Revista Cultura y Ocio

Reseña #69: a contraluz

Publicado el 18 julio 2016 por Alaluzdelasvelas
RESEÑA #69: A CONTRALUZ¡Hola, hola, hola!

 Pues sí: la saga cayó entera. Pronto tendréis también la reseña de la cuarta parte, pero… mejor vamos en orden, ¿verdad? He estado unos días sin Internet – porque si en mi vida no hay un poco de caos al menos una vez a la semana no mola nada de nada, claro –, así que perdonad la tardanza. Ya sabéis… ¡fallos técnicos! ¡Dentro reseña!

Ficha técnica

RESEÑA #69: A CONTRALUZ

Título: (Luz y sombras 3) A contraluz Autora: Alice RaineEditorial: GrijalboNúmero de páginas: 304ISBN: 9788425353901Precio: 15,90€Precio formato electrónico (Kindle): 7,99€SinopsisNathan ha descubierto que sus sentimientos hacia Stella van más allá del placer de su sumisión, pero, ¿será capaz de enamorar a la mujer que se ha entregado a él porque colmaba sus fantasías más inconfesables?Al mismo tiempo, Stella se está enamorando de Nathan y reconoce que el erotismo sin barreras de los primeros encuentros está dando paso a otra clase de relación en la que ambos se sienten más inseguros. La incertidumbre conlleva problemas a los que esta pareja desinhibida todavía no se había tenido que enfrentar.Hay hombres capaces de acelerarte el corazón con una mirada. Hay mujeres que pueden cambiarte la vida. Hay sombras que solo el amor puede disipar.Hay historias que te atrapan desde la primera página. Esta es una de ellas.Mi opinión
RESEÑA #69: A CONTRALUZ
 Tras la tensión acumulada en las últimas veinticuatro horas, Stella se siente exhausta. Sin saber qué esperar de Nathan después de echarla de casa, se aventura en nueva semana de trabajo, con la atención totalmente dispersa y las ideas hechas revoltijos por su mente. Es entonces cuando llega la llamada: un elemento distractor. Su hermano ha vuelto a la ciudad después de pasar una buena temporada destinado por los países del sur. Militar convencido, un chico realmente encantador; pero, claro… Nathan no tiene ni idea de quién es ese chico… ¡Celos a la vista! Debo decir que al principio me asusté. Temí que la autora quisiera tirar por la vía fácil, colocando a un chico que pudiera establecer un odioso– sólo en caso de estar mal construido, por supuesto – triángulo amoroso.Ojo, que no digo que ese “recurso” no me guste, todo lo contrario. Me gusta siempre y cuando tenga sentido y, después de todo lo que pasa nuestro intento fallido de pareja… sobraba. Supongo que esa era precisamente la intención de Alice Raine: no se nos dice que el chico que acompaña a Stella es su hermano hasta el mismo momento en que ella se lo presenta a Nathan hecha una furia. La reacción de Nathan, posesiva, celosa y territorial me disgustó muchísimo. Entrando en este tema quiero rescatar un par de ideas que, si sois asiduas y asiduos al blog, ya conoceréis: no creo que los celos sean sanos, de hecho son sumamente estúpidos. Vamos a ver: ¿aparte de autodestruirnos, qué más aportan? Nada, por el amor de Dios: ¡no aportan nada! La segunda idea que quiero traeros es la de “marcar como mío o mía”. Creo que después de 2016 años de historia va siendo hora de entender que nadie pertenece a nadie y que, si los celos llevan a marcar, casi que mejor empezamos a comprar vacas y ya, si eso, les hacemos uno de esos odiosos sellos, ¿eh?   Lo único que rescato de esa situación es el hecho de que él, al comprender lo sumamente desmedida que ha sido su reacción– eso sí: ya siendo consciente de que se trata de su hermano – se disculpa.Esto puede parecer algo evidente, pero, creedme, una disculpa de boca de Nathaniel Jackson es todo un acontecimiento. La evolución, una vez más, es palpable a lo largo de la novela con pequeños gestos.  Retomando su intrincada vida sexual, Stella empieza a ser consciente de lo mucho que le gusta la compañía de Nathan. Y él también. El sexo empieza a ser mucho más tierno, menos, digamos, sucio, en algunos aspectos. Me fascina la evolución que puede palparse en ese sentido y es que, aunque es cierto que las escenas de cama suponen el eje de la relación, hay pequeños deslices, pequeños momentos en los que él parece mucho más dispuesto a ir más allá de sus propios límites, de sus normas y de sus ideas preconcebidas de lo que puede o no puede ser una  relación sana y normal.  Todo se trunca, sin embargo, cuando Nathan recibe la noticia de que la empresa que le roba las licitaciones, esa que ni siquiera tiene nombre y que siempre supera sus precios en un 18%, podría suponer un grave problema para su economía a largo plazo– o corto, según se mire –. ¿Quién es el topo de la empresa, entonces? ¿Puede confiar en Stella? ¿Y Stella? ¿Podrá seguir con esa relación que, por mucho que le pese, no parece avanzar todo lo rápido que a ella le gustaría?  