Después de diversas novelas y cuentos el escritor Jaime Molina publica su última obra “Días para morir en el paraíso”, presentándonos un futuro de la humanidad para nada deseable.
“Nos encontramos en Antagón, en un futuro probable donde la contaminación ha vuelto tóxica la atmósfera. Las grandes compañías pelean por conseguir el monopolio de la comercialización del aire envasado. A la cabeza de ellas está el imperio construido por el misterioso magnate Volpi, pero su fallecimiento ha generado una tempestad de incertidumbre tanto para su empresa como para los consumidores”.
Para vencer una existencia monótona, Vidal, un anodino agente del Ministerio de la información, se ve impelido, como consecuencia de una fuerza inexplicable, a vivir la vida de un completo desconocido, cuya historia llegó a él por puro azar, o más bien, a continuarla en el punto en el que este hombre la dejó. Es de este modo que alternando ambas vidas, la de Vidal que nos relata su día a día intentando descubrir el paradero de Volpi a través de los datos recabados por su antecesor y por otro lado, las pesquias de Renian hasta llegar al punto en las que retomará la investigación Vidal, se irá conformando la trama de dos vidas que se convierten en una sola, en el intento de aclarar la muerte de quien obstentaba el mayor control del bien más preciado, el aire. Ambas narraciones se superponen, creando un marco de incertidumbre y misterio todo ello encaminado a descubrir en qué deparará todo este asunto. Antagón se nutre de la indiferencia de sus habitantes para subsistir, el fallecimiento de un humano supone alguien menos con quien racionar el agua y el aire, considerándose la muerte como una forma de equilibrio a la que todos se deben acostumbrar. Este egoísmo y falta de empatía con el prójimo se consigue convirtiéndolos en seres individualistas y solitarios, ajenos al sufrimiento ajeno. Esta imagen nos retrotrae en diversas ocasiones a ese mundo creado por el gran maestro de la ciencia ficción, George Orwel y ese gran hermano que lo vigilaba todo y mantenía a la población ignorante para así lograr manipularla. El miedo a una guerra o a la falta de oxígeno en este caso, reprimen las ganas de revelarse y acomodarse a las circunstancias sin rechistar. Molina nos va retratando este mundo a través de las vivencias, las emociones, pensamientos y conversaciones de los personajes que van mostrándonos este mundo desolador sin demasiadas descripciones, con frases breves que van directas a la acción, empujándonos a seguir leyendo y lograr descubrir si existe o no un paraíso en el que el ser humano alcance la libertad.
Un relato de ciencia ficción con personajes deshumanizados, dependientes de vivir en sociedad para lograr respirar, pero condicionados a estar solos y no sublevarse. Un relato rápido en su desarrollo que nos introduce en la trama con facilidad pendientes de las palabras para conocer lo que depara el futuro al protagonista y la incertidumbre de si logrará descubrir, no solo donde se encuentra Volpi y si es cierto que sigue vivo, sino que es lo que sucede en su propia cabeza. Imaginativa, ágil, una historia que todos aquellos que no han olvidado a “1984” lo más seguro que disfrutarán.Margari de Mis lecturas y más cositas