Revista Cultura y Ocio

Reseña #166: 23 otoños antes de ti

Publicado el 23 noviembre 2019 por Alaluzdelasvelas



Reseña
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23 otoños antes de ti
 ¡Hola, hola, hola!

 ¡Hoy publico a tiempo! Lo sé, lo sé, una fantasía. ¡Pero contadme cómo os va todo! ¿Bien, genial, maravilloso? Ojalá que sí. Yo ya ando pensando en qué libros quiero acabar antes de que acabe el año – más de los que van a poder ser, la verdad – y… temiendo el día que tenga que elegir los mejores del año. Sólo por curiosidad, ¿hasta ahora habéis dado muchos dieces?, porque a una servidora se le ha ido un poco la olla y… en fin, la cifra da miedito.  Hoy toca reseña. De un libro que leí, si no recuerdo mal, en septiembre. Ajá, para darme un guantazo. ¡No me enrollo más!¡Dentro reseña!

Ficha técnicaReseña #166: 23 otoños antes de tiTítulo:Volver a ti 2 – 23 otoños antes de ti Autora:Alice Kellen Editorial:Titania Número de páginas: 288 ISBN:9788416327249 Preció libro físico: 12,35€ (Tapa blanda) Precio libro electrónico:5,69€ (Versión digital)

Sinopsis Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. O al menos eso fue lo que Harriet Gibson pensó tras conseguir casarse allí con Luke Evans, el primer desconocido que se cruzó en su camino. Esos papeles matrimoniales eran todo lo que necesitaba para cobrar la herencia de su padre.
 Sin embargo, todo se complica cuando, dos años después, él da con su paradero y llega sin avisar al pequeño pueblo donde ella vive. Luke es testarudo y tiene la firme intención de conseguir el divorcio, pero Harriet no tarda en advertir que también es descarado, sexi y divertido; algo que termina siendo un camino tentador pero lleno de problemas. ¿Qué hacer cuando tu corazón toma la dirección equivocada?
Mi opinión Harriet no está bien. Es un hecho. Después de lo mucho que ha tenido que luchar para poder conseguir ahorrar el dinero para abrir su ansiada pastelería, no puede creer que una mierda de cláusula vaya a joderlo todo. Porque lo va a joder, claro. El testamento. El maldito testamento en el que su padre ejecutó la jugada maestra. ¿Dinero, cielo? Claro, cuando te cases. Asco de machismo…
 Antes de esto hay más. Una infancia truncada. Una madre que está, pero que se va. Un padre que somete, que no quiere. Un machista y misógino de manual. Una mierda de persona, las cosas como son, que se limita a tirar billetes para que su hija sobreviva. Porque hay una diferencia entre sobrevivir y vivir, ¿cierto?
 ¿Queréis más? ¿Qué tal si hablamos de primeros amores? Sí, sí, esos que parece que lo pueden todo. Los que nos llenan la boca y hacen que digamos “joder, claro que es amor”. Vamos a hablar de interés. De sexo bonito, porque él a veces se cree un caballero. Vamos a hablar de sustos. Y de consecuencias.

