Reseña #120: Reino de ladrones
¡Hola, hola, hola! Siguiendo con la tónica de subir reseñas de libros que leí en enero, hoy os traigo uno de los libros que más me ha flipado este año. Un regalito del día de Reyes que llega en junio. Ya os dije que tenía un problema de organización. La vida. Ay. Pero no me enrollo más, que tengo muchas cositas que deciros (
Ficha técnica
Título:
(Seis de cuervos 2) Reino de ladronesAutora:Leigh BardugoEditorial:HIDRANúmero de páginas: 656ISBN:9788416387595Preció libro físico: 19,00€Sinopsis Kaz Brekker y su equipo han dado un golpe tan temerario que ni siquiera ellos pensaban sobrevivir. Pero en lugar de conseguir una buena recompensa, a su regreso de la Corte de Hielo tienen que seguir luchando por sus vidas. Traicionado y debilitado, el equipo está corto de recursos, aliados y esperanza. Mientras poderosas fuerzas de todo el mundo llegan a Ketterdam para desentrañar el secreto de la peligrosa droga conocida como jurda parem, viejos rivales y nuevos enemigos emergen para desafiar el ingenio de Kaz y poner a prueba las frágiles lealtades del equipo. Una guerra se adueñará de las oscuras y tortuosas calles de la ciudad, una batalla por la venganza y la redención que decidirá el destino del mundo Grisha.Reseña de libro anterior(Seis de cuervos 1) Seis de cuervosMi opinión
-[…] Si uno de nosotros cae, caemos todos.
Ponemos fin a una bilogía maravillosa. Una de antihéroes, una de personas que luchan con uñas y dientes por vivir en sus calles, las jodidas y asquerosas calles de Ketterdam. Porque nuestro equipo no va a dejar que les pisen, no. Ellos son soldados, soldados que ya quisieran los asquerosos ejércitos que van detrás de ellos.Pero, ojo, porque la cosa está fea: Inej está desaparecida, secuestra por Jan Van Eck, mercader al que yo prefiero llamar El Cabrón Desgraciado. Sí, sí, hoy vengo fuerte pero, ay, cómo he flipado con el libro. Me gustan los libros que hablan de revoluciones, esos que hablan de tomarse la justicia por la mano porque, oídme, las injusticias que aguantan nuestros seis protagonistas no tienen nombre. Me gustan, porque hacen que te replantees muchas cosas. Para el caso, os diré que me ha hecho pensar en hasta dónde estamos dispuestas y dispuesto a llegar por defender lo que sabemos que es nuestro.
Kaz está colérico. Colérico porque El Cabrón Desgraciadotiene a su Espectro. No, no hablo de que nadie posea a nadie. Aquí son todos libres de largarse, pero las alianzas existen y, nos guste o no, Kaz no es nadie sin Inej.Porque nuestra chica suli es la araña del Barril, la reina Espectro, si lo preferís. Y yo la adoro. La adoro porque no se doblega. Por más golpes que recibe, no habla. Por más humillaciones que sufre, no traiciona a los suyos. Y cómo valoro eso, joder. Una chica con las ideas claras: Jan Van Eck es un puto bastardo, un cerdo que merece la horca. Eso y que le arranquen su patético miembro y se lo metan por el culo, muy pero que muyadentro. ¿Por qué me pongo así? No quiero adelantar nada, pero sí os voy a decir que Wylan se ha ganado todo mi respeto con Reino de ladrones. Inej no es la única que tiene problemas. Nina está, literalmente, en la mierda. La jurda paremla ha dejado en un estado tan lamentable que sufre la abstinencia día a día, jadeando, suplicando y fustigándose a sí misma por ser débil. Débil, porque la droga le quema las ideas. Débil, porque todas sus acciones van dirigidas a lograr una última dosis, una que la haga libre. Pero hay inflexiones. Lucha. Lucha con uñas y dientes por salvar no sólo a su amiga, sino también su alma. Un soldado del Segundo Ejército Grisha no va a caer por un poco de droga… ¿verdad? PERFECTO. Así es el libro. Una oda no sólo a la lucha, sino también a los pequeños milagros del día a día. Milagros en forma de personas que se salvan el culo una y otra vez. Personas que parecen los malos, que luego pasan a ser los buenos y… qué coño, son los cabrones más simpáticos sobre los que he tenido el placer de leer. Leigh Bardugo tiene una forma de hacer llegar sus libros que me encanta. Cruda, directa. Dulce, delicada. Todo y nada. Porque sus libros son eso: la lucha continua, sin florituras, sin adornos. Sin llanos. Sin funerales. Kaz tiene un plan, uno que hará que Inej vuelva al equipo. El primer eslabón, el primer ladrillo en la ardua tarea de hacer caer a la ciudad entera. Sí, nuestro Manos Sucias ya no se conforma con ver caer a Pekka, ya no tiene suficiente con vengarse de Van Eck por lo que hace a Inej. No. Él quiere que arda Ketterdam. Y va a cumplirlo.
