Por fin podemos disfrutar de Inferno, sexto libro del conocido escritor Dan Brown, el cuarto de ellos protagonizado por el profesor de simbología Robert Langdon. Tengo que reconocer que esperaba con gran expectación esta novela. Pertenezco al numeroso grupo de personas que quedó fascinada por El Código Da Vinci, y más tarde -aunque en realidad se publicase antes- por Ángeles y demonios. Aunque El símbolo perdido me cautivó en cierta medida, tuvimos nuestros más y nuestros menos -pero eso es mejor dejarlo para otro día-. Quizá precisamente por esto temía y deseaba a partes iguales sumergirme en las páginas de Inferno. ¿Estaría a la altura o supondría una pequeña decepción? Antes de llegar a eso quiero comentar algo que me molesta bastante. Entiendo que a una gran parte de la crítica especializada no le convenza el estilo y tramas del autor, en eso no me meto, la verdad. Lo que sí me desagrada bastante son las formas en las que, en muchas ocasiones, ciertas personas desprecian sus obras, con calificativos que de alguna manera también menosprecian al lector. Creo que todos estamos de acuerdo en que es
En esta ocasión el punto de partida es bastante diferente a los anteriores. Nos encontramos con un Robert Langdon amnésico, con dos días de su vida totalmente olvidados y en un país al cual no recuerda haber viajado: Italia. Concretamente, Florencia. Esto hace que la acción comience desde el principio; prácticamente no nos da tiempo a situarnos cuando ya estamos en medio de persecuciones de todo tipo. Me ha gustado mucho este cambio respecto a lo que nos tiene acostumbrados, aunque tiene un pero. Que empiece tan fuerte supone que en algún momento se tiene que desinflar, ya que es casi imposible que siga seiscientas treinta y tres páginas con ese ritmo, y más teniendo en cuenta que estamos a oscuras respecto a la trama. Pues bien, tengo que admitir que la primera mitad del libro, después de ese comienzo, se me hizo algo pesada; no llega a aburrir, ya que eso es algo que no suele ocurrir en los libros de Dan Brown, el cual suele recurrir a la acción, los capítulos cortos y el misterio para evitarlo, pero sí es cierto que el ritmo se resiente un poco. No tiene una progresión natural, por decirlo de alguna manera. Eso sí, en cuanto vuelve a coger un ritmo más ágil y engancha al lector por completo, es imposible despegarse de sus páginas.
En cuanto a la trama no quiero contar demasiado ya que he visto en muchas reseñas lo que yo considero spoilers -igual para otros no lo son-. Comencé la novela sin tener ni idea de lo que me iba a encontrar, por lo que me llevé una grata sorpresa cuando descubrí las razones por las que el antagonista lleva a cabo ese maquiavélico plan, y considero que revelar ese dato antes de comenzar la lectura es un gran error. El tema que plantea el autor me ha encantado, hace que el lector reconsidere ciertas cuestiones. ¿El fin justifica los medios? Pero antes de descubrir ese plan maestro y el motivo por el que Robert Langdon se pasa medio libro corriendo de un sitio para otro, nos encontramos con Inferno, la primera parte de La Divina Comedia. A través de diferentes pistas relacionadas con la obra de Dante Alighieri, nuestro protagonista irá acercándose poco a poco a la verdad. Como siempre, me ha encantado como va enlazando las pistas, una detrás de otra, consiguiendo tener al lector totalmente atrapado en todo momento. Además, algo que adoro de sus libro son las continuas referencias, a lo largo de la novela, de lugares, monumentos y obras que arte. Creo que la mayoría de nosotros hemos recurrido a internet cada pocas páginas para hacer una búsqueda de todas ellas.
En cuanto a los personajes, tenemos como siempre, claro está, a Robert Langdon, el cual me tiene conquistada desde El Código Da Vinci. Bien es cierto que no sabemos casi nada de su vida privada, pero es algo que tampoco necesito. Me parece un protagonista muy interesante, inteligente, valiente en ocasiones, cobarde en otras, con sus temores, sus manías... Dudo que me llegue a cansar por muchas obras que escriba de él. Por otra parte tenemos a la co-protagonista femenina, un imprescindible en los libros del autor; suelen ser las encargadas de darle ese pequeño empujón Robert en numerosas ocasiones, además de ayudarlo a ir descubriendo todas las pistas y sacarlo de más de un apuro. La fórmula de momento sigue funcionando, así que no tengo nada negativo que decir de ella. Respecto a los demás personajes, decir que no he sabido quienes eran los malos ni los buenos en ningún momento, parecían cambiar de bando constantemente. Dan Brown juega muy bien con nosotros, consiguiendo tenernos alerta sacando conclusiones de todo tipo -erróneas, en su mayoría-.
El final me ha convencido, no me lo esperaba para nada, por lo que me ha dejado una sensación muy buena, e incluso he pasado un tiempo después de terminarlo dándole vueltas al tema. Me alegro que optara por arriesgarse, ya que otro final seguramente no habría estado a la altura de la obra en general. Como veis me ha gustado mucho, aunque sigo quedándome con El Código Da Vinci, obra a la que le tengo un cariño especial.
Sin duda seguiré esperando con muchas ganas las próximas publicaciones de Dan Brown. Sus historias cuentan con grandes dosis de acción y de misterio, todo ello situado en increíbles escenarios y rodeado de mucho arte. ¿Quién pide más?
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·Editorial: Planeta
·Publicación: Mayo 2013
·Precio: 22,50€
·ISBN: 9788408114178
·Páginas: 633