Crítica sin spoilers de Ad Astra
James Gray dibuja en Ad Astra una pequeña gran odisea espacial que recuerda de alguna forma a El corazón en las tinieblas de Joseph Conrad o la película de Coppola, Apocalypse Now.
En un futuro cercano, un hombre emprende un viaje en busca de respuestas para si mismo y para un mundo cínico, frío y devorador.
Un viaje íntimo, introspectivo y muy personal en donde la reflexión y el monólogo interior son la fuente narrativa principal.
La estética influenciada por lo aséptico de Interestellar o La llegada, lo contemplativo de Gravity o First Man, y lo fotográficamente poético y corrosivo de Blade Runner o Marte son la mecánica visual de una película técnicamente muy buena pero argumentalmente contradictoria, fría y carente de la fuerza que cabría esperar.
La emoción que despierta ha de buscarse más en el subconsciente de cada cual que de forma explícita en el trato del guión. Si bien, confecciona un envoltorio demasiado complejo como para trasladarnos en su corolario un mensaje vital muy simple y manido. Buscamos allá fuera todo lo que queremos cuando lo que necesitamos lo tenemos aquí al lado. Quizás lo hermoso de esta película sea la forma en que quiere presentarnos la soledad. Utilizando el infinito y expansivo espacio exterior para explicar un sentimiento tan individual como devastador.
Pero va más allá, y lo hace a bordo de una de esas sempiternas preguntas trascendentales del ser humano. ¿Hay otra vida allá afuera? Quizás sí, quizás no.
Es bella, es poética, es personal y pretende ser trascendental, pero no alcanza la solidez y magia de las anteriormente mencionadas; y presenta algunas salidas de tono que desorientan al espectador, y haciendo que en determinadas ocasiones la cinta no sea lo verosímil que necesitan este tipo de historias.
Puedes ver otras críticas de Víctor Mirete aquíEn el plano interpretativo tenemos un foco principal de atención que es Brad Pitt, y unos satélites circundantes que sin mediar demasiado, configuran su mundo y su devenir. Tommy Lee Jones y Liv Tyler (el eterno rostro dulce y cándido del cine) con escasos minutos de metraje ambos, son las otras dos cartas de la baraja que reparte Gray para ganarse al público.
Eso sí, resuelta queda mi duda de si mi admirado Brad Pitt podría
optar este año al Oscar. No, creo sinceramente que su personaje no está a la altura de un premio así. Por descontado, Pitt está perfecto en su papel, pero quizás no es condicionante para que su personaje brille más de lo que hubiese brillado de haber sido interpretado por otros actores, y no por él sino por el propio personaje en si.
En definitiva, Ad Astra, pasa el corte pero no aporta la emoción ni la originalidad suficiente como para considerarla una grandísima película del género espacial o ciencia ficción.
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