Normalmente las introducciones que abren los tomos de cómics son una chuminada. La gran mayoría son paja por transcribir lo que pone en Internet, por no pasar de lo obvio o por ser panfletarias. Afortunadamente no es el caso de la que inicia La Tormenta y la Furia, de la introducción de un tal G. D. Gold. La susodicha enriquece la lectura al dar claves muy certeras, se nota que su autor la ha leído con atención, para entender toda la serie, cosa que ayuda a lectores que, como yo, no la han seguido con fidelidad porque en general, al ser mediocre, sólo es apta para quien le guste mucho el Terror popular.
Lo que viene a decir Gold es que Hellboy, el ciclo que termina con este tomo que se inició hace casi 20 años pues su creador ha dicho que va a seguir ordeñando a la vaca, va sobre el Destino, que la serie de Mignola ha tratado un tema clásico: la lucha entre el individuo y el Universo por el control de su Destino. Así, la serie de Hellboy ha ido sobre la lucha de su protagonista por ser dueño de sí mismo, de liberarse de lo que su condición, su excepcionalidad, la sociedad y el Universo le exigían. Este dato da profundidad y riqueza a lo que hasta ahora era una serie de tópicas aventuras de entretenimiento sin pretensiones y, así, revaloriza la serie.
Bueno, lo ha hecho Mignola pero lo veo gracias a Gold. Rememorando mis lecturas de Hellboy encuentro que la mayoría, las historias de la parte central, son simples aventuras. Carecen del interés de la miniserie inicial y estas miniseries finales, que lo tienen porque al tratar el tema del Destino hacen a Hellboy algo más serio y ambicioso. En su parte central Hellboy era simplemente un vehículo vacío para hacer refritos de cuentos y novelas pulp de Terror, pero con el tema del Destino Mignola la ha acercado a los clásicos y así ha hecho que toda ella tenga más brillo y dimensiones
La Tormenta y la Furia tiene interés porque tiene algo de profundidad pues relata la siempre interesante lucha del individuo para dominar su Destino. Mezclando temas griegos, germanos y, sobre todo, celtas con el cristianismo, la Pasión y el Apocalipsis, y Lovecraft, Mignola cierra un gran ciclo, irregular por responder casi todo él a intereses prosaicos, contando algo de importancia aunque sin hacer nada especial. Estas dos miniseries son inferiores a las inmediatamente interiores, las del tomo La Cacería Salvaje. La Tormenta y la Furia lo tenía todo a favor, la culminación de un épico ciclo y de una historia que ha ido en crescendo, pero al final el espectáculo no es espectacular porque Mignola no sabe ser directo y emocionante. La historia que cuenta está alargada y contada sin tensión. Mignola no narra sino que se limita a desgranar sus ideas. La mejor prueba de ello es que repite textos y gran parte del final es Hellboy dándose de tollinas. Era de esperar, no tiene el talento suficiente como para ser un buen narrador. Ha sabido crear algo interesante y atractivo para sus coetáneos (y quizá para la posteridad), la lectura es lo que tiene, y gracias a la mitología le ha dado algo de calado, pero es un relator mediocre. Como dibujante es excelente, el mejor que ha dado EE.UU. en los últimos 30 años seguramente. Con un estilo nada comercial ha sido capaz de influir al mainstream y a prácticamente todos los dibujantes de los últimos 20 años, además de crear escuela como muy bien demuestra Fegredo. Así pues, este tomo es una lectura grata con alguna que otra idea destacable, pero en conjunto no despega y eso que tiene al Dragón, a la Materia artúrica, a los dioses celtas, al Apocalipsis, al folklore británico y un notable atractivo visual. Aunque Fegredo está lejos del nivel de su maestro consigue un gran resultado al practicar un estilo sumamente estético y testado y porque, al ser más trabajador, es un narrador más competente. Por tanto, se puede decir que el final del gran ciclo de Hellboy es decepcionante porque es pequeño cuando no debería serlo.
No obstante, la versión de Mignola del campeón predestinado es interesante porque en la La Tormenta y la Furia el Mesías se rebela contra el Destino que le impone el Universo. La fuente de Mignola es la mitología clásica pero la actualiza, así, la humanidad triunfa. Para los griegos la victoria del humano era imposible, pero Mignola, teñido de modernidad, supera esa visión ya que lleva el humanismo mucho más lejos que aquellos y, teñido de cristianismo, aunque acepta el Ciclo, apuesta por el sacrificio redentor que convierte el ciclo en línea: El futuro [...] el sacrificio y la sangre de Hellboy lo han transformado. Así, la humanidad gana y por ello la última viñeta es un lirio, flor que simboliza, para los griegos clásicos, la muerte y la vida de Ultratumba y, para el cristianismo, la pureza.