Ahora bien, ¿cómo va a llevar a cabo su plan, si están todos echos polvo? Jesper ya no sabe qué hacer para ganarse el favor de Kaz por segunda vez, Wylan está como pez fuera del agua y nuestro fjerdanoparticular, el gran Mathias Elvar, no puede más que sufrir por el mal estado en que está Nina. Cinco personas rotas. Cinco personas que tienen la lección aprendida: si te muerden, tú muerdes más fuerte. No quiero contaros nada, porque lo genial del libro es ir viendo las cosas poco a poco; darse cuenta de que la autora juega con nosotros todo el tiempo, sin darnos tiempo a procesar cada detalle. Aquí nada sobra, tenedlo claro. Si pasa algo que os parece una estupidez, os estáis equivocando. La escala de grises es tan absurdamente grande en Reino de ladrones, que no puedo más que quitarme el sombrero ante Leigh Bardugo. Antes de que preguntéis, no, el libro no va de amor. Hay amor, sí, pero lo justo y necesario. Creo que lo que más me gusta es que haya personajes homosexuales, bisexuales y heterosexuales. ¿Y por qué? ¡Porque no se trata a nadie como alguien extraño! Todo es perfectamente normal. Todo está jodidamente normalizado en el libro. A ver si aprendemos algo y nos dejamos de gilipolleces. ¡Un último apunte antes de destriparlo todo! Soy muy dan de Jesper. De verdad que sí. Está loco. No, mejor, está como un jodido cencerro. Es temerario, irreflexivo y… maravilloso, joder. Me encanta la visceralidad del personaje, cómo pasa de flagelarse por sus errores a salvar a los que quiere sin siquiera pestañear. La valentía es el punto máximo de nuestros seis protagonista y, si bien es cierto que mis favoritos siguen siendo Kaz e Inej, el pistolero zemenise ha ganado unos cuantos puntos. Ahí os lo dejo.
Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler
He llorado. Sí, lo sé, es lamentable. He llorado por un personaje por el que no me hubiera imaginado nunca llorando. Porque sí, joder, porque duele que, después de todo lo que hacen, después de todo lo que pasa, acabe así. ¿Recordáis cuándo dije que la muerte de Fred Weasley era total y absolutamente injusta? Pues la de la persona que muere aquí, también. Algo que me gusta de estos libros es que los enemigos no son gente idiota a la que mangonear a placer. Son personas que han construido imperios diferentes e iguales a un tiempo: un mercader y un pez gordo de los bajos fondos de la ciudad. Dos asesinos de mierda, si queréis mi opinión; dos asquerosos cerdos a los que yo no tendría reparos en mandar a la horca. Dejando de lado a Pekka Rollins – que ya he hablado largo y tendido del asco que me da-, ¿nadie va a decir nada de Jan Van Eck? Un hombre que manda matar a su hijo por no poder leer. Un hombre que manda a su mujer a un hospital psiquiátrico para deshacerse de ella y poder volver a casarse. Un asqueroso cerdo. Una mierda con patas, eso esJan Van Eck. Si queréis mi opinión, tendrían que haberlo matado.
