Revista Cultura y Ocio

Reseña #165: La maldición de Hill House

Publicado el 16 noviembre 2019 por Alaluzdelasvelas


Reseña
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La maldición de Hill House

 ¡Hola, hola, hola!

 Hoy llego un poquito menos tarde que la semana pasada. Sí, sí, voy de pompis, pero bueno, sé que me perdonáis. Eso sí, más feliz que una perdiz de tener unos días libres para poder ponerme al día por este mundillo. Contadme, ¿cómo os va todo? ¿Avanzando con las las lecturas de noviembre? ¿Empapándoos de alguna joyita?

 Hoy os traigo la reseña de uno de los libros que leí en octubre. Sí, tengo un caos de reseñas que no es ni medio normal. Estoy trabajando en ello, palabrita. ¡Pero ya me dejo de rollos!¡Dentro reseña!

Ficha técnica
Reseña #165: La maldición de Hill House
Título:La maldición de Hill House Autora:Shirley Jackson Traductor:Carles Andreu Saburit Editorial:Editorial Minúscula Número de páginas: 265 ISBN: 978-8494836695 Preció libro físico: 18,52€ (Tapa blanda) Precio libro electrónico:9,31€ (Versión Kindle para la edición en inglés)

SinopsisCuatro personajes llegan a un viejo y laberíntico caserón conocido como Hill House. Son el doctor Montague, un estudioso de lo oculto que busca pruebas de fenómenos psíquicos en casas encantadas, y tres personas a quienes el doctor ha reclutado para llevar a cabo un experimento. A pesar de las reticencias de su familia, Eleanor, una joven algo atormentada y de pasado infeliz, acabará formando parte de la singular comitiva. Los otros son Theodora, con quien Eleanor establece un fuerte vínculo inicial, y Luke, el heredero de la casa. Pronto todos deberán enfrentarse a situaciones que están más allá de su comprensión. Hill House parece estar preparándose para escoger a uno de ellos y hacerlo suyo para siempre.Mi opinión Hill House se yergue digna y solitaria en la colina. Está allí, esperando a que alguien decida que es lo suficientemente valiente para ocuparla. Las pocas veces que esto sucede, la gente huye a los pocos días. Hablan de cosas raras, de situaciones que rozan lo grotesco. Hablan, para qué mentir, del miedo atroz. Y de obligaciones ficticias que les obligan a correr lo más lejos posible.
 Tal vez sean esas historias las que hacen que el doctor Montague decida ir a investigar. Él sólo quiere realizar un pequeño experimento, digamos sociológico, en el que los fenómenos psíquicos/paranormales cobren el máximo protagonismo. Un estudio que, por supuesto, no puede realizar él solo. Así que decide reunir un pequeño grupo. Dos personas que reúnan unos requisitos previos: que hayan vivido una situación paranormal al menos una vez en su vida y que sean receptivas a estos fenómenos. El siguiente elegido será el heredero del caserón victoriano. Es así como conoceremos a Eleanor, Theodora y Luke, tres personas que no podrían ser más diferentes… ni más curiosas.
 Shirley Jackson era una de las – muchas – eternas pendiente en mi lista. Si bien es cierto que tenía muchas pero que muchas ganas de hincarle el diente a Siempre hemos vivido en el castillo, ésta joyita cayó en mis manos en octubre. Fechas idóneas para pasar un poquito de miedo, ¿sí? Sin entrar en demasiados detalles, os diré que su prosa ha conseguido cautivarme. Hay algo hipnótico en su manera de jugar con la sugestión, porque eso es lo que hace nuestra autora: nos suelta una pequeña bomba que, poco a poco, se hace eco en el silencio que cubre a la pregunta “¿qué ha sido eso?”. La sugestión. La terrible y a la vez maravillosa sugestión.
 Eleanor será la protagonista indiscutible de la novela. Una chica tímida, terriblemente apocada, con un miedo atroz al qué pensarán. Porque nuestra chica es bastante fantasiosa, pero sólo en la privacidad de su mente. Una llena de ilusiones y sueños que no se han cumplido, sencillamente porque ha dedicado su vida a cuidar de su madre enferma. ¿Y ahora? Bueno, con la señora fallecida y ella libre de obligaciones, no duda en ponerse en marcha hacia la temible Hill House. A fin de cuentas, como reza esa canción que se repite a sí misma de forma incesante, <<los viajes terminan en encuentros de enamorados>>… ¿verdad?
 No os voy a mentir: pasé miedo. No es tanto que pasen cosas excesivamente fuertes, sino el hecho de no saber quién las lleva a cabo. Me explico. Nuestra pequeña compañía sabe que Hill House no es un sitio al que una, uno, va para quedarse. La casa tiene peculiaridades como que el plano no tiene ni pies ni cabeza, que las puertas se cierran solas – sí, sí, a traición. Como para ponerle nombre al Poltergeist, vaya – o que la cocinera y criada canturrea con la lengua bien afilada y los ojos llenos de malicia que ella “de noche se va, dejándolos solos en la oscuridad”. Una atmósfera opresiva, llena de polvo y ruinas, en la que Eleanor empieza a sentir ese cosquilleo de pánico. El mismo del que se contagian Theodora y los chicos, pero que disimulan mucho mejor.
 Pese a todo, pese a tener el culo bien cerrado durante algunas escenas, pasa. Y pasa, sencillamente, porque poco a poco empezamos a verle las orejitas al lobo. La anticipación, que es muy traidora. La misma que hacía que viera cuándo iba a pasar algo. Esto no significa, ni mucho menos, que el libro dejara de gustarme. Lo devoré de lo intrigada que estaba, de las malditas ganas que tenía de saber cómo iba a acabar todo. Porque es un hecho que Theo y Eleanor primero son amigas y luego algo así como dos rivales que se disputan toda la atención. O al menos eso parece.
 Comentamos en el club de lectura con el que lo leí que las conversaciones eran extrañas. Lo son. Tal vez fuera una manera de hacer crecer la sensación de desasosiego, la paranoia que se esconde en las sombras y repta, ganándonos terreno. O puede que, sencillamente, fueran una panda de gente extraña, más bien superficial que sólo buscara aparentar para no demostrar lo evidente: que tenían miedo, porque las cosas que pasan… joder, son muy complicadas de explicar.
 Para que os vayáis de aquí con ganas de hincarle el diente a esta joyita, os contaré que un día aparecen unas pintadas bastante siniestras en el pasillo. También en una de las habitaciones. Una “invitación” a expulsar a alguien de Hill House. Una invitaciónque hará que todos los demonios que esconde nuestra pequeña compañía salgan a la luz. Ay, la dualidad… Decidme, ¿no creéis que, a veces, la realidad supera a la ficción? Preguntadle a nuestros chicos y nuestras chicas. Tal vez haya sido una muy mala idea ir hasta allí. Tal vez los rumores sean ciertos. O tal vez, sencillamente, las paranoias se estén convirtiendo en monstruos de dientes muy afilados.

