Que Roald Dahl es un maestro de los libros para niños lo sabemos todos. Lo sabe medio mundo. Porque medio mundo ha leído Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, Las brujas, o cualquier otro tesoro suyo. Por no hablar de las adaptaciones cinematográficas.
Lo que pocos jóvenes saben es que Roald Dahl tenía otra faceta como escritor un poco menos conocida. Este grande también escribió para mayores de trece. Y qué bien que lo hizo, señores.
Desde que en mi segundo año de carrera tuviese que leer Switch Bitch (no me pidan que lo traduzca, porque no tengo ni la menor idea) volví a enamorarme de las letras de Dahl.
El curso pasado tuve la suerte de encontrarme en clase de traducción literaria con una profesora lista que nos recomendó Tales of the Unexpected, en español Relatos de lo inesperado. Lo he disfrutado mucho y a pequeños sorbitos, relato a relato. Ha sido libro de mi mesita desde el otoño pasado.
La novela consta de dieciséis obras, y no puedo decir que cada una sea mejor que la anterior, porque eso desmerecería mucho a la primera. En inglés y en orden son: Taste, Lamb to the Slaughter, Man from the South, My Lady Love, My dove; Dip in the Pool, Galloping Foxley, Skin, Neck, Nunc Dimitis, Tha Landlady, William and Mary, The Way up to Heaven, Parson's Pleasure, Mrs Bixby and the Colonel's Coat, Royal Jelly, y Edward the Conqueror.
No voy a contaros de qué va cada uno, pero sí os contaré de qué va mi favorito, Lamb to the Slaughter, algo así como "Cordero al matadero" (rima y todo, ¡si es que la historia me vuelve loca!). Mary Maloney es la mejor esposa que se podría imaginar. Es feliz atendiendo a su marido hasta en el más nimio detalle, y cuidar de su hogar es su dedicación. Hasta que un día él regresa del trabajo, y no muy comprensivamente, le anuncia que va a dejarla. La cuestión es que en realidad Mary Maloney no es ninguna mosquita muerta.
"El maestro absoluto del giro en el relato corto", dice el Observer en la portada; y no puede tener más razón. Si hay algo que caracteriza los relatos de este escritor son los brutales giros argumentales del final, esas sorpresas que cambian radicalmente el panorama, que te dejan con la boca abierta. Lo mejor de todo es que ya sabes que esa sorpresa te aguarda, y no puedes esperar para llegar al final y descubrirla, y toda la lectura de relato es un delicioso estado de tensión. ¡Menos mal que son cortos!
Eso sí, no se lo recomiendo leer en inglés a nadie que no tenga un nivel alto, porque el estilo de Dahl es más complejo. De todas formas, en español también está editado, por Anagrama, y tiene una portada muy bonita. Para mí es una lástima tenerlo ya en otra edición, porque el amarillo es mi color favorito, y con esos colores tan brillantes.... ¡es un pastelito!
Sí se lo recomiendo a la gente que coge el tren todos los días para ir al trabajo o a estudiar, es perfecto para acompañar los trayectos. También para los soñolientos que necesitan leer algo antes de apagar la luz, y en general, a los niños que crecieron con sus novelas infantiles y que ahora son mayores. Descubrirán a otro Roald Dahl que, pillo él, se volverá a hacer un hueco en la estantería.
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