Revista Cultura y Ocio

Reseña #136: Tess la de los d'Urberville

Publicado el 24 noviembre 2018 por Alaluzdelasvelas


Reseña #136:

Tess la de los d’Urberville
 ¡Hola, hola, hola!
 Hum. ¿Excusas? Creo que me voy a convertir en toda una maestra. Bien, empezando por el principio… siento no haber podido pasarme por vuestros blogs a lo largo del fin de semana pasado y esta semana. ¿Motivos? Pues los de siempre: tiempo y falta de tiempo. Valga la redundancia, sí, sí. No prometo nada, pero entre hoy y el lunes quiero intentar ponerme un poquito al día.  Problemas a parte, contadme, ¿vosotras y vosotros también estáis echando un vistazo a las películas de Harry Potter este mes? Yo muero de amor, de verdad que sí. Ais, los Weasley. Pero no vengo a hablaros de (escribiros sobre) mis personajes favoritos, no, no. Hoy vengo con un clásico. ¡Dentro reseña!
Ficha técnicaReseña #136: Tess la de los d'Urberville
Título:Tess la de los d’Urberville Autor:Thomas Hardy Traductor:Manuel Ortega y Gasset Editorial:Alianza. Colección 13/20 Número de páginas: 528 ISBN:9788420675305 Preció libro físico: 10,92€ Precio formato electrónico:3,58
Sinopsis
 Un párroco informa al Sr. Durberfield que su familia desciende de los nobles Urberville. A partir de entonces John y Joan Durberfield comienzan a hacer castillos en el aire para que su suerte cambie, gracias a esa revelación. El medio para conseguirlo es su hija Tess, a quien envían en busca de los Urberville ricos para que les ayuden.Mi opinión

 Muchas veces nos hacemos esa gran pregunta, la de “¿y realmente, siendo un clásico, va a gustarme?”. Bueno, si no os la habéis hecho, debo confesar que yo sí. Muchas veces, de hecho. Después de mis dos chascos consecutivos, Frankensteiny Un mundo feliz– este último harto terrible –, necesitaba reconciliarme un poco con “esto de los clásicos”. Me alegra deciros (escribiros) que, efectivamente, Tess la de los d’Urbervilleme ha gustado mucho.
 Thomas Hardy fue un autor de humor ácido, eso es una realidad. Eso y el hecho de que, en sus novelas, las mujeres no tengan sólo un papel pasivo. Ojo, porque en el libro hay machismo. Claro que hay machismo, teniendo en cuenta que está ambientado en la época victoriana; pero este señor nos presenta a señoras que se buscan la vida, que deciden no atarse a un hombre. Mujeres que dicen “no”. Y eso está bien, al menos hasta que conocemos a Tess y nos preguntamos, de forma irremediable, qué narices le pasa en la cabeza.
 El libro empieza de una manera… curiosa. John Duberfield está volviendo, con una borrachera del demonio, a su casa. Por el camino se encuentra con un cura que le cuenta que él, ¡nuestro borrachín!, es descendiente directo de la gran familia d’Urberville. El apellido, muy noble, cayó en desgracia, cómo tantos otros; pero eso a Sir John – manda cojones – no le importa. ¡Claro que no! ¿Quién le dice a él que no pueda adoptar el apellido y mandar a su Tess a hablar con la última rama “viva” de los d’Urberville?
 Tan gore como parece, sí. Ya no es tanto el hecho de que el hombre decida adoptar el que fue, muchísimos años atrás, su apellido legítimo, sino el cómo Tess, sin comerlo ni beberlo, debe recoger todas sus cosas para ir a entrevistarse con la señora d’Urberville, una mujer ciega que lo único que quiere es que sus gallinas sean felices. Así las cosas, nuestra protagonista conocerá a Alec d’Urberville, hijo de la señora, un chico de lo más… peculiar.  Quiero contaros muchísimas cosas, pero la mayoría son spoiler. Estoy atada de manos, lo veo claro. Ahora bien, nada me impide explicaros por qué he acabado aborreciendo a Tess. Veréis, la chica apuntaba a maneras. Me parecía una chica cabal, al menos a lo largo del primer tercio de novela. ¿El problema? Pierde el norte o, lo que es aún peor, la capacidad de decisión. Su vida se convierte en una cruzada continua, cuyo único objetivo es satisfacer al “ser querido” del momento. En esto entra desde su propia familia hasta el que ella considera el gran amor de su vida, que ya os adelanto que no es Alec d’Urbeville.  Es gracioso, porque el libro sigue un esquema. Es… como un paseo. Sí, un paseo por Inglaterra, con sus campos verdes, sus lecherías y esos cielos plomizos que siempre parecen anunciar tormenta. Un paisaje idílico en el que la truculenta vida de Tess alcanza diferentes puntos de depravación. Si queréis un adelanto, algo para abrir boca, os diré(escribiré) que después de cierto suceso, nuestra protagonista decide ir a buscar trabajo a una lechería lo suficientemente lejos de Marlott como para que nadie la conozca, pero tan cerca de las ruinas de los d’Urberville que, sinceramente, parecía un mal presagio. Os diré(escribiré), además, que allí conoce a un chico… Y entonces empieza de verdad el calvario.


