Revista Cultura y Ocio

Reseña #110: el informe de brodeck

Publicado el 02 marzo 2018 por Alaluzdelasvelas

Ya estamos en marzo. ¿Qué tal fue febrero? ¿Leísteis mucho? ¿Cayó alguna novela romántica por el famoso día de San Valentín? Sé que hoy tocaba un Wrap Up, pero no podía esperar más para hablaros de un libro que he adorado. No os digo nada más, entro reseña!

RESEÑA #110: EL INFORME DE BRODECK

Galardonada con el prestigioso premio Goncourt des Lycéens 2007 e instalada en las listas de libros más vendidos desde su publicación, esta última novela de Philippe Claudel continúa la senda iniciada en Almas grises: la investigación de los claroscuros del alma humana.

Apenas ha transcurrido un año desde el final de la guerra cuando una muerte rompe la tranquilidad de un pequeño pueblo perdido en las montañas. El único extranjero del lugar, a quien llaman Der Anderer -el Otro, en alemán-, ha sido asesinado y todos los hombres de la localidad se confiesan autores del crimen. Todos menos Brodeck, quien recibe el encargo de redactar un informe sobre lo sucedido "para que quienes lo lean puedan comprender y perdonar". Considerado actualmente uno de los mejores novelistas franceses de su generación, Philippe Claudel renueva su exploración de los recodos más sombríos del ser humano y sus complejos mecanismos. Los escasos detalles sobre el lugar y el tiempo de la acción, el pausado relato del narrador y su peculiar voz, al límite de la ingenuidad, otorgan a la novela la dimensión de una parábola de enorme eficacia e intensidad, a la vez sombría y llena de esperanza.

Hacía tiempo que no leía nada que tuviera que ver con la Segunda Guerra Mundial, nada que me hiciera volver a encontrarme con las atrocidades que se hicieron y que no deben quedar nunca en olvido. La ignorancia no nos hace libres, nos esclaviza. La verdad, la jodida y putrefacta verdad es lo único que puede conseguir que no cometamos los mismos errores. Dicho esto, debo confesar que no me hubiera planteado nunca leer esta novela, de no ser porque adoré La nieta del señor Linh, libro del mismo autor en que sólo os hablaré en el Wrap Up - tiene poco más de cien página y yo no soy amiga de destrozarle los libros a nadie.

Philippe Claudel no escribe libros "al uso". Él no nos da una premisa y sigue de forma lineal una historia, no. Lo que este señor hace, lo que este maravilloso autor nos regala, son historias descorazonadoras, sin florituras, con aura no sólo gris, sino también opresiva. Aborda temas duros. Temas tan duros como el Holocausto, para el caso. ¿Y cómo lo hace? Sin poesía. En la guerra no cabe la poesía, no caben las palabras amables. En la jodida guerra que él nos cuenta, esa que se llevó por delante a millones de personas por unos ideales estúpidos hasta lo imposible, lo único que hay es lo que Brodeck llama "cadáveres humanos".

Quiero hablaros del libro pero, al mismo tiempo, no quiero hacerlo. Me explico. Mi madre leyó el libro antes que yo, una señora que se empapa de novelas bastante gores a veces pero que, joder, me recomendó un novelón. El problema es que ella no me contó nada. Absolutamente nada. Sólo dijo " léelo y lo comentamos ". Y yo le hice caso. Ahora bien, a lo mejor con esa técnica no consigo convenceros, por eso voy a daros algunos datos. Muy poquitos, palabrita.

La gran incógnita del libro es Der Anderer, El Otro en el dialecto que ellos hablan, un hombre que un día llegó con su yegua, la Señorita Julia; y su asno, el Señor Sócrates; para quedarse largo tiempo.

Algo pasa. Algo muy fuerte. Los lugareños ponen a Brodeck entre la espada y la pared. Debe escribir un informe, uno que haga que "todo el mundo entienda lo que pasó".

Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler

Os hablaba de los asquerosos habitantes del pueblo. Vaya tela. No se salva ni uno. ¡Ni uno! Gentuza, eso son. Gentuza que vende a Brodeck porque, total, ¿qué más da si se lo llevan y no vuelve? Asqueroso. Repugnante. He hablado infinidad de veces del asco que me da la cobardía. Aquí se reafirma mi teoría. Podían haber cerrado la boca, haber aguantado el tirón, haber plantado cara a esa panda de desgraciados. ¿Y qué hacen? Se callan, dan un nombre y "adiós, muy buenas, Brodeck".

Curiosamente, el libro no tiene por objetivo que sintamos pena. La sentimos, claro, pero busca otras cosas. Busca la verdad, la que Brodeck va desmenuzando poco a poco, dándose cuenta de que, en realidad, no había nadie de su parte en lo que él consideraba su casa.

El final me pareció desgarrador. Desgarrador y esperanzador. Digo esto último porque el autor nos deja un pequeño rayito de sol, uno que brilla poco, pero ilumina el camino gris por el que nuestro protagonista nos lleva durante toda la novela. Sinceramente, no sé qué más deciros para que leáis el libro. Es perfecto.

Con todo, El informe de Brodeck es una historia descorazonada, gris, cargada de historias tristes, historias que le rompen a una el corazón. Philippe Claudel habla con maestría sobre un hecho atroz. Leedlo.

Los nombres son muy extraños. A veces los repites constantemente y no sabes nada sobre ellos. En el fondo, son un poco como la gente, como esas personas con quienes nos cruzamos durante años pero a las que no conocemos, hasta que un día se nos muestran como jamás las habíamos imaginado.

Hay cosas peores que el olor a mierda. Hay cosas que no huelen a nada, pero corrompen los sentidos, el corazón y el alma con mucha más facilidad que los excrementos.

El crepúsculo es una hora curiosa. Las calles se vacían, y la penumbra las cubre de un gris frío y transforma las casa en extrañas siluetas vagamente amenazadoras. Es sorprendente el poder que tiene la noche para cambiar las cosas más corrientes y las caras más conocidas. Aunque a veces no las transforma sino que las revela, como si al cubrir de oscuridad paisajes y seres hiciera emerger su auténtica naturaleza.

-Cuando veo un pájaro muerto y lo cojo - me dijo -, los ojos se me llenan de lágrimas. No puedo evitarlo. Nada puede justificar la muerte de un pájaro. Pero si mi padre reventara ahora mismo, aquí, a mi lado, le juro que me pondría a bailar alrededor de la mesa y lo invitaría a usted a una copa. ¡Palabra!

* Un niño de su padre maltratador.

Seguramente no sabía que cuando se abandona el Infierno nunca hay que volver la vista atrás. Pero, en el fondo, morir por ignorancia o morir bajo miles de pisadas de hombres que han recuperado la libertad viene a ser lo mismo. Cierras los ojos y luego ya no hay nada. La muerte no es exigente. No pide ni héroes ni esclavos. Se come lo que le den.

[...] Los hombres son extraños. Cometen las peores acciones sin formularse demasiadas preguntas, pero luego no pueden vivir con el recuerdo de lo hecho. Necesitan desahogarse. Así que vienen a verme, porque saben que soy el único que puede aliviarlos, y me lo cuentan todo. Soy su cloaca, Brodeck. No soy el sacerdote, soy el hombre-cloaca. El individuo en cuyo cerebro pueden verter todas las inmundicias, todo el pus, para aliviarse, para aligerarse. Y a continuación se marchan tan campantes. Como nuevos. Bien limpios. Listos para volver a empezar.

Es muy fácil lamentar las cosas después de ocurridas. No cuesta nada, y permite lavarse las manos y la memoria a la vez con mucha agua, hasta dejarlas limpias como una patena.

No creo que los sueños anuncien nada, como aseguran algunos. Pero pienso que llegan en el momento justo y, en el secreto de la noche, nos dicen lo que quizá no nos atrevemos a confesarnos a la luz del día.

El campo me enseñó esta paradoja: por muy grande que sea un hombre, nunca está a la altura de sí mismo. Es una imposibilidad inherente a nuestra naturaleza.

Pero en este mundo es mejor no tener la razón. De lo contrario, enseguida te lo hacen pagar caro.


Volver a la Portada de Logo Paperblog