Revista Cultura y Ocio

Reseña #160: Dos en una torre

Publicado el 14 septiembre 2019 por Alaluzdelasvelas


Reseña
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Dos en una torre

 ¡Hola, hola, hola!

 Y ahora sí que sí, la rutina ha vuelto en todo su esplendor. Si, como yo, habéis empezado esta semana, ¿cómo os ha ido? ¡Contadme, contadme!


 Hoy traigo la reseña del libro que me regalaron por Sant Jordi o Día del Libro. Sí, sí, aquí una servidora viene tardísimo. El caso es que no conocía el libro, pero Cris, administradora de Bajo la piel de un lector, le hizo una reseña maravillosa, que podéis leer haciendo clic aquí; y, bueno, ¡tenía que leerlo! ¿Qué, empezamos? ¡Dentro reseña!


Ficha técnica

Reseña #160: Dos en una torre
Título:Dos en una torre Autor:Thomas Hardy Traductor:Miguel Ángel Pérez Pérez Editorial:Alianza Editorial / Colección 13/20 Número de páginas: 560 ISBN:9788491813569 Preció libro físico: 10,92€ (Tapa blanda) Precio libro electrónico:5,69€ (Versión Kindle)

Sinopsis Lady Constantine se aburre en su finca del suroeste de Inglaterra por la ausencia de su marido, hasta que un día, en una torre de la heredad, conoce a Swithin St. Cleeve, diez años más joven que ella, de posición social inferior, muy atractivo y estudiante de astronomía. Esa torre se convertirá en el centro de su romance secreto, pero enseguida el mundo exterior empezará a interponerse entre ellos. Dos en una torrees una arrebatadora novela de Thomas Hardy en la que las constantes de su obra (la estrechez moral de la sociedad, la desigualdad entre los sexos, la rebeldía femenina y su derecho a elegir) vuelven a estar presentes y la inmensidad del universo que Swithin recorre con su telescopio contrasta con la pequeñez y mezquindad de la vida en la tierra.Reseñas de otros libros del autor
Tess la de los d’Urberville
Mi opinión Sir Blount nunca ha sido un buen marido. Abusivo, celoso hasta lo imposible y terriblemente exigente; ha partido de caza a África, dejando a su mujer, lady Constantine en La Casa Grande. El problema es que Viviette Constantine está harta. Harta de una vida en la que no hace nada. Porque todo es aburrido, monótono. El hastío elevado a la enésima potencia sería un buen símil de cómo se siente nuestra protagonista cada día de su vida. Hasta que un día, mientras vuelve a casa en el carruaje, le pregunta al cochero qué ha sido de la torre que hay entre los campos, la misma que es propiedad suya. Cuando pase el frío podrá ir a verla si lo desea, le dice. Bueno, pues habrá que esperar. Cuando por fin acaba el invierno y las temperaturas suben en nuestra ya conocida campiña inglesa, Viviette va a la torre. La puerta, abierta; y en la parte superior un joven embelesado viendo el cielo nocturno. Conocemos así al señor St. Cleeve, de nombre Swithin, un estudiante de astronomía que no duda en explicar a la propietaria de la torre qué hace allí y por qué debería gustarle estudiar las estrellas.
 Tengo debilidad por las causas perdidas. Siempre me han gustado los personajes despistados, esos que parece que no den más de sí, cuando realmente son diamantes en bruto con mucho, ¡pero mucho!, que ofrecer.Este ha sido el caso de Swithin. Ese aire soñador, despistado, casi abstraído del mundo terrenal ha conseguido que me sienta enternecida. Y es que no hay maldad, en la pobre criatura. Tan poca que, aunque lady Constantine sea a todas luces una mujer preciosa, él sólo piensa en explicarle los misterios del cielo nocturno, las luces y sombras de ese espacio en el que todo parece parpadear.

