Revista Cultura y Ocio

Reseña #123: Llámame por tu nombre

Publicado el 21 julio 2018 por Alaluzdelasvelas

¡Lo sé, lo sé! Rompo mi palabra la segunda semana. Antes de que me digáis que "no os debo ninguna explicación" o "que no me preocupe", me gustaría explicame. Esta semana la he dedicado, básicamente, a hacer el vago a niveles peligrosos. Sin más. No tenía ganas de hacer nada y prácticamente he invertido todo mi tiempo en leer. Eso sí, he echado estos lares mucho de menos, ¡y espero compensar mi descuido estos días!

Aclarado esto, ¡dentro reseña!

Reseña #123: Llámame por tu nombre

Un joven estudiante americano viaja a Italia para profundizar en sus estudios de Filosofía durante un verano. El hermoso pueblo costero en el que se instala servirá de marco para narrar una historia de amor que marcará su vida y la del joven y sensible hijo adolescente de la familia que le acoge. La pequeña mansión es un refugio de belleza, cultura y armonía, donde la literatura y la amistad fraguarán una pasión que debe mantenerse oculta.

Si me pidieran que usase una sola palabra para describir el libro, elegiría "curioso". Curioso, no a nivel intelectual, ni mucho menos; curioso como eufemismo para referirme a los puntitos siniestros y a los que, aunque son tiernos, dejan a una flipando lo que viene siendo un poquito ( ). Dicho ( ) esto, ¿qué os parece si hacemos las presentaciones?

Cada año, los padres de Elio acogen a un visitante en su casa durante el verano. Suelen ser personas del ámbito académico universitario - porque el padre de nuestro protagonista es catedrático, claro - que vienen, entre otras cosas, para disfrutar de lo que vienen siendo unas vacaciones de la hostia a orillas del Mediterráneo, en la preciosa Italia. El problema es que los visitantes no suelen cuajar con Elio. A fin de cuentas, lo ven como un chaval menor de edad que es, a efectos prácticos, "el bebé de la casa". Esto cambia el día en que Oliver pone los pies en B. - un dato curioso es que el autor no nos da el nombre del pueblo en ningún momento, algo que primero choca pero que luego se acepta sin mayores problemas. . Palabrita

Oliver no es un visitante al uso. Veinticuatro años, un escritor y profesor norteamericano, con unas ganas de fiesta que no se las aguanta y un carisma que hace que todo el mundo le adore. Y aquí es donde empieza de verdad la historia. Si queréis la realidad, os diré que: Elio cae fulminado en el mismo momento que ve a Oliver . Una atracción meramente física, y es que nuestro protagonista no sabe que es bisexual, pero es innegable que el nuevo le interesa. Y mucho.

Leí el libro por lo que lo ha leído la mayoría de la gente: las buenas críticas. Buenísimas, de hecho. Libro que ha conquistado a montones de lectoras y lectores. André Aciman es, sin duda, un escritor de los que llegan. Su prosa es descarnada, directa y poética. Sí, poética, porque Elio le da una y mil vueltas a cada situación, buscando el significado oculto de actos tan efímeros como un roce de manos, un apretón en un hombro... pensamientos que hacen que quién lee la novela se vea colapsada.

El libro me ha gustado. Quiero dejar eso muy claro antes de deciros que con Elio tengo sentimientos encontrados. Así para empezar, deciros que lo suyo no me pareció sano. Esa obsesión con Oliver, esa fijación a ratos casual, a ratos enfermiza... me llevaba por la calle de la amargura. Escenas tan grotescas como la del bañador rojo - de la que no os hablaré porque, joder, a mí me dejó flipando -, a la que siguen enfados, conversaciones ficticias, sueños confusos... Una amalgama. Eso ha sido . Una amalgama de sentimientos y pensamientos, todos ellos condensados de forma sencillamente maravillosa, pero también escabrosa.

Oliver me ha gustado más. Mucho más, de hecho. Supongo que el contraste versaba sobre madurez, sobre "bagaje" o, sencillamente, sobre experiencia. Os cuento esto porque salta a la vista, desde el principio, que la atracción existe. Una más que carnal por parte de nuestro profesor.

Retomando la trama, Elio se las ve y se las desea para que Oliver le preste atención; o al menos eso es lo que él piensa. Después de mucho darle vueltas, decide poner las cartas sobre la mesa. Sincerarse, que anda que no es difícil, ¿eh? Entonces es cuando llegan las preguntas. Preguntas como... ¿hasta dónde están dispuestos a llegar nuestros chicos?, o, lo que es más importante... ¿a qué precio?

Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler

Así para empezar, deciros que el final me ha cabreado. Me explico. Muchas veces he hablado de las repercusiones que tiene obrar de forma cobarde o, lo que es aún peor, cobarde y egoísta. Esto viene a santo de que se veía venir. Y es triste. Triste e injusto. Elio, aunque tenía despuntes siniestros, comentarios que a mí me hacían cuestionarme muy seriamente hasta qué punto el pobre chico sabía lo que hacía o lo que quería, asume mucho mejor que Oliver sus sentimientos. Es triste, porque parece que empatizo mejor con los personajes que terminan por decepcionarme; pero es una realidad.

