Impías (Cazador de Ratas) es un libro, pero compuesto por tres historias. Cada una de ellas hace referencia a una mujer valiente que destacó o se levantó contra el orden establecido por el clero y la sociedad en general.
En general, los libros y la sociedad han vuelto la espalda al placer femenino, y esto es así desde tiempos inmemoriales. A nadie le importaba porque en realidad daba igual mientras el hombre estuviera satisfecho. Las mujeres se agrupaban en dos categorías: las santas (esposas y madres) y las meretrices (las mujeres que iban por libre y a las que se las despreciaba, se dedicaran o no a la prostitución).
La peor clase de pecado se daba cuando una de las santas abandonaba las filas de las "buenas" para irse al otro bando. Es el caso de Juana de Leeds, una monja inglesa que llega a la conclusión de que la vida no es estar encerrada entre cuatro paredes vistiendo un hábito. Y sobre todo, el amor no es eso. Por eso finje su muerte y huye en pos de una libertad soñada. Aunque cabe decir que los demás cargos eclesiásticos no se lo pondrán tan fácil.
Judith, la protagonista de la segunda historia, aúna también sufrimiento y tesón. Termina en un convento tras ser violada por su tío, uno de esos secretos familiares que se quedan encerrados en el árbol genealógico. Judith, que además es lesbiana, tendrá que enfrentarse a la pérdida de su hijo, ya que se lo quitan para entregárselo a una familia pudiente, enlazando directamente con la venta de niños por parte de la Iglesia. Es decir, una violación incestuosa no es pecado, pero el hecho de ser lesbiana y quedarse embarazada soltera sí.
Y así se enlaza con la tercera historia, la de la Carla, a la que siempre se le ha contado que su madre le abandonó y que precisamente comienza una investigación para conocer sus orígenes.
Que nadie espere un libro religioso al uso, lleno de demonios tentadores o íncubos. En este caso la maldad tiene rostro humano: la jerarquía, el derecho de algunos a decidir sobre el destino de otras o incluso los crímenes atroces del contrabando de bebés (algo que como hemos visto, no se resolverá nunca).
Por cierto, imapagable como siempre el prólogo de Pilar Pedraza.