El artículo Reseña de «Inflorescencia» de Miriam Beizana Vigo es propiedad de Carmelo Beltrán.
Hoy me siento frente a las teclas preparado para presentar batalla en forma de reseña a una de esas obras que por mérito propio se convierten en especiales para uno mismo. Esta historia ha formado parte de mí y la he sentido como propia. Sus letras me han permitido recordar qué es lo que significa la literatura y porqué adoro sentarme delante de páginas de papel mientras el tiempo discurre a mi alrededor. Inflorescencia es la razón por la que muchos leemos, el motivo por el que también escribimos. Contiene una prosa capaz de acariciar a un corazón y de robar sonrisas a un mundo tornado en tinieblas. Miriam Beizana Vigo lo ha vuelto a conseguir. Nunca perderá la pista de esta maravillosa escritora.
Inflorescencia de Miriam Beizana Vigo | Reseña
Título: Inflorescencia
Autor: Miriam Beizana Vigo
Editorial: Autopublicado
Páginas: 364
Año de publicación: 2018
ISBN: 978-1720316213
Cómpralo: Edición Física | Edición Digital
Sinopsis de Inflorescencia
Una buena nueva en la vida de Ruth la guiará de vuelta a Marafariña que luce sola. Lo que no podría imaginarse es que, después de la catástrofe del Prestige, su espesura luciría blanca. Han pasado años desde que ha abandonado la libertad de esas tierras, pero tal vez nunca son demasiados cuando se acerca al tintineo hipnotizante y fresco del río, cuando se postra ante la iglesia tapiada o cuando alcanza la inmensidad de la playa. Cuando las flores brillan. “Las flores mismas han aparecido en la tierra, el mismísimo tiempo de la poda de las vides ha llegado, y la voz de la tórtola misma se ha oído en nuestra tierra” (El Cantar de los Cantares 2:12)
Opinión de Inflorescencia
La rabia me corroe mientras escribo estas líneas. Nos encontramos en el miércoles de la #SemanaAutopublicados y todavía no me perdono no haber podido terminar de leer esta historia antes para haberla hecho formar parte de la iniciativa. Al menos su precuela, Marafariña, se ha mostrado a modo de representación del talento de la escritura. Si algo tengo claro es que sí que lo hará de la de 2019. Se trata del ejemplo claro de la que la literatura autopublicada atesora calidad a raudales. Se merece nuestra oportunidad.
Con este planteamiento sobre la mesa, es menester referirse a la complicación que existe para reseñar la secuela de cualquier novela. La realidad es que sin Marafariña, Inflorescencia carece de todo sentido. Y esta última arranca sus hechos cinco años después de los sucesos de la primera, por lo que cualquier persona que no haya disfrutado de esta se sentirá perdido, atosigado de emociones y sin comprender la fuerza que tiene ese pequeño pueblo gallego.
Supongo que por ello me enfrento con tanta cautela a esta reseña. Me encanta hablar en profundidad de las historias, pero en esta ocasión me puede la cautela ante el desvelo de algún detalle que pueda estropear lo que implique para vosotros esta bilogía con aires de trilogía. Mi objetivo es que salgáis de aquí con la necesidad de darle una oportunidad a Marafariña, si no lo habéis hecho ya.
Miriam Beizana Vigo ha tardado tres años en poder darles un final a la historia de Ruth y Olga. Ahora puedo aseguraros que ha merecido mucho la pena el trabajo y el esfuerzo. De alguna manera estoy tremendamente orgulloso de su esfuerzo. Ella sabe cómo tocar el alma de sus lectores.
La despedida de dos personajes convertidos en familia
Inflorescencia ha sido para mí la historia de una despedida. Quizás suene a tontería, incluso a cliché de reseña tópica, pero Ruth y Olga se han convertido en personajes importantes para mí, y si para afirmarlo hay que caer en una retahíla constante de palabras que deriven directamente en ello, habrá que asumir el riesgo.Para entender qué significa esta historia para mí hay que ponerse en contexto. El canal apenas llevaba tiempo abierto y por ello me sorprendía cada uno de los emails que recibía. Miriam Beizana Vigo me escribió ofreciéndome leer Todas las horas mueren. Una historia de la que ya os he hablado incontables veces y que recomendaría a todo el mundo.
Ella no lo sabía, pero yo por aquel entonces estaba atravesando un momento personal muy delicado a causa de un problema de salud. Sin más secuelas que una mirada tierna al pasado y una sonrisa orgullosa del que pudo seguir hacia delante, contemplo a un Carmelo Beltrán que entendía por primera vez el significado y el impacto de una depresión.
