RESEÑA
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EL RÍO DEL FRANCÉS
¡Hola, hola, hola!
Bueno, ¿preparadas, preparados? ¿Hablamos del libro? ¡Dentro reseña!FICHA TÉCNICA

No os hacéis una idea de lo mucho que he disfrutado de las salidas de tiesto de Dona. De sus comentarios, de su forma maravillosa de ser y de esa manera de afrontar los problemas. Porque a ella no la domina el pánico. No se desmaya, ni grita, ni pide a gritos que la salven. Dona nació para salvarse a sí misma. Y lo hace. Vaya, si lo hace. Tenía ganas de saber cómo serían esos piratas de los que quería hablarnos la autora. También tenía miedo de encontrarme con algún estereotipo lleno de masculinidad tóxica, de ese machismo rancio que la época permitía– y sigue permitiendo, ¿eh?, que anda que no queda para que nos libremos del machismo, pero eso es otro tema–; pero Daphne du Maurier demuestra que es una señora cuando nos dibuja a un protagonista masculino sencillamente humano. Paciente, educado, divertido, dulce cuando tiene que serlo; nuestro francés en ningún momento trata a Dona como una damisela que necesite que la salven. La trata como a una más de su tripulación y, oídme, sólo por eso ya vale la pena.
Dona va estrechando lazos con el capitán de La Mouette, ese barco sencillamente maravilloso donde cada tripulante es como ese familiar al que has echado de menos sólo porque son encantadores, muy divertidos y, qué demonios, una panda de chalados que merecen mucho la pena. Nuestro francés es sincero con Dona: todo es pasajero. Sus vidas no tienen nada que ver. Ella es madre. Él es un fugitivo, siempre a la caza de la próxima aventura. Pero el verano es clemente. También largo. Hay tiempo más que suficiente… o tal vez no. Algo que he agradecido enormemente, es que la novela no sea la típica pastelada donde él se rebaja lo indecible, cantando su amor– y toda esa mierda–; tampoco esa historia en la que ella llora cuando todo acaba. Es una historia divertida, llena de aventuras, donde el problema está en cuánto tiempo tardará lord Godolphin y su corte de amigotes– un grupo encantadorde época que, por favor, da lo que viene siendo un poquito de vergüenza ajena – en saber dónde esconde el francés su barco. Porque ese el drama de esa gente: que el francés llega, saquea a los ricos y se va. Que llega, joder, y no consiguen pararlo.Ay, amigos, la que os espera…
No os quiero contar mucho más para no destrozaros la novela – sí, pese a estar en una zona en la que podría hacerlo –, pero sí que quiero detenerme en un par de cosas que me han gustado muchísimo. La primera es que Daphne du Maurier no dibuja una tragedia, dibuja un recuerdo precioso. Uno en el que cada detalle, cada olor y sabor; suman. Nos habla de la hipocresía de la clase alta, de ese afán de poder, del aburrimiento, del consumo abusivo de alcohol y de la ludopatía. Y lo hace de forma tan directa, tan maravillosa, que sólo me queda deciros que es maravilloso.La segunda es que, en cierto modo, el libro pretende enseñarnos lo que pasa cuando nos perdemos a nosotras mismas, a nosotros mismos. Porque es muy fácil perderse y aceptarlo, ¿verdad? Dona se encuentra cuando empieza a pensar que su vida va a ser la repetición infinita del delirio etílico de su marido; y cuando lo hace, cuando por fin se ve, decide que puede con todo. Decidme si eso no es bonito.
...Divertida, alocada, salpicada de momentos tiernos; El río del francés es una obra sencillamente maravillosa. Daphne du Maurier dibuja un momento robado, un verano en el que Dona descubrirá que ser ella misma es maravilloso.Nota: 5/5