Tenía que haber subido entrada ayer. Lo sé y, cómo no, lo siento, pero, bueno… estaba KO y no quería ni oír hablar de coger el portátil. Ahora que por fin me he puesto a ello, aprovecho para comentar que, una vez más, no habrá Wrap Up. ¿Y por qué? Sólo leí entero un libro del cual, para más inri, ya tenéis la reseña en el blog. Sí, se trata de Su lado oscuro. Haced clic aquí si queréis ir a echar un ojo. Así que, sin más dilación… ¡Dentro reseña!
Ficha técnica

Ya os comenté en mi anterior reseña que había quedado prendada del estilo de la autora y, en esta segunda entrega puedo decir que Alice Raine no me ha decepcionado. He podido conocer muchísimo mejor al que en la primera parte de la saga se convirtió, sin quererlo ni saberlo, en uno de los personajes más difícilessobre los que he tenido en honor de leer. ¿Y por qué “difícil”? Bueno, si estáis familiarizadas y familiarizados con mis gustos literarios sabréis que jamás pierdo la oportunidad de leer acerca de una buena evolución. Objetivo localizado: Nathan Jackson. Nathan no tiene ningunas ganas de conocer a la tal Stella, el proyecto de sumisa recién descubierto por el magnate del mundo del sexo, David. El hombre le promete algo sencillamente espectacular, pero nuestro protagonista tiene sus reservas. ¿Qué puede haber de especial en una chica más? Oh, bueno, pues lo hay. Desde el principio, se nos muestra el flaqueo que siente en su presencia, como su mantra, <<Yo tengo el control>>, se ve quebrado por esa chica de apariencia dulce e inocente. El contrato llega rápido: sexo de fin de semana. Ella deberá llamarle “señor” en el ámbito íntimo, él tiene el control absoluto. Nada de sentimientos, ni un solo romanticismo. Bien lejos las falsas esperanzas, las promesas y las expectativas.Ahora bien, ¿quién dice que una relación meramente sexual es sencilla? Y ahora, bienvenid@s a la Zona Spoiler Me gustaría empezar destacando lo que, para mí, ha sido un punto de inflexión respecto a la anterior novela. Aquí no se nos habla sólo de la noche, la luz tiene un papel muy importante. Escenas centradas en las tardes, los amaneceres y las mañanas. Luz más allá de la oscuridad que guarda la mente de Nathan. Sus recuerdos, todos ellos retorcidos, son un toque realmente exquisito para una novela de estas características y es que, aunque pueda sorprenderos dado mi rechazo hacia los clichés– siempre y cuando carezcan de justificación –, me ha gustado mucho poder comprender la “lógica ilógica” de sus razonamientos en lo que a una relación se refiere. Su padre era un maldito cerdo que bien merecía que le extirparan los órganos genitales y se los metieran en la boca. ¡Hala, ya lo he dicho! Y su madre tres cuartos de lo mismo. Por Dios que yo jamás permitiría que un cerdo de las características del señor Jackson pusiera una sola mano encima a nadie a quien yo considere mi familia. Durante las primeras semanas de “relación”, Stella empieza a coger confianza con Nathan. Le sorprende que, pese a lo autoritario que es, siempre mire por su seguridad– y, por añadidura y lógica a la temática, de su placer –. Tal vez sea un poco descabellado por mi parte, pero no considero que haya ninguna escena excesivamente fuerte.Me explico. Cuando habla con ella para explicarle su tendencia al bondage y a la dominancia no excesiva, pensé que pasarían por la novela muchos más… instrumentos. Sin embargo, a excepción de una mención prácticamente aislada y un látigo de colas cortas que usa un par de veces, no hay nada. Nada. Cero. Y eso no es necesariamente malo – tampoco quiero echarme a temblar de horror leyendo, gracias –, pero sí desconcertante tratándose, efectivamente, de una relación dominante-sumisa.
Volviendo a la historia, el entrenamiento da paso a un segundo nivel y es que, poco a poco, tanto él como ella empiezan a sentir algo más que ganas hacia el contrario.Esto viene a ser meramente intuido por la persona que lee los pensamientos de ambos protagonistas, un acierto por parte de la autora, pero sólo se ve realmente confirmado al final de la novela. Cuando las cosas, ¡cómo no!, se ponen feas. Una de mis escenas favoritas, sin duda, es la que transcurre en el gimnasio. Antes de que me tachéis de pervertida, quiero que me escuchéis (
(…) Me desperté con una sonrisa en los labios. Una de esas enormes, de las que te dividen la cara en dos, te separan al máximo las comisuras de los labios y te forman arrugas junto a los ojos.
(…)
