Aquí vengo con La puntuación: libro que tenia muchas ganas de leer y no me ha decepcionado, pero me he encontrado algo muy distinto a lo que esperaba en sus páginas. Ya me estoy adelantando.
Las cámaras de seguridad graban todos tus movimientos. Lo que dices. Te leen los labios. Tu expresión facial. Y en base a ello, te puntúan. Y según tu puntuación, tu vida será un sueño o…una pesadilla. Imani LeMonde lo sabe, pero lo arriesga todo al relacionarse en secreto con Diego Landis, un miembro de…los no puntuados.
«Una mirada escalofriante e inquietante a un futuro próximo demasiado reconocible. La Puntuación hará aflorar el rebelde que todos llevamos dentro.»
Scott Westerfeld, autor de Traición
La puntuación parte de la base de la pesadilla de Orwell, y es más, al protagonista masculino – Diego - se le ve en más de una ocasión con el libro 1984 o mencionando Un mundo feliz. A estas alturas ya he leído bastantes novelas distópicas, y la verdad es que siempre pienso “a ver cómo me sorprenden esta vez” y, curiosamente, lo hacen casi siempre; esta no ha sido una excepción. Imani LeMonde pertenece a la primera generación que esta bajo los efectos de La puntuación. Que no, que no es cosa del gobierno, es cosa de una empresa… y casualmente Imani vive en una ciudad bastante pobre “de prueba” donde se usa esta puntuación gratuitamente (a otras ciudades les cuesta dinero, que las cámaras no son gratis). ¿En qué consiste la puntuación? Bien, veamos: imaginaos un mundo en el que se ha creado una brecha insalvable entre ricos y pobres, te quedas sin oportunidades si no tienes dinero, pues aquí llega la puntuación que, gracias a un conjunto de cámaras repartidas por todos lados un software analiza tus gestos, tu forma de caminar, tus actuaciones, con quien te juntas y basándose en unos criterios considerados idóneos te asigna una puntuación, una puntuación que puedes cambiar y por ello desaparece el sistema de castas (el sistema de castas viene a ser una jerarquía social inamovible y adquirida por nacimiento, véase los esclavos, nacías negro, eras esclavo y no podías hacer absolutamente nada para ser blanco), y se supone, y en realidad es así, que todos tienen las mismas oportunidades, dependiendo de tu puntuación final puedes acceder a unas universidades o a otras, a unos trabajos o a otros, y en base a ella tu vida será una u otra. No hace mucho leí - no me preguntéis dónde - una frase que decía ¿Qué pasa si quien tiene en su mente la cura del cáncer no puede pagarse sus estudios? Da que pensar, ¿verdad? Pues con la puntuación no pasaría, esa persona da igual que naciera pobre que rica, mediante la puntuación podría abrirse camino hacia los estudios que quisiera. De todos modos no todo iba a ser idílico: también están los no puntuados, personas que no han sido puntuadas por los motivos que sean (básicamente que sus padres no firmaron el consentimiento), y he aquí cómo un sistema que pretendía dar oportunidades al individuo, de ser quien quisiera ser, ha ido degenerando y convirtiéndose en algo totalmente mecánico, en el que sólo importa uno mismo y da igual a quién pises para subir más y más puntos (dentro del instituto los que son del mismo número se relacionan entre ellos, y si subes de puntuación no vuelves a relacionarte porque los demás pueden contaminarte, pueden hacer que bajes de puntuación sólo por ser de puntuación inferior y hablar con ellos, es un efecto colateral, y si no que se lo pregunten a Imani LeMonde, que pese a ser un 92 verá todas sus oportunidades de estudiar en una universidad aniquiladas por culpa de su amiga Cady (un 71 que pronto dejará de serlo al cometer una infracción grave)).
Imani es de clase bastante humilde y es negra (se la describe como caramelo o café con leche) y no nos engañemos, hace no tantos años no habría tenido ni una sola oportunidad, pero gracias a la puntuación es un 92 y podrá ir a la universidad que quiera con todo pagado… hasta que su amiga Cady hace algo indebido, y por asociación la puntuación de Imani baja estrepitosamente, y sus posibilidades se ven seriamente reducidas. Es entonces cuando en clase de historia un profesor les habla de una beca nueva, independiente a la puntuación, a la que pueden presentar un trabajo para conseguirla. Les propone que los no puntuados defiendan la puntuación, y los puntuados la desacrediten, y es así que Imani acaba colaborando con Diego Landis, un no puntuado con el que expondrá puntos de vista para hacer el trabajo, tendrán unos cuantos debates que dan mucho que pensar, y quién sabe quizá si hasta alguien traiciona a otro alguien.
La base es muy buena, es fresca, y la autora sabe ir dejando ideas por doquier sin llegar a agobiar; pienso, y no sé si me equivoco, que la autora más que escribir una novela en sí, lo que pretendía era estimular. Hacer pensar. Tocar algo que hiciese clic en alguien, y si esa era su premisa, seguro que lo ha conseguido. Ahora bien, a la historia le faltan páginas para llegar a ser una historia en sí: tiene 223, y es ágil de leer, pero en realidad no pasa gran cosa. Que sí que pasa, pero se detiene más tiempo en desarrollar la idea (que de todos modos hay algunas que no acaban de quedar claras, pues se centra más en aspectos morales), que en hacer avanzar la historia, y llega un punto que la acaba, para mi gusto, demasiado precipitadamente y dejando algún que otro cabo suelto, y por eso mismo vuelvo a mi pensamiento de que más que una novela quería dar una lección.
Si buscáis La puntuación por enfrascaros en una historia de amor que vaya en contra del sistema, la verdad es que no lo vais a encontrar, pues se pasan casi todo el libro debatiendo y no es hasta las últimas páginas que se atisba algo de romance. Si lo buscáis por enfrascaros en una lucha contra el poder, una rebelión…, tampoco llega a ser así,pues la puntuación es la puntuación: no pasa nada, nadie va a venirte a decir “Oye, eres un 30, a la hoguera” (bueno quizá te lo diga uno de puntuación alta, pero qué más dará, básicamente no tendrás ni trabajo ni estudios y mal vivirás como puedas, pero que nadie te dice nada y si eres rico, pues ni tendrás puntuación porque ¿para qué? si total, los estudios te los puedes pagar tú y con dinero todo se consigue). Si buscáis una historia original, ágil y distinta entonces éste sí que es vuestro libro.
Me ha parecido un libro muy introductorio, he mirado por la web de la autora y no he visto nada de que haya una segunda parte. Si la hay puede dar bastante juego, pues quedan muchas ideas e historias por desarrollar que pueden ser brutales o quedarse en nada, pero si aquí acaba todo, me reitero en lo de la lección.
La puntuación queda aprobada por esa base fresca y original que le otorga su autora, y por la agilidad que emanan sus páginas pese a no llegar a ser todo lo que podría haber sido.
¿Lo habéis leído? ¿Pensáis hacerlo? ¿Qué opinión os merece? ¡Os leemos!
Maisha