Reseña de «La Guerra de la Amapola» de R.F. Kuang: Fantasía oriental llena de misticismo, belicismo y crueldad

La Guerra de la Amapola, aunque no es el primer libro escrito por R. F. Kuang, sí que ha sido el primero de esta autora que he leído. Decidí empezar por esta novela (primera de una trilogía que a día de hoy ya está acabada), porque no paraba de leer buenas opiniones acerca de esta historia finalista de los premios Hugo, Nebula y World Fantasy, con el resultado de que yo también he caído presa del embrujo de su poderosa y cruenta trama. Te lo cuento todo en esta reseña.

Rin es la joven protagonista de La Guerra de la Amapola, y su historia comienza cuando, deseando impedir el enlace matrimonial impuesto por sus tutores, y escapar de la servidumbre a la que su destino parece atarle de por vida, decide superar la dura prueba para ingresar en una elitista y exigente escuela militar, dedicada a reclutar a los jóvenes con más talento de Nikara. Esforzándose como nadie, la chica consigue entrar en Sinegard donde, además de las extenuantes actividades militares, debe hacer frente al desprecio de muchos de sus compañeros, poco acostumbrados a ver a una pobre huérfana del sur del país entre sus filas. Pero, si algo caracteriza a Rin, es su perseverancia y ambición, de modo que su persistencia la llevan a llamar la atención de un profesor que, a pesar de ser el menos importante para el resto de sus homólogos, entrenará a la joven hasta potenciar al máximo sus aptitudes como chamana para entrar en contacto con ciertos dioses, un poder que ella desconocía y que no duda en explotar, sobre todo cuando inicia la Tercera Guerra de la Amapola, con la invasión del eterno enemigo de Nikara: la Federación de Mugen. Pronto, nuestra valiente protagonista descubrirá las terribles consecuencias de dar rienda suelta al potencial del Fénix, el vengativo dios que la ha elegido.

La Guerra de la Amapola funciona muy bien como novela de fantasía de estilo oriental, con elementos bélicos y místicos que conforman una curiosa historia que tiene un poco de todo: desde la parte académica que tanto nos gusta a algunos lectores, hasta la dedicada al descubrimiento de una poderosa y ancestral magia o poder, pasando por interesantes batallas en las que se entremezcla la estrategia militar con el misticismo. Además, lo cruel y sangriento de algunas escenas es capaz de poner los pelos de punta hasta al lector más curtido, que se mantendrá en tensión prácticamente desde la mitad de la novela hasta su última página. Como un plus, cabe destacar el toque de tradición china que tiene la historia, lo cual la le aporta un plus de originalidad de cara a los lectores más bien acostumbrados a la literatura de fantasía occidental. A mí personalmente, me gusta mucho este género que ya descubrí gratamente con ken Liu y su Dinastía del Diente de León.

Conclusión: ya tengo en mi poder la segunda parte de esta trilogía que tengo previsto leerme tranquilamente en mis próximas vacaciones, mientras la última entrega me pone ojitos desde las estanterías de todas las librerías que visito. Así que pronto dejaré por aquí una nueva reseña de la continuación de esta más que recomendable historia…