‘El Camino’ hacia The Black Keys
-¡Ohio rocks!-. Eso deben pensar The Black Keys cada vez que lanzan un nuevo disco. Y es que en una época en la que la originalidad es un camino prácticamente vedado y los héroes musicales se erigen en figuras carentes de todo el vigor que sus análogos poseyeron en pasadas décadas, -¿acaso es lo mismo el fenómeno Lady Gaga de hoy que el de los Rolling Stones en los sesenta?-, ahí están losamigos Auerbach y Carney divirtiéndonos con su buen rock and roll de factura revival.
Aunque con su anterior trabajo, Brothers, demostraron que se puede adaptar el blues de raíz a los matices de los sonidos electrónicos actuales, el espíritu de sus mentores -Howlin’ Wolf, Stevie Ray Vaughan, Cream o Taste- recogido en otros trabajos, aparecía difuminado por el aperturismo de turno. Bien es cierto que Brothers dio el empujón al dúo para ser conocidos en otros panoramas y, a pesar del cambio drástico, no incurrieron en las nefastas transformaciones que algunas bandas -precisamente se me ocurre una nacional- han dado.
En El Camino la formación ha encontrado la vía para sonar actuales sin renunciar al blues más auténtico. Contundencia en las guitarras, estribillos soul y pequeños ornamentos electrónicos configuran este nuevo trabajo que sin duda será bien acogido tanto por los nuevos seguidores como por los que llevan años tras la pista de los de Ohio.
Lonely Boy era el primer tema que conocíamos de este nuevo L.P. formado por once cortes; aptitudes no le faltan para convertirse en un éxito de pistas de baile, su combinación de guitarreo y la escalada de Auerbach hacia un estribillo digno de corearse, apelan por el buen gusto y las ganas de pasarlo bien. Dead and Gone constituye una prolongación natural del sonido más descafeinado de la canción anteriormente citada; quizás un poco hueca, entronca con el estilo de su predecesor Brothers. Una guitarra sin edulcorar y espíritu de blues marcan el inicio de Gold On The Ceiling, un corte que podría ser la delicia de cualquier videojuego -sin contar el éxito logrado con la aparición de Lonely Boy en la banda sonora de NFS: The Run-. Little Black Submarines parte del planteamiento acústico, un delicioso sonido que predispone a la intensidad de guitarras en mitad de la canción. Money Maker suena a clásico Black Keys, cargado de actitud aunque un poco falto de rabia. Run Right Back entra dentro de la tradición musical, en buena parte de sus líneas de guitarra, elaborada por los mejores Taste abanderados por Rory Gallagher. Sister es una de esas piezas que resulta más cercana al estilo de otras bandas contemporáneas como Gnars Barkley. Hell Of A Season está regida por una destacada batería y ritmos beat. Stop Stop se encarga de aunar psicodelia y el mejor soul; es agradable, sencilla y deja apreciar los mejores detalles de la voz de Auerbach. Nova Baby suena ochentera, como si The Clash se hubieran apropiado de algunos rasgos de The Cure. El broche lo pone Mind Eraser, una de esas canciones que entran dentro de la categoría ‘suena bien, pero podría estar mejor’.
El Camino sigue en la línea de apertura musical que inauguró Brothers pero trayendo de vuelta los sonidos que los hicieron populares. Muchos echaran de menos a lo que fue aquella banda nacida en un garaje, y otros habrán dado con una nueva forma de entender el blues. Son The Black Keys, un grupo nacido de la sencillez de una batería y una guitarra eléctrica.