Y, ahora, bienvenid@s a la Zona Spoiler Me parece abrumadora la cantidad de información que se nos da a lo largo de esta novela.Pero no en el mal sentido, ¡ni mucho menos! Centrarnos en las perspectivas de ambos personajes, como comenté en la reseña de la anterior entrega, me fascina. Debo reconocer que mi retorcida cabeza lo pasaba mejor leyendo los pensamientos de Nathan que los de Stella, pero, vamos a ver: Stella es una persona con la que es mucho más fácil sentirse, en algunos aspectos, identificada o llegar a sentir verdadera empatía con ella. Nathan, sencillamente, no. Tampoco es que rompa todos los moldes de lo que, hasta ahora, he podido leer o conocer.Desgraciadamente no es el caso. Pero sí que es cierto que hay algo en su mente, algo en su forma de comprender las cosas, que no dejaba de sorprenderme.  El tema de los robos de los contratos y los mejores precios de la empresa sin nombre pasan a convertirse en un tema que va ganando y perdiendo protagonismo.Me gusta el hecho de que Alice Raine no intente sumergirnos de lleno en una trama de intrigas y traiciones empresariales, más que nada porque hubiera muerto de aburrimiento y, muy probablemente, hubiera abandonado la novela. Sin embargo, os diré que, aunque tuve mis dudas respecto a algunos personajes, en ningún momento sospeché de quién realmente estaba detrás de todo el asunto.  Retomando la trama Nathan-Stella, que es la que realmente me ocupa en esta novela… he quedado fascinada. Vamos a ver, siempre he tenido mis reservas a la hora de leer una historia de la que ya se nos han dado ciertos retazos, repitiendo situaciones, conversaciones y reacciones. Tenía cierto miedo a caer en el aburrimiento, a no ver más allá de lo que ya había interpretado desde una primera perspectiva mucho más subjetiva. Gracias a Dios, no fue así. Alice Raine tiene una habilidad majestuosa a la hora de mostrarnos, poco a poco, cómo Nathan se ve fuertemente condicionado por la relación de Nicholas y Rebecca. Como ya comenté, nuestra anterior protagonista, Rebecca, me gustó mucho y ver ahora lo que piensan tanto Nathan como Stella estando en su presencia… chapó a la autora. Los acontecimientos que llevan a nuestro protagonista a prácticamente suplicar la ayuda de Rebecca, ya conocidos, hicieron que comprendiera un poco mejor la situación. Si recordáis, en la primera novela me quejé precisamente de eso: era todo, a mi juicio, muy precipitado, demasiado fácil. Esta vez, sin embargo, creo que el modo en que todo pasa se ajusta muy bien a cómo ve Nathan las cosas. Pasar tiempo con Stella le obliga a centrarse, a ver que ella es mucho más que, como se dice cerca del final de novela, <<un polvo fácil>>. Es bonito que una persona tan controladora y, a veces, egocéntrica pueda sentirse tan vulnerable en presencia de una chica que sencillamente sigue con él porque, muy a su pesar, está enamorada hasta las trancas.¡Y no es para menos! Antes de que me tildéis de rara de narices, quiero deciros algo: yo no querría un Nathan en mi vida: acabaríamos matándonos, más que nada porque, amigas y amigos, yo no tolero las órdenes, sencillamente me resbalan. Retomando el tema, por otro lado, reconozco que me gusta el modo en que nuestro protagonista empieza a relajarse, sacando su carácter habitual sólo en situaciones límite para él.  No quiero contar mucho más para no estropearos el final, pero sí diré dos cosas. La primera es que entendí perfectamente la reacción de Stella el encontrarse su gargantilla y el contrato dominante-sumisa roto sobre la encimera de la cocina.Teniendo en cuenta lo complicado que es hablar con Nathan, ¿quién iba a pensar algo que no fuera ruptura inmediata? La segunda es que, una vez más, la actuación troglodita de nuestro protagonista al volver después de una semana de viaje de negocios a casa y encontrar la habitación de Stella vacía fue… desmedida, innecesaria y, lo que es aún peor, propia de un crío de cinco años con una pataleta de “agárrate que vienen curvas” porque su madre no ha querido comprarle una maldita piruleta en el kiosco del pueblo.  El último comentario que haga no va a ir referido a ninguno de los acontecimientos finales, sino al surrealismo de uno de los capítulos. A mi juicio, encontrarse por las calles de Londres con Melissa, la primera sumisa de Nathan – ahora con un bebé – y, para más inri, con el ex novio de Stella… sobraba completamente. Con eso sólo se nutren los retorcidos celos de ambos y, supongo, se deja alguna que otra puerta abierta en lo que a Melissa respecta para la próxima entrega. En cualquier caso: fueron unas diez o quince páginas que podría haberme saltado tranquilamente. Con todo, A contraluz es una tercera parte de saga preciosa, mucho más tierna, con pinceladas románticas, no tanto “picantes” que, en lo personal, me ha gustado mucho. Una vez más, la pluma de Alice Raine nos acompaña en una aventura de amor-desamor perfecta.
Nota: 4,5/5Citas(…)-Sí, señor Jackson, ha llegado a mis oídos que su habilidad para lamer sellos es atroz. Procuré sonar arrogante y hablar con absoluta seriedad, pero… ¿lamer sellos? ¿De dónde demonios me había sacado aquello? (…)

(…) Si me ponían en una sala de juntas, delante de veinte clientes potenciales, podía hablar hasta aburrir, pero comentar mis sentimientos… No, Por Dios. Demasiado estirado. Solo de pensarlo me daban náuseas. No  era lo mío.(…)
(…) Kenny habría tildado el tono de <<vomitástico>>, de esos que te hacen vomitar si tienes que aguantarlo mucho rato o muy a menudo.
(…)

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