RESEÑA
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EL RÍO DEL FRANCÉS
Bueno, ¿preparadas, preparados? ¿Hablamos del libro? ¡Dentro reseña!FICHA TÉCNICA
Título:El río del francés Autora:Daphne du Maurier Traductora:Concha Cardeñoso Sáez de Miera Editorial:Alba Editorial – Colección Rara Avis Número de páginas: 344 ISBN: 978 84 90655597 Precio libro físico: 19,95€ (Tapa blanda) / 9,49€ (Edición para Kindle)SINOPSIS Lady Dona St. Columb tiene veintinueve años y está casada con un baronet frívolo y satisfecho de sí mismo. Ocupa un lugar destacado en la corte de Carlos II, tiene muchos admiradores y cuando se aburre se disfraza de bandolero y asalta a ancianas condesas. Un día se lleva a sus dos hijos y se instala en Navron House, la casa familiar de su marido. En su camino se cruza un pirata francés que es el terror de la región: no tardará en pensar que son «el uno para el otro, dos trotamundos, dos fugitivos sacados del mismo molde». En El río del Francés(1941), Daphne du Maurier plantea si para una mujer la libertad equivale forzosamente a una huida, y si en cualquier caso es posible alguna vez «convertirse en otra persona».OPINIÓN Dona se está ahogando. La monotonía la está consumiendo. Eso y saber que su marido, Harry, nunca va a ser capaz de entenderla. Porque Harry St. Columb la quiere por ser quien es: esa mujer temeraria, alocada, divertida, inalcanzable. La misma que puede fingir que los convencionalismos de su época son poco más que cuentos. La que bebe en las tabernas con calzón. Pero está harta. Harta de saber que nunca podrá volar libre, porque su vida marital es una cuerda, una casi tan gruesa como la presencia de Rockingham, el mejor amigo de Harry – y un acosador de manual. El punto de inflexión es una noche en Londres. Aburrida, le propone a Rockingham fingir que son dos bandoleros. Aterrorizan a una señora, una mujer que hace que por fin Dona se ve a sí misma como realmente: alguien que no sabe qué diablos está haciendo. Alguien que, joder, tiene que parar antes de que sea demasiado tarde. La decisión la toma en un arrebato. Se asfixia. Tiene que dejar Londres. Y lady St. Columb elige como destino Navron House, una de las propiedades de Harry, la misma en la que pasó parte de su viaje de novios. La casa la recibe con el olor de esa ría que quiere investigar. También con el polvo y silencio de una casa vacía. Porque sólo hay un criado, William, el mismo que dice a la señora de la casa que puede tenerlo todo preparado. Pero a Dona no le importa. Ella sólo quiere disfrutar de la paz, de poder hacer lo que le plazca. No había tenido el placer de leer nada de Daphne du Maurier y he quedado totalmente encantada con su prosa. Ágil, salpicada de un sarcasmo y humor maravillosos; du Maurier es una mujer bastante adelantada a su tiempo. No le tiembla el pulso a la hora de llamar a cada cosa por su tiempo, tampoco si tiene que decir que, sencillamente, sus personajes sienten deseo. Y es eso, el hecho de que no se censure, que hable sin dejarse nada; lo que ha conseguido conquistarme totalmente. Porque tal vez El río del francéssea uno de esos clásicos modernos, pero yo lo he sentido como algo perfectamente contemporáneo. La paz de Dona dura poco. Una mañana en la que está disfrutando del jardín con sus hijos, retozando como niños, riéndose de todo, observando las nubes; William le anuncia que lord Godolphin quiere verla. Uno de esos amigos piojosos de Harry. Otro hombre que ha olvidado lo que es la felicidad y se ha encerrado en esa petulancia rancia. Uno que perturba la paz de Dona, sometiéndola a una soporífera entrevista que hace que ella tenga que tragarse la risa una y otra vez. Hay malas noticias, al parecer. Godolphin no se anda con rodeos: hay piratas cerca. Todo el mundo corre peligro. Una lástima que a Dona no le importe lo más mínimo. Al menos por el momento… Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILERNo os hacéis una idea de lo mucho que he disfrutado de las salidas de tiesto de Dona. De sus comentarios, de su forma maravillosa de ser y de esa manera de afrontar los problemas. Porque a ella no la domina el pánico. No se desmaya, ni grita, ni pide a gritos que la salven. Dona nació para salvarse a sí misma. Y lo hace. Vaya, si lo hace. Tenía ganas de saber cómo serían esos piratas de los que quería hablarnos la autora. También tenía miedo de encontrarme con algún estereotipo lleno de masculinidad tóxica, de ese machismo rancio que la época permitía– y sigue permitiendo, ¿eh?, que anda que no queda para que nos libremos del machismo, pero eso es otro tema–; pero Daphne du Maurier demuestra que es una señora cuando nos dibuja a un protagonista masculino sencillamente humano. Paciente, educado, divertido, dulce cuando tiene que serlo; nuestro francés en ningún momento trata a Dona como una damisela que necesite que la salven. La trata como a una más de su tripulación y, oídme, sólo por eso ya vale la pena.
Dona va estrechando lazos con el capitán de La Mouette, ese barco sencillamente maravilloso donde cada tripulante es como ese familiar al que has echado de menos sólo porque son encantadores, muy divertidos y, qué demonios, una panda de chalados que merecen mucho la pena. Nuestro francés es sincero con Dona: todo es pasajero. Sus vidas no tienen nada que ver. Ella es madre. Él es un fugitivo, siempre a la caza de la próxima aventura. Pero el verano es clemente. También largo. Hay tiempo más que suficiente… o tal vez no. Algo que he agradecido enormemente, es que la novela no sea la típica pastelada donde él se rebaja lo indecible, cantando su amor– y toda esa mierda–; tampoco esa historia en la que ella llora cuando todo acaba. Es una historia divertida, llena de aventuras, donde el problema está en cuánto tiempo tardará lord Godolphin y su corte de amigotes– un grupo encantadorde época que, por favor, da lo que viene siendo un poquito de vergüenza ajena – en saber dónde esconde el francés su barco. Porque ese el drama de esa gente: que el francés llega, saquea a los ricos y se va. Que llega, joder, y no consiguen pararlo.Ay, amigos, la que os espera…
No os quiero contar mucho más para no destrozaros la novela – sí, pese a estar en una zona en la que podría hacerlo –, pero sí que quiero detenerme en un par de cosas que me han gustado muchísimo. La primera es que Daphne du Maurier no dibuja una tragedia, dibuja un recuerdo precioso. Uno en el que cada detalle, cada olor y sabor; suman. Nos habla de la hipocresía de la clase alta, de ese afán de poder, del aburrimiento, del consumo abusivo de alcohol y de la ludopatía. Y lo hace de forma tan directa, tan maravillosa, que sólo me queda deciros que es maravilloso.La segunda es que, en cierto modo, el libro pretende enseñarnos lo que pasa cuando nos perdemos a nosotras mismas, a nosotros mismos. Porque es muy fácil perderse y aceptarlo, ¿verdad? Dona se encuentra cuando empieza a pensar que su vida va a ser la repetición infinita del delirio etílico de su marido; y cuando lo hace, cuando por fin se ve, decide que puede con todo. Decidme si eso no es bonito.
...Divertida, alocada, salpicada de momentos tiernos; El río del francés es una obra sencillamente maravillosa. Daphne du Maurier dibuja un momento robado, un verano en el que Dona descubrirá que ser ella misma es maravilloso.Nota: 5/5