Revista Cultura y Ocio

Reseña de «La hija del gigante de hielo»

Publicado el 21 noviembre 2022 por Amenofis05 @PabloC_Autor
Ya no atronaban las espadas ni se oían los gritos de matanza; el silencio reinaba sobre la nieve manchada de rojo. El pálido sol que se reflejaba cegador sobre campos y llanuras cubiertas de nieve arrancaba visos de plata de los corseletes rasgados y las espadas quebradas allí donde yacían los muertos. Las manos inanes aún agarraban la empuñadura rota, las cabezas con yelmo se echaban hacia atrás en medio de estertores de muerte, las barbas rojas y doradas apuntaban hacia el cielo como si invocasen por última vez a Ymir, el gigante de hielo, dios de una raza guerrera.Texto extraído de la edición de la editorial Sportula a cargo de Rodolfo Martínez.

R. E. Howard nos narró las aventuras de Conan de manera desordenada siguiendo un ritmo de creación y publicación algo distinto de lo que estamos acostumbrados. Aquí tenemos al Conan más joven de todos los relatos y no cuenta con más de diecisiete años, aproximadamente. Aún así, es un guerrero formidable y entra al servicio de una banda de soldados Aesires. Los Aesires habitan en Asgard, uno de los dos reinos de la gélida región de Nordheim, lugar que podría identificarse perfectamente como un trasunto de los reinos vikingos, cuyos habitantes comparten su misma tipología física. Los Aesires están envueltos en una guerra perpetua contra los Vanires, pelirrojos habitantes de Vanaheim, reino situado al norte de Nordheim. Son guerreros nórdicos de cabellos pelirrojos y tan feroces y temibles como sus vecinos. Es importante destacar que Asgard y Vanaheim son territorios vecinos de Cimmeria, el lugar de origen de Conan, por lo que nuestro protagonista se encontraría por la zona alquilando su espada a sus amigos Aesires en alguna de sus múltiples refriegas.

Reseña hija gigante hielo»

Después de un cruento enfrentamiento, Conan da muerte al último de los Vanires dirigidos por el caudillo Wulfhere que ha sobrevivido hasta el momento, Heimdul. Se trata de un inicio épico en el que nos muestra la desolación que arrasa el territorio nevado de las montañas. El tono es lúgubre y áspero como los propios protagonistas que tratan de sobrevivir en un entorno tan inclemente. Después de dar muerte a Heimdul, Conan cae al suelo exhausto y malherido para recobrar algo de energía. Maldice la negra suerte que ha impedido la llegada de los refuerzos Aesires. Al poco tiempo es atraído por la belleza de una moza que camina sobre la nieve con paso etéreo. Se cubre por una seda transparente y se burla del cimmerio, animándole a caminar hacia ella para obtener sus favores. En este caso podemos apreciar una influencia de la tradición más clásica al emplear el recurso de las míticas sirenas homéricas para atraer a las desdichadas víctimas hacia un final fatal. Es lo que le espera a nuestro protagonista, quien corre tras la muchacha con el corazón inflamado de deseo. Pero, al igual que los desgraciados marinos de los relatos de Homero, Conan se topa con la presencia de los hermanos de Atali, la hermosa muchacha que lo ha atraído hasta un desfiladero angosto. Ella anima a sus hermanos a derrotar al poderoso guerrero y ofrecer su corazón humeante como ofrenda a su padre, el dios nórdico Ymir.

Pero Conan sobrevive a la emboscada y derrota a los dos gigantes de hielo. Con el ánimo inflamado por el odio y la pasión, corre tras una aterrada Atali por las laderas nevadas de la montaña con el propósito de hacerle pagar a la muchacha la jugarreta. Pero Ymir es un dios poderoso, y Atali acude a su protección para protegerse de la amenaza de aquel mortal feroz como la muerte: la voz atronadora del dios gélido provoca una avalancha y libera a su hija de la presa del cimmerio, quien la había despojado de la túnica etérea que la cubría. Al cabo de poco tiempo, los camaradas de Conan logran encontrarlo al seguir sus huellas a lo largo del valle. Conan informa de lo sucedido, y la mayoría de sus compañeros dudan de sus palabras excepto uno de ellos, más experimentado. Conan duda sobre si lo sucedido ha sido un sueño provocado por la fatiga de la batalla, pero al descubrir que conserva un jirón de la túnica de la muchacha apretado en una de sus manos, sale de dudas por completo.

Reseña de «La hija del gigante de hielo»

-Mi aldea está más lejos de lo que puedes alcanzar, Conan de cimeria -dijo ella entre risas. Abrió los brazos y se contoneó ante él, ondeando el cabello dorado con sensualidad, los ojos centelleantes medio velados bajo las largas pestañas sedosas-. ¿Acaso no me encuentras bella?-Como el alba correteando desnuda por la nieve -musitó él, los ojos ardientes como los de un lobo.-Entonces, ¿por qué no te pones en pie y me sigues? ¡Menudo guerrero, ahí postrado! -gorjeó, enloquecedoramente burlona-. Date por vencido y muere en la nieve con los demás necios, Conan de cabellos negros. No puedes seguirme allá donde te guiaría.Texto extraído de la edición de la editorial Sportula a cargo de Rodolfo Martínez.

Este relato fue publicado de manera póstuma y no sabemos exactamente cuando lo escribió R. E. Howard (al menos yo no lo sé, jeje). Es un relato muy corto y directo que reúne muchos de los ingredientes épicos de la literatura de Howard. Un lenguaje culto muy bien cuidado, unas descripciones soberbias y un ritmo trepidante.

Han sido muchísimas las adaptaciones al cómic de esta novela, pero para mí la mejor es la que realizaron Roy Thomas como guionista y Barry Windsor-Smith a los dibujos en Mayo del 1971.

Para mí, es la mejor manera de iniciarse en las aventuras de Conan el Cimmerio, si queremos seguir sus aventuras de manera cronológica y no cuando fueron escritas. Creo que de esta manera toda la obra de Howard adquiere un empaque y un atractivo muchísimo más interesante que si la ordenáramos según la escribió el autor. Al menos, esta es mi opinión, y espero que os anime a disfrutar del relato.

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