Hasta aquel momento yo formaba parte de ese conjunto de personas que por desconocimiento pensaba que con fuerza y energía se podía superar todo en la vida. Tenía en la cabeza que quien no salía adelante era porque se rendía, que se estaba autogenerando ese aura de tristeza y de oscuridad que impregnaba sus movimientos. Sin embargo, la ironía del destino se acercó en ese instante hasta mi persona y me enseñó que una depresión no consistía en sentir pesar, sino en no sentir absolutamente nada. En no tener más necesidad que estar tumbado en una cama, en mi caso a oscuras, dejando que las horas mueran a nuestro alrededor sin motivo.
Me recuerdo encerrado. Sin luz. Con una buena amiga tratando de que me animara constantemente y a mí sin valorar ni un ápice de sus esfuerzos. Entonces la pantalla del teléfono se iluminó y leí el mensaje de una joven autora tímida que me ofrecía su novela. Ella no lo sabía por aquel entonces, pero aquella historia me salvó.
En esas páginas conocí por primera vez a Ruth y Olga. No sabía nada de ellas, al igual que ellas tampoco se habían cruzado conmigo. No sé qué habría sido de mí sin esta historia, pero la realidad es que me rescataron y por ello ahora merecen un adiós en condiciones. Aunque dudo mucho que os olvide nunca. Habéis sido más reales que muchas personas.
Fanatismo religioso y el dolor de la ceguera
Marafariña e Inflorescencia son la cara y la cruz de una misma moneda. La primera nos hablaba del amor. Dejaba patente que la religión podía apresar a una persona. La segunda cambia las tornas y si en ella este sentimiento se puede cortar también con un cuchillo, su cadencia ahora amenaza con romper los futuros de cada una de las protagonistas. Infectado por el fanatismo religioso, aprenderemos como cada una de ellas vive en este contexto.
Para todos aquellos que seáis profanos en la historia de Miriam Beizana Vigo, tenéis que entender que se trata de la historia de amor entre dos chicas jóvenes. En la primera de sus novelas contaban con diecisiete años y en esta han alcanzado los veintidós. No obstante, discurriremos por distintos flashbacks en los que conoceremos qué ha sucedido en este lustro.
La esencia de la historia recae en que Ruth es Testigo de Jehová. Su religión no la acepta y ella tiene que romper con todo lo que ha sido, el futuro imaginado y el presente de una familia que nunca la aceptará. Así, la trama se centra en esta lucha interna de la protagonista contra sí misma, pero también en la mirada de una Olga que, pese a tener paciencia y confiar en su persona, acabará destrozada por las circunstancias. El impacto de la religión es tremendamente poderoso en esta historia y, por desgracia, siempre acaba causando estragos.
Sentimos el dolor en nuestra propia piel y tengo la sensación de que solo lo entendemos porque Miriam Beizana Vigo ha protagonizado este sentimiento. En el mundo habrá miles de Ruth y de Olga y todas ellas se merecen ser felices. Nadie debería acabar preso de cualquier religión. Menos una que te acepte tal y como eres.
Por ello esta novela es tan importante. Puede curar muchas vidas. Puede salvar más almas que cualquier fe.
Una historia dentro de otra historia
Como os he contado al principio de esta reseña, mi primer contacto con esta escritora surge a partir de Todas las horas mueren. Es una historia que en sí misma aparecía conectada con Marafariña y sus protagonistas tenían presencia, aunque yo cuando comencé a leerla no tenía ni idea de ese detalle. Tuve que aguardar a la lectura de la segunda para comprenderlo.
En Inflorescencia vemos como Olga, una de las protagonistas de la historia, trata de dar forma a Todas las horas mueren. Dejado por su madre comenzado antes de morir, circunscribe una de sus últimas voluntades. Ella adoraba las letras y su hija ha tomado el relevo. Aunque sea lo último que haga, quiere honrarla de esta manera.
Olga ha sido mi personaje favorito. La he querido como si fuera yo mismo y todas sus escenas me han atrapado el corazón. He luchado con ella por terminar la historia y le he pedido sin quererlo que se alejara de Ruth. He entendido su necesidad de encontrarse a sí misma. Las obligaciones que se ha puesto en forma de cadenas por una promesa que se hizo a sí misma.
Historias que forman parte de ti
La bilogía (o trilogía) de Marafariña formará siempre una parte muy importante de mí. Me ha calado hondo y sé que en un tiempo retornaré a releerla. Lo necesitaré. Quiero disfrutar de las calles de la gallega y la catalana. Volver a sentirme parte de una historia tan real que lo parecía.
Cuando encuentras historias así no puedes hacer más que agradecerle a su autora el trabajo. Ahora ya no es solo tuya, sino que también se ha instalado en mi corazón. Así que, es hora de dejarla volar.
No puedo decir más que os recomiendo encarecidamente esta obra. ¿Qué más podría hacer?
El artículo Reseña de «Inflorescencia» de Miriam Beizana Vigo es propiedad de Carmelo Beltrán.