 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler

 “Cuidado con las mosquitas muertas” es lo primero que viene a la cabeza cada vez que pienso en el jodido Ángel Clare. Desde el principio, el chico era demasiado perfecto, demasiado dulce, demasiado demasiado. No era trigo limpio pero, claro, ¿qué íbamos a pensar de él, después de que Tess odiase tantísimo a Alec?Dicho (escrito) esto, debo confesar que me creí su fachada. Pese a que fuera raro, pese a que se las diera de escéptico y de asceta, pese a que no dejara de ser un hombre consentido… pese a todo, parecía buena gente. Error de errores. Quiero hacer un alto en estas afrentas, ficticias, con las que Tess se vanagloria de ser una “mujer inocente engañada”. Primero odié a Alec. Os lo juro, no podía con él. No es sólo que me pareciera el típico tío gilipollas, que se cree que por tener un rabo es un semidios. No, era su seguridad, el hecho de saber que, antes o después, ella iba a caer. El problema es que, en realidad, no es malo. Quiero decir, él quiere echar un polvo y ella quiere mantenerse “pura”. Dios la libre de echar un par de polvos, porque si no se casa es una puta. En fin. Pensamientos de la época que, aunque no me gustan NADA, acepto porque estamos con “una novela de época”. Ahora bien, ¿qué hace Alec realmente? Decirle que le avise “si pasa algo”. Léase: si te quedas preñada, dímelo.  Me molestó que no lo hiciera. Me molestó muchísimo que fuera lo suficientemente estúpida como para intentar sacar adelante a un niño no sólo enfermizo, sino también desnutrido. Ya no hablemos de la cara de horror que se me quedó cuándo la tía decidió que, antes de morir, su hijo debía ser bautizado. Y lo llamó Dolor. Lo llamó Dolor, me cago en todos los putos demonios.  Pero esto no es todo. No, claro que no. Ángel Clare. Es un problema eso de ver la mierda en el ojo ajeno, pero no en el propio, ¿no creéis? Pues imaginaos, entonces, a nuestro querido Angelito juzgando a Tess, después de haberse pasado todo el jodido verano suplicándole que se case con él. Fuerte, ¿eh? Y tan fuerte. No es sólo que él se haya acostado con otras mujeres, es el hecho de que, para él, el embarazo de Tess es algo imperdonable. Horrible. El libro se convierte en un cuento oscuro a partir de este punto, y es que nuestra Tess se queda sola, aceptando el castigo que Ángel le brinda: irse a Brasil, solo, a decidir si allí la perdona… o no. Pero hay más. Los padres de Tess son unos interesados. Gentuza, si queréis mi opinión, que sólo quieren dinero. Por si todo esto fuera poco, le piden una ayuda para arreglar el tejado de la casa. Y Tess se queda prácticamente en la indigencia, teniendo que recurrir a un trabajo mal pagado al sur del país.  Me gustó muchísimo esta parte. De hecho, fue mi favorita. Siempre os cuento lo mucho que me gustan las redenciones, esos cambios de rol a lo largo de las historias, donde los buenos dejan ver cómo son en realidad y esos supuestos “malos malísimos” demuestran que, en realidad, no son más que personas. Poco o nada os puedo contar. Como sabéis, no me gusta destripar, ni siquiera en esta parte de la reseña, los finales. No, no voy a empezar ahora. ¿Queréis saber qué pasa al final con Alec, Ángel y Tess? Leed el libro. Vale muchísimo la pena, os lo aseguro.
 Seguiré leyendo a Hardy. Me gusta lo retorcido de sus historias, la forma cómo nada va bien, pese a que pudiera darse el caso si nuestro querido autor tuviera una pluma más benévola. Y, hablando de(escribiendo sobre)su prosa… qué deciros. No es para nada pesada. Todo lo contrario. Contando lo justo, es capaz de recrear escenas oscuras y, joder, eso vale muchísimo la pena.


Con todo, Tess la de los d’Urbervillees una novela muy amena, con una protagonista que, aunque no es mi favorita, tiene mucho que decir. Con un par de protagonistas masculinos que harán las delicias de las lectoras y lectores, Thomas Hardy nos mete de lleno bajo los cielos plomizos de Inglaterra. ¡Dadle una oportunidad!
Nota: 4/5

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