Kaz es, como en el libro anterior, la gran incógnita del libro. El monstruo que en realidad no es más que un chico que quiere justicia. Me gusta. Me gusta mucho. Todo lo que hace, cómo lo hace… su mente fría es un misterio. Eso y sus contradicciones. Me maravilla que, poco a poco, se abra a Inej, que le cuente todos sus problemas y, ¡qué cojones!, que sea capaz de cogerla de la mano. Un personaje fascinante, de verdad que sí. Wylan y Jesper me han parecido la mar de tiernos. Tenía mis dudas, no creáis, y es que no me gustaba el poco aplomo del mercaderillo al principio. Un punto en la boca me pongo después de cómo arregla los problemas. Que sea capaz de ver luz en sí mismo, afrontando sus miedos, sus inseguridades… Chapó. Chapó una y mil veces. Lo mismo para nuestro pistolero, no creáis. El Grisha Hacedor que tuvo una infancia curiosa, una que se rompió por el buen corazón de su madre. El padre de Jesper me ha parecido un amor, un señor que se mete en un movidón de tres pares de narices sin comerlo ni beberlo. Un hombre que se hunde en los tentáculos de Ketterdam y termina siendo la mecha que prende la ciudad.
Ladrillo a ladrillo. Me encanta esa expresión. Me encanta lo que engloba. Porque sí, Reino de ladrones es un libro que habla de amistad, amor, muerte… y venganza. La venganza de las personas desvalidas. La venganza de todas aquellas personas que, siendo meros pichones correteando por el Barril, aterrorizados o no; tienen que aguantar las estafas y palizas de los peces gordos. Un libro con muchas lecturas, supongo; un libro que hace que nos demos cuenta de que, con las ganas suficientes, todo es posible. Si tuviera que quedarme con una escena, con una sola escena, elegiría la última conversación entre Kaz e Inej en el Quinto Puerto. No porque sea bonita, dulce o emotiva; sino por todo lo que implica. El hecho de que nuestro Espectro quiera seguir luchando en Ketterdam, limpiando de mierda los canales de la ciudad, me parece admirable. Y es que, como dice Manos sucias:
-Ketterdam está llena de monstruos. Yo tan solo soy el que tiene los dientes más largos.
Coraje, determinación y planes. Si uno falla, se fabrica uno nuevo. Y se ensaya. Y se entrena. Porque nunca, jamás, hay que dejar de luchar. Pase lo que pase, caiga quien caiga. Si no que se lo digan a Nina, la chica que supera a la jurda parem; la chica que desarrolla unos poderes nuevos. La misma que ve caer al hombre que ha estado a su lado todo el tiempo, apoyándola, luchando codo con codo con ella. Pero no se hunde. No se rinde. Tiene un objetivo, una última meta, y va a conseguir llevarla a cabo a cualquier precio. Por favor, aplausos.
Con todo, Reino de ladroneses un cierre que supera, con creces a su predecesora. Un libro maravilloso, que rompe moldes. Un libro que habla de venganzas, de dar lecciones a gentuza que lo merece. Seis personas que se quedan contigo cuando cierras el libro. Ladrillo a ladrillo, amigas y amigos; caiga quién caiga.
Nota: 5/5
Citas
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-Voy a contarte un secreto, Hanna. Los monstruos malos de verdad nunca parecen monstruos.
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No se dijo que no tenía miedo. Hacía mucho tiempo, tras una caída grave, su padre le había explicado que sólo los estúpidos no sentían miedo. Recibimos al miedo, le había dicho. Saludamos al invitado inesperado y escuchamos lo que tiene que decirnos. Cuando llega el miedo, algo está a punto de pasar.
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-¿De verdad es tu papá tan religioso, o tan solo es una excusa para ser un miserable hijo de puta en lo relativo a los negocios?-En lo relativo a todo, en realidad.
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-Jovencito… Jesper le apuntó al pecho con la pistola.-¡Muévete!-¡Jesper! – dijo su padre.-No te preocupes, pa. La gente se apunta con las pistolas todo el tiempo en Ketterdam. Es como darse la mano.-¿De verdad? – preguntó su padre mientras el erudito se apartaba a un lado a regañadientes y los demás empujaban el pesado escritorio hasta la puerta.-Pues claro – respondió Wylan.-Por supuesto que no – dijo el erudito. Jesper les hizo un gesto para que avanzaran.-Depende del barrio. Vamos.