 Sabéis, si sois asiduas y asiduos, que Hardy, junto con Dickens; es uno de mis autores favoritos de la época victoriana. Hay algo sencillamente mágico en su forma de describirnos los dramas de su tiempo. Puede que sea esa crítica mordaz rozando en lo sutil lo que convierte Dos en una torreen un libro muy avanzado a su época. Seamos realistas, sir Blount se nos presenta como lo que hoy señalaríamos como un maltratador de manual. Un hombre de mano suelta que odia que su mujer pueda llamar la atención. Así que la condena al silencio de las paredes de su casa, el mismo en el que ella se siente asfixiada. Es dentro de ese temor a desobedecer a su marido, donde conoce a Swithin, un chico no sólo mucho más joven que ella, sino también dulce, soñador y… demasiado interesante.
 Al principio de la novela– por lo menos en la edición que yo he leído – hay una nota de Hardy en la que explica que él no hizo nada inmoral en su obra. Ojo, a día de hoy eso está de más; pero es de traca todo el acoso al que estuvo sometido el autor por dar voz a mujeres que estaban hartas de vivir recluidas bajo sombras masculinas. Se habla mucho del silencio de la literatura, ¿sí?; pues hacedme caso y llenad el de Hardy. Vale la pena. Lo que empieza siendo poco más que un encontronazo casual, se torna costumbre. Viviette visita muchas veces a Swithin, mientras el pueblo cuchichea sobre lo poco sociable que es lady Constantine y lo poco que se le ve desde que partiera su marido. Por supuesto, esto preocupa a nuestra protagonista. Y le preocupa porque ciertos comentarios insidiosos hacen que se pregunte hasta qué punto puede andar tan cerca de alguien tan joven… y de posición tan inferior. No os quiero destripar mucho más, porque este drama, a mi juicio rural, merece toda vuestra atención. Thomas Hardy nos cuenta con una prosa muy cuidada y evocadora el día a día de nuestros protagonistas. Ella, más bien apasionada y obstinada en sus opiniones. Él, embelesado con sus estudios y siempre demasiado disperso. Supongo que os preguntaréis de qué clase de amor hablamos. De uno bonito, dulce; nacido de la necesidad de ella de querer con el corazón y no con la cabeza. Un amor que un día golpea con fuerza a Swithin en la cara. Y que se complica hasta límites imposibles. ¿Queréis una buena tragedia? Leed a Hardy. No decepciona.

 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER
 Me hubiese encantado que alguien le diera un puñetazo en la boca a Louis Glanville, el hermano de Viviette. Terminé cogiéndole cierto cariño, no creáis, pero no por eso deja de ser un capullo metomentodo. Ajá, tan crudo como suena. Nuestro gandul particular llega un día cualquiera para poner la vida de nuestra protagonista patas arriba. Y es que el colega no tiene otra mejor que meter en su casa al obispo de Melchester, un hombre que no se ha casado todavía… y sería un muy buen partido para su hermana.
 Por supuesto, antes de que esto pase Swithin y Viviette han movido sus propias fichas. Si casarse en secreto era una apuesta arriesgada– maldita sociedad puritana en la que viven –, guardar silencio una vez han firmado delante del cura de turno es un mal presagio. Porque no pueden decírselo a nadie, claro; tampoco vivir juntos. Me dio pena. Quiero decir, no hacen nada malo. Ojo cuidado aquí, porque ninguno de ellos sabía en ese momento cuáles eran las circunstancias reales de Sir Blount. Se casaron por amor, como esos fines de semana rozando en lo grotesco de las Vegas. Y fue dulce. El obispo, os decía. Un hipócrita, cómo no. Dejando de lado mis apreciaciones sobre un tema tan espinoso incluso hoy en día; debo reconocer que el hombre malo, lo que se dice malo, no fue. Estaba enamorado de Viviette como un crío. Ese amor casi infantil en el que prima el embeleso. Y Louis se aprovecha de ello, por supuesto. Sinceramente, creo que el chico tenía buena intención pese a todo. También ayudó a su hermana cuando Swithin decidió obedecer a Viviette. No os diré qué pasa en ese período, porque a mí me tuvieron con el corazón en un puño y, joder, vale la pena que lo leáis. Lo que sí os diré es que en esta historia los malos no son tan malos, ni los buenos tan buenos. Tabitha Lark se queda desaprovechada. Puede que esa sea mi única queja. El drama de la pulsera – de verdad, cuántas tonterías tenían – me pareció incluso enternecedor, cuando podía haber sido una jugada maestra. Y es que yo esperaba que al pueblo al completo se le fuese la cabeza y convirtieran el amor de Swithin y Viviette en una caza de brujas. Pero no lo hicieron. Eso me impactó. Me impactó mucho. Comenté en Good Reads que por mucho que esta novela me haya gustado, no ha sido lo que fue Jude el oscuro. Sé que las comparaciones son odiosas, pero no puedo evitar hacerlas. Dos en una torrees… casi un cuento bonito. Una historia dulce, con algún momento tenso. Un cuento bonito en el que dos personas se encuentran y no pueden más que adorarse mutuamente. Porque sí, porque aquí su amor lo puede todo… menos los convencionalismos.
 No quiero alargarme mucho más, pero sí quiero aprovechar para deciros que me encantó la defensa que hizo Swithin de Viviette cuando le llegó la carta de su pariente muerto. Ese viejo misógino fue especialmente repugnante. Y nuestro protagonista lo supo. Un drama rural cargado de malos presagios que huele a casa. Eso ha sido para mí Dos en una torre. Ojalá le deis una oportunidad. Viviette y Swithin son personajes que vale la pena conocer.Nota: 4/5
Citas …
-Unos monstruos impersonales: las inmensidades. Hasta que una persona no piensa detenidamente en las estrellas y el espacio entre ellas, no aprende que hay cosas mucho más terribles que monstruos con forma, esto es, monstruos de una magnitud sin forma conocida. Esos monstruos son los vacíos y los lugares yermos del cielo.

…  

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