Revista Cultura y Ocio

Reseña - Kokoro

Publicado el 15 agosto 2020 por Alaluzdelasvelas


RESEÑA

-

KOKORO

¡Hola, hola, hola!

Cuando leí Botchan (reseña aquí), de forma totalmente inocente pensé que me había encontrado con un autor que iba a encantarme. Pero me equivoqué. Vaya, si me equivoqué. Kokoro, la gran obra, me ha parecido terrible. Pero terrible a tantos niveles que, me vais a perdonar, tengo que quedarme a gusto. Y sí, voy a ser dura. Y no, no me voy a arrepentir. Así que os invito a que ignoréis esta reseña si el libro os encantó. No tengo ganas de aguantar comentarios en los que se me “explique” por qué no he entendido nada – ya sabéis lo que opino de las faltas de respeto gratuitas –. Si queréis opinar con tranquilidad, me parece maravilloso. Si no… cerrad la pestaña. En serio, hacedlo. Si habéis decidido quedaros, empezamos. ¡Dentro reseña!

FICHA TÉCNICA

Reseña - Kokoro

Título:Kokoro

Autor:Natsume Sōseki

Traductores:Yoko Ogihara & Fernando Cordobés González

Editorial:Impedimenta

Número de páginas: 304

ISBN: 978 84 15979128

Precio libro físico: 18,95€ (Tapa blanda) / 7,59€ (Edición para Kindle)

SINOPSIS

 Coincidiendo con el centenario de su aparición, Impedimenta publica una nueva traducción de la obra maestra de Sōseki, que prefiguraría la de autores de la importancia de Akutagawa, Kawabata o Murakami. «Kokoro» («corazón», en japonés) narra la historia de una amistad sutil y conmovedora entre dos personajes sin nombre, un joven y un enigmático anciano al que conocemos como «Sensei». Atormentado por trágicos secretos que han proyectado una larga sombra sobre su vida, Sensei se abre lentamente a su joven discípulo, confesando indiscreciones de sus días de estudiante que han dejado en él un rastro de culpa, y que revelan, en el abismo aparentemente insalvable de su angustia moral y su lucha por entender los misterios del amor y el destino, el profundo cambio cultural de una generación a la siguiente que caracterizó el Japón de principios del siglo XX. Ninguna biblioteca de literatura japonesa estaría completa sin «Kokoro», la novela más lograda de Natsume Sōseki, la más profunda y la última que completó antes de su muerte.

OPINIÓN

 Un despropósito. Eso ha sido la novela para mí. Es gracioso, porque cuando la empecé me dije “venga, no pasa nada”, pero es que cada situación es más surrealista – e irrespetuosa – que la anterior. Me explico, me explico.

 Todo empieza con nuestro protagonista, del que ni siquiera sabemos el nombre, veraneando con un amigo suyo. Este amigo se tiene que ir para atender unos asuntos familiares y, abandonado a su suerte, nuestro “maravilloso” protagonista no tiene mejor que ocupación que obsesionarse con otro veraneante. Un hombre mayor al que empieza a llamar para sus adentros sensei. En su gran escalada en su carrera de acosador, se pasa el día entero esperando a que llegue el gran momento de ver a sensei. Eso de “el que la sigue la consigue” se lleva al extremo en este caso, y es que nuestro protagonista prácticamente impone su presencia a ese “gran hombre” que le paree sensei.

 Podréis decir “Carme, lo estás sacando de contexto”, pero entonces yo me veré obligada a deciros que el acoso, lo siento, lo es le pese a quién le pese. Dejando esto de lado, nuestro protagonista y sensei empiezan a tener una serie de conversaciones entre olvidables y soporíferas. Conversaciones en las que el protagonista queda prendado por esa postura altiva, condescendiente y casi irrespetuosa de sensei. Porque el hombre se siente en la cúspide, sí, sí. De la gilipollez, diría yo, pero esto lo dejamos para más adelante.

 La vuelta a Tokio por parte de ambos supone algo así como un punto de inflexión. Y digo “algo así” porque realmente ni siquiera es relevante. Lo que sí lo es – o eso se nos dice – son las visitas repetidas del protagonista a sensei. El esquema reiterado de la conversación fingidamente profunda se ve quebrado por perlas misóginas – como que “las mujeres son estúpidas” o “dignas de lástima” -; porque de eso hay mucho, en la novela. Misoginia, digo. A patadas. A palas. Qué maravilla, ¿eh?, qué maravilla. Si es que no sé cómo siendo tan tonta he sido capaz de entender esta “joya”.

 La novela, en realidad, carece de una trama sólida. La sensación que me llevo es que Natsume Sōsekino tenía ni idea de qué quería contarnos, hasta que tuvo una idea, a mi juicio absurda y previsible, sobre por dónde encauzar la trama.Así, nos divide la trama en tres partes. Una primera aburrida, una segunda insufrible y una tercera sencillamente infumable. Porque si bien es cierto que la primera podría llegar a disculparla– y con mucho esfuerzo –, la segunda sobra y la tercera es innecesariamente larga.

 Algo que me molesta, y mucho, es que tenga que poner de excusa la época. Y me molesta porque, lo siento, si me siento ofendida leyendo una novela estoy en mi perfecto derecho de decirlo – como de aguantar comentarios innecesarios, pero esto es ley de vida-. Y claro que me he sentido ofendida. Mucho. Muchísimo. Sōsekideja bien claro, por activa y por pasiva, que los hombres son muy listos y las mujeres muy tontas. Amigo, vete a llorar a otra parte, anda. Lo mejor del temaay, la ironíaes que lo hace poniendo palabras encantadoras en personajes maravillosos… no sé para quién.