Contrariamente a lo que pueda parecer, el libro no es una crónica de sexo, engaños y grandes revelaciones. Elio, pese a acostarse con Oliver, sigue acostándose con su amiga Marzia, una chica que a mí me dio mucha pena, porque ella, joder, ella quería de verdad a Elio. Pero él, a ella, no. No, la novela no versa de sexo y aceptación de la identidad sexual, algo que a mí, la verdad, me ha dado mucha pena. El libro habla de dos personas que follan a escondidas, de dos personas que pasan un verano maravilloso en el que se descubren no sólo a sí mismos, sino a ellos mismos en los ojos del contrario. Y de golpe, el final. Uno abrupto. Un "adiós" - o un "luego", como decía nuestro profesor - al que siguen silencios y parches.

Cuando hablo ( ) de parches, no hablo ( ) sobre remedios causales, temporales. Hablo de soluciones que a corto plazo parecen las correctas, pero que son poco más que castillos en el aire. Oliver decide casarse y Elio lo acepta. Lo acepta, porque hacerlo. Lo acepta de forma tan fulminante que ni siquiera hace su propia vida. Va de cama en cama, sí; pero no construye una relación sólida con nadie. Ojo, yo esto lo respeto, siempre y cuando no quede tan absurdamente claro que el problema, en realidad, es que no puede estar con quién realmente quiere estar. Como él mismo dice, después de Oliver hay algo así como un medidor: lo que está bien o mal, pero siempre en función de cómo fue con Oliver.

Hago un alto aquí, y es que me parece muy triste que, después de lo mucho que les cuesta acercarse a nivel emocional el uno al otro, se cierren de esa manera. Oliver se convierte en lo que se espera de él, el chico que se esconde tras los "para ti todo es un juego" o "al menos tus padres te seguirían queriendo". Comentarios que hacen que pensemos la época en la que se ambienta la novela y que, joder, cabrean. Cabrean, porque lo que yo quería , lo que , era una novela que diera un bofetón al canon. Lo da, claro que lo da; viven su idilio sin un solo incidente, sin un sólo episodio que les haga sentirse mal consigo mismos por ser ellos mismos. Pero me faltó ese punto, ese toque de novela que hace que todo pueda pasar.esperaba

Tocando otros temas, creo que la novela aborda muy bien la fragilidad de la vida a través del personaje de Vimini. La niña me cayó muy simpática y, bueno, aunque no lloré su suerte, sí que me supo mal. Tres cuartos de lo mismo para el padre de Elio. Ese señor es un cielo, un hombre de mentalidad abierta, que apoya a su hijo y le pide que vuele. Es triste quedarse apalancado, apalancada. La zona de confort está muy bien, pero hay que saltársela, romper barreras y, joder, vivir. Vivir por encima de nuestras propias posibilidades antes de volver a la rutina.

Poco más que deciros. El libro es demasiado corto como para que venga yo a contároslo entero. Leedlo, conoced a Elio y a Oliver y, por favor, contadme si a vosotras y vosotros os parecieron idiotas por no arriesgar un poco más.

Con todo, es una novela de las que llegan. Con dos protagonistas diferentes, pero muy parecidos, André Aciman nos sumerge de lleno en la enrevesada mente de Elio. Dadle una oportunidad. Vale la pena.

-Quedarán muy harinosos - se quejaba.

-Mira, yo me encargo de los tomates, tú te dedicas a conducir y así seremos todos felices.

-Es que no lo entiendo. Durante todo el día los estás moviendo de un lado a otro y luego a otro - insistió - y plantaste albahaca muy cerca. Pero claro, los que habéis estado en el ejército lo sabéis absolutamente todo, por supuesto.

-Lo que tú digas - Anchise le ignoraba.

-Por supuesto que lo que yo diga. Ahora me explico por qué no te dejaron quedarte en el ejército.

-Eso es, no me dejaron quedarme.

-Ojalá hubiese tenido esa cabeza a tu edad; me habría ahorrado muchas decisiones equivocadas - dijo mi padre.

-¿Decisiones equivocadas, tú? Sinceramente, no te veo siquiera imaginándote una decisión equivocada.

-Eso es porque me ves como una figura, no como un ser humano. Peor aún: como un anciano. Pero hubo alguna que otra. Me refiero a decisiones equivocadas. Todo el mundo atraviesa un período de traviamento : cuando tomamos, por poner un ejemplo, un camino diferente en la vida, la otra . El propio Dante lo hizo. Algunos se recuperan, otros fingen hacerlo, otro nunca vuelven, algunos se rajan incluso antes de empezar y otros, por el miedo a tomar decisiones, se encuentran siguiendo un camino equivocado durante toda su vida. vida

-[...] Sin embargo, no sentir nada por miedo a sentir algo es un desperdicio.


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