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Reseña de Extraordinario (y nos hizo llorar)

Por Davidsaparicio @Psyciencia
Reseña de Extraordinario (y nos hizo llorar)

Extraordinario (Wonder, título original en inglés) es una película estadounidense de comedia dramática dirigida por Stephen Chbosky y protagonizada por Julia Roberts, Owen Wilson y Jacob Tremblay, adaptación del best-seller juvenil Wonder. 

La trama gira en torno a la vida de Auggie Pullman, un niño de 10 años con síndrome de Treacher Collins. Este síndrome consiste en una malformación craneofacial congénita rara que afecta a 2 de cada 100.000 nacimientos, y que se produce debido a una mutación genética del cromosoma 5 (Treacle).

Auggie ha sido sometido a más de veinte operaciones para hacer que su aspecto luzca como el de un niño ordinario, sin embargo, su diferenciación es evidente para los demás, razón por la que oculta su cara todo el tiempo bajo un casco de astronauta obsequio de la mejor amiga de su hermana mayor, Via.

Auggie es un niño con habilidades impresionantes y grandes cualidades. No solo es un chico listo sino también bondadoso, amable, solidario y con un gran sentido del humor (algo que eventualmente hace que las personas dejen de juzgarlo negativamente por su apariencia). Ahora, luego de años recibiendo clases particulares de su madre, la película nos introduce al cambio que afronta la vida de Auggie como estudiante de una escuela primaria, con todas las crisis y aprendizajes que esto supone tanto para él como para sus padres.

Extraordinario: un drama poco dramático

Lejos de ser una típica historia de victimización y llamado a la conciencia acerca del bullying, disfrutamos Extraordinario por la asertividad con que muestra a los padres de niños en condición vulnerable (ya sea por pertenecer a grupos minoritarios o por alguna característica física) a enseñar a sus hijos a combatir la agresión con bondad, sabiduría y dignidad.

Julia Roberts, quien interpreta de forma espléndida el papel de madre, hace su parte llevando a la pantalla valores como la importancia de la honestidad, la lealtad y el amor propio, todo esto sin apartarse de un discurso realista que no motiva a los niños a huir de los problemas ni a refugiarse en conductas disfuncionales sino a confrontar las situaciones difíciles partiendo del diálogo y la sinceridad.

Adicionalmente, algo que me gustó mucho de la película fue ver el modo panorámico en que se abordó la historia de los Pullman y del círculo más próximo a Auggie. No se excluyó el microuniverso de los demás personajes, sino que fue posible ver más allá de lo evidente y alcanzar un punto de comprensión acerca de cómo la existencia de Auggie había afectado la vida de su hermana Via o la de su mejor amigo, Jack Will.

Los efectos del bullying en el entorno escolar, la presión de grupo, el rechazo, la exclusión… Pocos temas quedaron fuera de la agenda de Extraordinario, y aunque se mencionan todos en el filme, resulta interesante ver cómo la historia no cayó en lo trágico, sino que se mostró a Auggie como un niño común y corriente que sueña con ir a la luna y al que le gustan los videojuegos.

Auggie logró adaptarse a su nueva vida en la escuela y desenvolverse como cualquier niño de su edad hace que la película sea realmente motivadora

Que fuera posible echar un vistazo a la experiencia de Via, por ejemplo, permitió ver representado el impacto que puede tener en las relaciones familiares la presencia de un miembro con algún tipo de característica especial y las consecuencias de una mala comunicación en la relación materno-filial, y me agrada porque todo esto se desarrolló en un ambiente, si bien dramático, sensible y no controversial, lo que sin duda facilita siempre que una audiencia general sin conocimientos previos asimile mucho mejor un mensaje.

Para los padres, tener un niño con un síndrome puede significar un aumento significativo del estrés, afecciones sobre la salud mental y física, dificultad en el cuidado infantil adecuado, implicaciones sobre las decisiones laborales, educación, relaciones o sustento de los demás hijos, apoyo gubernamental… Detrás de la historia de Auggie se halla el caso de millones de personas que pueden estar atravesando en este momento síntomas de depresión, culpa o problemas de autoestima, todo en dirección a problemas en el funcionamiento familiar.

Si bien esto describe la crudeza estadística del caso, me gusta que Extraordinario no haya sido tan lúgubre y pesimista al momento de ilustrar el modo en que pueden ocurrir las cosas. Me gusta que no haya girado en torno a costos de desembolso de atención médica y otros servicios de salud, porque todos estos efectos potenciales, que si bien podrían tener repercusiones en la calidad de vida de las personas, son menos prioritarios que la calidad de las relaciones familiares y la sanidad de la estructura familiar.

Tener un hijo con características especiales puede tanto afectar la asignación de tiempo y recursos financieros de los padres a sus hijos sanos como impulsarlos a desarrollar mejores prácticas de crianza, elevar las expectativas y madurez de los hermanos sanos en términos de logros, responsabilidad y contribuciones y enseñar a sus hijos que ser “extraordinario” también es un don.

El hecho de que Auggie logró adaptarse a su nueva vida en la escuela y desenvolverse como cualquier niño de su edad hace que la película sea realmente motivadora para los niños que sufren acoso escolar y sus familias, así como cualquier otra persona con una discapacidad o característica especial.

La lección que Auggie nos transmite y con la que decidimos quedarnos es que, cuando te aceptas a ti mismo sin importar los estereotipos vigentes, los rumores y las opiniones de los demás acerca de tu aparencia física, lo que sucede luego es que el resto de las personas comienzan a aceptarte también y a sentirse cómodas con la persona que eres.

Quitarse el casco de astronauta puede ser difícil y doloroso, pero como sucede con las orugas, puede ser que luego salga a relucir una versión mucho mejor.


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