 Sensei es, lo siento, un llorón. Un cobarde. Un maldito cobarde de mierda que no es capaz de afrontar lo que pasó. Porque, tela, el colega, cómo se las gasta. Con gente así cerca os puedo asegurar que nadie necesita enemigos. Hay que ser miserable, rastrero y desgraciado. He dicho. El protagonista no es mejor. Entre los dos nos dibujan un fresco del clasismo rancio, el elitismo rozando en lo puritano y, esta es mi parte favorita, la justificación estúpida de por qué una acción imperdonable es motivo para ser un pedazo de defecación humana.

 ¿Queréis saber qué pasa? ¿Una trama? Qué gracioso, yo también quería una. Pero bueno, haré el esfuerzo. Nuestro protagonista está en la carrera cuando visita a sensei. No entiende cómo es posible que ese hombre tan “misterioso” y “maravilloso” renieguede la sociedad. Porque <<no queda nadie que valga la pena>>, dicecolega, tú sí que no mereces la pena; <<porque todo el mundo tiene maldad en su interior>>. Qué profundo, ¿eh?, qué profundo. No os lo creáis: sólo son los lamentos de un hipócrita.

 El protagonista entiende dos cosas, en sus visitas a senseitres, si contamos sus súper reflexiones de por qué nosotras somos tan inferiores y ellos tan superiores: que la gente que no es tan cultacomo ellos no vale la pena(aka: elitismo); y que hay que pedir la herencia incluso cuando la persona que redacta el testamento está viva. Mirad, me descojono de risa. Qué vergüenza.

 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER

 Sigo sin entender cómo estopuede tener tan buena prensa. De verdad que no. No me parece ni tierno, ni bucólico, ni entrañable, ni todos esos apelativos positivos. De hecho, me parece todo lo contrario. Si no he vomitado encima del libro, es sólo porque mi educación me lo impide. Ahora, también os digo que no me sale de las narices deciros que esto es “un clásico maravilloso” porque no me lo parece. Para nada.

 Sensei, como decía, es un cobarde. Un pedazo de mierdecilla con la autoestima por los suelos. Porque las mujeres seremos muy tontas, pero ojo, el colega, cómo llega a hacer el maldito ridículo por “la señorita”– término que no me gusta nada, pero esto es otro tema –. Si es que ya os digo que esto es un canto a la hipocresía. Y a todo lo que NO hay que hacer para ser una buena amiga, un buen amigo.

 Una de las cosas que más me ha molestado de la novela es la irrelevancia que se da la familia del primer protagonista. Y me molesta, os cuento, porque no entiendo a santo de qué demonios tenía el autor que meter a calzador algo que ni siquiera importa. Porque sus padres se preocupan por él, pero él vive por y para el maldito sensei de las narices. El mismo que, ¡cómo no!, tiene un pasado súper tormentoso(patético) que no le deja avanzar. Bravo, colega, bravo. Pero hablaba de la familia del protagonista. Para él, son tontos. Así de sencillo. Porque él es muy listo, claro, y le molesta que su padre se alegre de que haya acabado la carrera. Me pincháis y no me sacáis sangre. Sus padres partiéndose el lomo para que el huevón de mierda tenga dinero y así se lo paga. Asco.

 La tercera parte es lo más patético y previsible que podáis echaros a la cara. Un burdo intento de expiación, cuando no es más que el relato de un envidioso con ínfulas de grandeza y ego herido. Sensei, me vais a perdonar, es una persona horrible. Un maldito bastardo que se pasa cuarenta pueblos, sencillamente porque puede. Qué bonito, eso de escudarse en que “no puede superarlo”. Y no lo cuenta, claro, porque es un maldito cobarde. Más asco.

 Me dio lástima la suerte de K– y eso que era otro estúpido misógino, el amigo –, más que nada porque el chaval, siendo un perla, era mil veces mejor persona que sensei. Al menos decía las cosas a la cara. La señora y la señorita son poco más que dos personajes de adorno. La primera se ve como esa madre protectora, dulce, forzadamente divertida; y la segunda como un trofeo. Tal cual lo leéis. Encantador, ¿verdad? Una muñeca de trapo que hace que entre sensei y K empiecen a haber una serie de roces– harto previsibles –, hasta que nuestro “gran sensei” demuestra cómo de buen amigo es. Bravo, tío, te llevas el premio al amigo de mierda del siglo.

 No me ha gustado. No me ha gustado nada. No sólo me he sentido insultada, sino que encima me ha parecido previsible, innecesariamente larga y absurda. Sí, absurda. La novela no va a ningún sitio. Acaba de un modo lamentable, pero podía haber acabado de cualquier otro. Total, no hay rumbo. Tampoco mensaje. La culpa, me vais a perdonar, sólo sirve para que sensei desgrane una historia que no viene al caso– que podía haberse resumido en menos de cien páginas – y que no aporta nada al protagonista. Y… bueno, ya no entro en el que podría ser el gran spoiler del libro porque no me vale la pena, pero vaya cuadro de comedor.

 Si no sabéis cómo perder vuestro tiempo, estoy segura de que esta es una apuesta maravillosa.

...

Previsible, insultante, absurda, Kokoroes una novela olvidable, innecesaria y tremendamente soporífera. Si queréis un libro que no aporte nada, estáis de enhorabuena, os lo he encontrado.

1/5



Volver a la Portada de Logo Paperblog