasiadas historias – muchas más de las que parece a simple vista –, sería conveniente explicar que, justo en la mitad de la novela, pasa algo que a mí me dejó flipando un buen rato. Tal fue mi indignación que solté el libro y empecé a despotricar como si no hubiera un mañana. Un giro tan bestia, tan sumamente fuerte, que no da tiempo a procesarlo, mientras una sola pregunta flota en el aire: ¿ahora qué?”.
 Me gustó mucho más la segunda mitad del libro. Esos momentos en los que Heathcliff se comportaba como lo que era, esos en los que la pequeña Catalina iba creciendo, esos en los que Hareton termina por ser un chico encantador. Ay, Hareton, la de disgustos que le cuesta su felicidad. Algo que me ha maravillado de la novela es ese halo casi mágico que Emily Brontë imprime a la ambientación. Esas historias de fantasmas atormentados, esos rumores, esas “visiones”. Una delicia. Palabrita.
 No quiero contaros mucho más, porque os destriparía el libro entero y tampoco es plan; pero sí que os diré que el final me dejó con una sonrisa en los labios. No es tanto el hecho de que al final el desgraciado que protagoniza de forma indiscutible la novela tenga lo que merece, sino ver cómo la autora, pese a sus sombras, sus paisajes casi salvajes, adustos; nos muestra un rayo de luz. Uno que brilla tanto que hace que cada palabra merezca la pena.
Con todo, Cumbres borrascosas es una novela que he disfrutado mucho. Las páginas pasan volando y, si bien es cierto que tiene sus fallos, como lo es la propia narradora; es indiscutible que la historia de ese lugar tan truculento se queda en el corazón cuando cierras el libro.
Nota: 4/5

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