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-¿Sabéis cuál es el problema de Van Eck?-¿Que no tiene honor? – supuso Matthias.-¿Unas habilidades paternales horribles? – dijo Nina.-¿Que se está quedando sin pelo? – sugirió Jesper.-No – replicó Kaz –. Tiene demasiado que perder. Y nos ha dado un mapa para saber qué robar primero.
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-Kaz, prométeme que no…-Antes de que termines la frase, quiero que pienses en lo que cuesta una promesa mía y en lo que estás dispuesto a pagar por ella.
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-Siento lo de mi padre. Inej le dio un abrazo.-No somos nuestros padres – susurró.
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Era mejor que aquello. Esperar era la parte de la vida criminal que se le daba mal a tanta gente. Querían actuar, en lugar de aguardar y reunir información. Querían saber al instante sin tener que aprender. A veces, el truco para sacar lo mejor a una situación era simplemente esperar. Si no te gustaba el clima, no corrías hacia la tormenta: esperabas hasta que amainara. Encontrabas la forma de evitar mojarte.
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-Zoya decía que el miedo es como un fénix. Puedes verlo arder mil veces, pero seguirá regresando.
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-En realidad son muy entretenidas. Pero nunca he visto a un actor que sepa cómo utilizar bien su espada. – Nina soltó un resoplido de risa –. ¿Qué? – preguntó él, perplejo.-Nada. De verdad. Nada.
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-Mi madre es Ketterdam; me dio a luz en el puerto. Y mi padre es el beneficio; le honro cada día. Volved al caer la noche o no volváis. Ninguno de los dos. Necesito una banda, no un par de sentimentaloides. – Kaz le entregó a Wylan el dinero para el viaje –. Asegúrate de comprar túlos billetes. No quiero que Jesper se vaya a dar una vuelta a la Rueda de Makker.-Esa canción me suena – murmuró Jesper.-Pues apréndete una nueva.
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-Caos embotellado – se maravilló Kaz. Wylan trabajó sin cesar, transfiriendo con cuidado el ácido áurico del tarro al acero, mientras el agujero en la puerta de la caja fuerte crecía cada vez más –. Más rápido – dijo Kaz, observando su reloj.-Si se me cae una sola gota de esto, atravesará el suelo directamente hasta los invitados de mi padre.-Tómate tu tiempo.
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-Ahí es donde te equivocas – dijo Kaz –. Yo no guardo rencor. Lo acuno. Lo mimo. Le doy de comer buenos trozos de carne y lo envío a las mejores escuelas. Yo crío bien a mi rencor, Rollins.
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-¿Sabías que los suli no tenemos palabras para decir <<lo siento>>?-¿Y qué dices cuando le pisas el pie a alguien?-Yo no le piso el pie a nadie.-Ya sabes lo que quiero decir.-No decimos nada. Sabemos que no ha sido deliberado. Vivimos en habitaciones pequeñas, viajando juntos. No hay tiempo para disculparnos constantemente por existir. Pero cuando alguien hace algo mal, cuando cometemos un error, no decimos que lo sentimos. Prometemos compensarlo.-Lo haré.-Mati en sheva yelu. Esta acción no tendrá eco. Significa que no repetiremos los mismos errores, que no continuaremos haciendo daño.
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-Me voy a morir de todos modos, pa. Tan solo lo estoy haciendo despacio.
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-Puede que no camine recto – dijo Kaz –. Pero al menos no salgo corriendo de una pelea.
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-Los mercaderes son blancos perfectos – dijo Kaz –. Son ricos y son listos. Eso los hace fáciles de embaucar.-¿Por qué? – preguntó Wylan.-Los hombres ricos quiere creer que se merecen cada penique que tienen, así que se olvidan de lo que le deben a la suerte. Los hombres listos siempre están buscando agujeros. Quieren una oportunidad para cambiar el juego.-Entonces, ¿cuál es el objetivo más difícil de engañar? – inquirió Nina.-El objetivo más difícil es uno honesto – explicó Kaz –. Por suerte, de esos hay pocos.
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Y eso era lo que te acababa destruyendo: anhelar algo que jamás podrías tener.
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Cuando el mundo no te debía nada, le exigías algo de todos modos.
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