Revista Cine

Reseña cine: “El castor”

Publicado el 23 mayo 2011 por Juancarbar

Los animales parlantes y/o antropomórficos poseen una importante raigambre en el subconsciente colectivo del ser humano. Es innegable que son el paradigma de lo adorable y es por eso que regalamos a nuestros bebés animalitos de peluche de vivos colores para que los abracen, los protejan por las noches y decoren sus habitaciones. También por ello protagonizan, desde hace décadas, las teleseries animadas de referencia obligada. Son la voz de la razón en las fábulas clásicas, ajenos a la hipocresía del hombre que ha perdido el contacto con las leyes naturales, y despiertan una suerte de nostalgia infantil, de inocente alegría de vivir, en adultos hechos y derechos. Resulta difícil, aunque no imposible, encontrarles un lado oscuro.

Reseña cine: “El castor”

“El castor”, tercer largometraje de Jodie Foster como realizadora, parte de una premisa más propia de una sit-com (aquella “Infelices para siempre” en la que Geoff Pierson se sinceraba con su conejito de peluche Floppy al más puro estilo “Calvin & Hobbes”) que del drama familiar sobre la depresión y la soledad en que, a la postre, se acaba convirtiendo.

Walter Black (Mel Gibson) está hundido. Su trabajo como director de una empresa dedicada a la fabricación de juguetes no le hace feliz. Tampoco su esposa Meredith (la propia Jodie Foster) ni sus hijos Henry (Riley Thomas Stewart) y Porter (Anton Yelchin, aquel joven Chekov en el reciente reboot de la saga-franquicia “Star Trek”). Porque Walter está sumido en una depresión que hace de su vida un continuo vagar sin rumbo de terapia en terapia, una constante lectura de manuales de autoayuda y una preocupante tendencia a quedarse en la cama, dormitando, la mayor parte del tiempo. Expulsado de casa por su mujer y tanteando seriamente la posibilidad del suicidio, Walter recuperará su ilusión por la vida gracias al fortuito encuentro, en un contenedor de basura, con una marioneta de castor que, en un desquiciado ejercicio de ventriloquia, lo guiará en la reconquista de una felicidad perdida.

Reseña cine: “El castor”

Pese a lo que uno pueda deducir a priori de esta sinopsis, “El castor” no es una película con un trasfondo optimista al uso. Foster, conscientemente, parte de la anécdota ridícula (un hombre salvado del suicidio por una marioneta) para alejarse del modelo capriano de exaltación de la vida y seguir derroteros bien distintos que emparientan su tercer esfuerzo como directora con la visión nihilista de la familia americana que Alan Ball describe en sus films “American Beauty” y “Towelhead” o en la teleserie “Six feet under”, sin hacer ascos a puntuales ecos del esquizofrénico thriller de culto “El club de la lucha” de David Fincher.

“Menuda empanada de referencias”, estaréis pensando. Pues sí y no. “El castor” camufla sus muy apreciables virtudes bajo una apariencia convencional y algunas subtramas de lo más manido (destacando negativamente, por obvia y predecible, la relativa a la historia romántica entre Porter, el hijo adolescente, y Norah, interpretada por una carnal Jennifer Lawrence a la que pronto veremos como Mística en “X-Men: Primera clase”). Si uno decide no rascar más allá de su superficie, tal vez piense que se trata de otra película más (y ya van…) sobre esos valores familiares clásicos tan del gusto del espectador medio norteamericano, salpimentada con la convincente interpretación, lejos del histrionismo fácil, de un Mel Gibson al que, más allá de la aversión que uno pueda sentir por su discutible sentir ideológico, es menester reconocer un talento real tanto detrás como delante de las cámaras. Pero si el espectador toma la decisión de pasar por alto el esperpéntico punto de partida y los ¿inevitables? lugares comunes de su desarrollo, tal vez descubra una película honesta que encara con sinceridad la auténtica tragedia de las enfermedades mentales: la terapia y la medicación, nos dice Foster, no son una solución al problema; tan sólo una herramienta para sobrellevarlo al tiempo que uno trata de desarrollar una vida cómoda pero inevitablemente incompleta. La soledad y la incomprensión no tienen una cura destilada o sintetizada.

Reseña cine: “El castor”

Precisamente por eso, quien espere de “El castor” una historia de moraleja fácil, con una presentación, un nudo y un desenlace de naturaleza procedimental, llegará al final de su metraje con una mueca de insatisfacción dibujada en el rostro. Con todos sus defectos (que los tiene), el nuevo film de Jodie Foster se mantiene intachablemente honesto desde sus primeras líneas de guión narradas en off: “Esto es un retrato de Walter Black”.

Y un retrato, para bien o para mal, no es una fábula.

Reseña cine: “El castor”

(“El castor” se estrena en los cines de España el próximo 27 de mayo).


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