 Harriet, todo un personaje. Una chica tímida, muy dulce, enamorada del bosque y las cosas sencillas. La chica de los tarros llenos de hojas y la cabeza llena de recetas imposibles. Porque ella vive la repostería. La adora. Joder, haría lo que fuera por conseguir su sueño. Así que su amiga y su novio tienen un plan: Harriet va a ir a las Vegas. Y va a casarse. Por Dios que va a casarse. Con quién sea. Sólo hace falta una firma, una estúpida firma. Un idiota. Un cabeza de turco.
 Tenía miedo de ponerme con esta segunda parte, básicamente porque Luke me cae tan bien como una patada a traición en el coño. Sí, una fantasía. Porque el chaval es un capullo. Un gilipollas. El típico tío pagado de sí mismo que a mí me pone enferma, porque la gente superficial, la que piensa con los genitales… me cae muy gorda. El caso es que ya en la primera parte vimos que el chaval tenía corazón. Escondido, sí; pero ahí estaba.
 Alice Kellen se ha convertido en una de mis autoras favoritas dentro del género. No es sólo que su prosa sea preciosa, terriblemente delicada, que también; es el hecho de que nos hable de gente normal y corriente. Personas que tienen sus taras porque, seamos realistas, somos todas y todos raros, raras. Somos personas, joder, y es eso lo que hace que, ¡sorpresa sorpresa!, la caguemos. Y eso hace Luke. Cagarla a lo grande. Cagarla hasta que la mierda ha salpicado tanto que sólo queda pensar en cómo arreglarlo. Luke, maestro del desastre. Luke, con su humor cambiante y sus arranques. Luke, que quiere divorciarse. Ahora, ayer. Ya, joder. No quiere seguir atado a esa chica que se le escapa de las manos. Una sombra. Un fantasma. Hasta que la encuentra.
 No soy amiga de las segundas oportunidades. Quién me conoce lo sabe. Tampoco soy amiga de la gente que no lo cuenta todo, porque me toca sobremanera las narices la gente mentirosa. Manías terribles las mías, ¿eh? El caso es que precisamente por eso valoré que, en cierto modo, Harriet pusiera desde el principio las cartas sobre la mesa. Ella necesitaba casarse. Y necesita que dure un poco más. ¿Luke está dispuesto? ¿Va a aceptar seguir con la farsa… para que ella no tenga que devolver el dinero?  Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER
 Supe que había perdonado a Luke cuando me encontré a mí misma sonriendo como una gilipollas. Sonriendo, sí, porque el chaval se implica en la vida de Harriet, ayudándola a sacar la pastelería adelante. El eterno relaciones públicas, el tío sociable que conoce a la chica más tímida del mundo. La que pone mimo en cada galleta, la que sonríe incluso a la gente que no lo merece. La que se desvive porque las cosas salgan bien. Claro que va a ayudarla. Y que la gente se cuide mucho de criticarla.
 Me pareció bonito ver como las líneas se iban desdibujando. La caída en desgracia de Luke, esa forma de darse cuenta de que una rutina no tiene porqué significar restricciones. No creo en las grandes acciones, pero sí en los detalles. Él invadió su espacio. Se lo comió todo. Y lo hizo con tranquilidad, sin presionarla. Lo hizo porque no cabía que no lo hiciera. ¿El problema? Que, a veces, saber qué queremos hace que todo dé mucho más miedo.
 En la primera novela me quejé de un par de detalles que me chirriaron. En esta, sintiéndolo mucho, debo volver a hacerlo. El drama me pareció demasiado exagerado. Me explico. Muchas veces, se hace un uso rozando en lo abusivo del “morir de amor”. Las ausencias, y las decepciones, duelen. Duelen como si nos mordieran la piel, como si algo nos desgranara poco a poco. Pero somos mucho más fuertes que eso. ¿Quién se ha quedado aletargada, aletargado, en su casa por un amor perdido? ¿Quién, joder, se ha hundido en la putísima mierda por una relación que se va a la mierda? Harriet. Ella se hunde. Todo le peta a la vez. Y se rompe. En mil puñeteros pedazos.
 Excesivo. Tanto como la cobardía de Luke. Porque el colega es un cobarde de manual. Sabe lo que quiere – a ella –, sabe cómo conseguirlo – siendo valiente –; pero no lo hace. Es más cómodo refugiarse en una vida vacía. Sexo sin sentimientos, tres comidas al día y una cama en la que dormir. Unas cervezas con los colegas, alguna que otra reunión familiar y la cartilla llena. Una vida solitaria, sin dramas. Pero, ay, qué putos son los sentimientos, ¿eh? Llegan, susurran cuatro – o veinte – verdades y uno, una, se desvela. “La estás cagando”, dicen, “es hora de moverse”.
 El final es bonito. Tierno, con un puntito de “colorín colorado” que me dejó sonriendo. Porque muchas veces cuenta más eso que el hecho de que te rompan: sonreír por un final que le llena a una la sonrisa de cosas bonitas.


Tierna, divertida, con un punto dramático; 23 otoños antes de ti es una de esas historias que hace que leer valga la pena. No sé a qué estáis esperando para enamoraros de la prosa de Alice Kellen. No decepciona, palabrita.
Nota: 4/5

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