 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER


 Empecé a olerme por dónde iban los tiros cuándo Eleanor empezó a demostrar que estaba realmente jodida. Me explico. La chica parece un amor al principio. Apocada, tristona, muy propensa a sumirse en estados melancólicos y unos silencios cargados de pensamientos caóticos… la eterna soñadora que primero adora y luego odia, para volver a empezar el ciclo. No deja de ser curioso, porque Shirley Jackson se las ingenia para que la veamos como una víctima. Pero hay cosas que no encajan. Y se abre el cajón de la mierda.
 Por norma general, suelo empatizar con los personajes hasta el punto de no querer que les pasen cosas malas. En esta novela no he podido. Son gente extraña, pero no es sólo eso; el problema es que tanto Montague, como Luke y Theodora son gente vanidosa, prepotente, que disfrutan de conversaciones simplonas, casi dantescas, donde van de un lado a otro sin decir nada. La jodida manía de “hablar por hablar” o “llenar silencios” que, sinceramente, ni siquiera eran para tanto. De fondo está Eleanor, cultivando sus inseguridades, celos y… remordimientos.
 Después de darle muchas vueltas, he llegado a la conclusión – total y absolutamente subjetiva – de que La maldición de Hill Housees la historia de una mujer con la cabeza llena de demonios y ruinas. Una persona con un problema al que no hace frente. Convertir la culpabilidad por una acción pasada – y de la que no creo que sea culpable – en una aventura de riesgo donde prima la carrera hacia la locura. Locura que podría concluir, o no, con la última vía de escape del dolor.
 El final me gustó. Me gustó muchísimo. No es sólo que pasara lo que tenía que pasar teniendo en cuenta cómo se había ido resolviendo todo, es el hecho de que a Shirley Jackson no le tembló el pulso para que pasara. A lo grande. A lo bestia.
 Si no os habéis animado todavía con la autora, no puedo más que recomendarla. Estoy segura de que esta no será la última obra suya que lea. Por ambientes así de tétricos, por una prosa tan cautivadora; vale la pena leer.


Inquietante, con ese susurro velado en el que se desdibuja la línea entre la realidad y la ficción; Shirley Jackson nos trae una historia de lo más sugestiva. Cuatro personas encerradas en Hill House, cuna de historias de terror. ¿Qué, os lo vais a perder?
Nota: 5/5

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