Las puertas de Anubis
Tim Powers (Trad. de Abert Solé)
Gigamesh
Rústica | 439 páginas | 24€
En 1801 el Imperio Británico ha logrado controlar Egipto tras la derrota de Napoleón por parte de Nelson en la Batalla del Nilo, suprimiendo a estos el culto a los antiguos dioses establecidos en el país. Para tratar de recuperar el poder, un poderoso hechicero planea traer del pasado a dioses ancestrales y liberarlos en Londres para que destruyan la ciudad por completo. En 1802, cuando Amenofis Fikee trata de llevar a cabo esta misión, ocurre algo extraño durante su invocación que cambiará el curso de los acontecimientos. En el presente, Brendan Doyle, un profesor universitario especializado en poesía romántica inglesa del siglo XVIII y XIX, es convocado para dar una conferencia por un excéntrico millonario llamado Darrow. Una vez allí descubre que su propósito es otro, Darrow ha descubierto la manera de viajar a través del tiempo y planea una expedición al Londres de 1810 para escuchar una conferencia de Samuel Taylor Coleridge, un célebre poeta, junto con otros nueve acompañantes que pagan inmensas fortunas. Tras mostrar alguna reticencia, Doyle acepta el trabajo y se embarca en una expedición que sale a la perfección salvo por un detalle, cuando están a punto de regresar, Doyle es secuestrado y se ve atrapado en 1810; viéndose envuelto en una compleja trama llena de intrigas, poderosos hechiceros egipcios, bandas organizadas de mendigos por un siniestro payaso, sociedades secretas del siglo XVIII y un hombre lobo con la capacidad para cambiar de cuerpo y que asola la ciudad con frecuentes asesinatos.
Ilustraciones de Phuoc Quan y Ito-Saith-Webb´s
Ganadora del premio Philip K. Dick y el premio Apollo, Tim Powers presenta una de las mejores obras sobre viajes en el tiempo que he leído nunca. El estilo de Powers se sale de lo comercial para narrar de una forma reposada y muy descriptiva, donde unos diálogos brillantes, escenas memorables y personajes entrañables pueblan sus letras. Resulta un hábil narrador, que logra crear una trama con acción, reflexión y momentos para un humor sutil, con gran talento natural para escribir comparaciones y símiles, y para embarcarnos en una ambientación muy realista. Aun así tengo claro que no es un escritor para todo el mundo, sobre todo por un par de defectos de los que adolecen casi todas sus obras que he leído (está incluido) y que a muchos pueden resultarles odiosos (que no es mi caso). No consigue mantener el ritmo más o menos sostenido durante la narración, los momentos de acción tienden a embarrarse, haciendo necesario releer varios párrafos para comprender algunas de las situaciones. El otro defecto es el tramo final, que tiende a ser fragmentado y sin centrarse en lo que debería, y aunque en esta no ha sido totalmente como en “En costas extrañas” donde le cuesta mucho cerrar la historia, sí que en algún momento me ha ocurrido. Pero todo ello se solventa con una historia impregnada por magia antigua, sociedades secretas, poderosos hechiceros, viajes en el tiempo, romanticismo inglés y muchas desventuras.
Sumergiendo al lector en otras épocas con una facilidad pasmosa, el meticuloso trabajo de documentación se ve reflejado en páginas donde se puede sentir ese Londres del siglo XIX de estilo Dickensiano; con calles adoquinadas y viejas tabernas, que está lleno de mendigos, ladrones y elementos de los bajos estratos sociales. Es un punto fuerte del autor su capacidad para encajar la historia que conocemos con hechos sobrenaturales que ejercen como motor de la trama, viviendo momentos historicos como la fallida rebelión de I duque de Monmouth contra el rey Carlos II de Inglaterra en la década de 1680 o la masacre de los Mamelucos por Mehmet Alí de Egipto en 1811. Powers tiene la capacidad de introducir a sus personajes y la trama dentro de un contexto histórico real, con apariciones de personajes reales de la época como Lord Byron o Coleridge, con emplazamientos como el mercado de Billingsgate, representaciones callejeras famosas como la obra teatral de Punch y Judy, o jugar con elementos de la cultura egipcia como los Ka o el Libro de Thot. Otro punto brillante de Powers es como consigue introducirte un poeta ficticio creado por él mismo y James Blaylock mientras estudiaban en el Cal State Fullerton al principio de la década de los 70, llamado William Ashbless, y lograr hacerlo tan creíble que realmente parece coetáneo a los grandes poetas románticos.
Ilustraciones de David Palumbo y Michael K. Matsumoto
Los personajes son muy interesantes, ya que no tienen nada de típicos y están bien construidos. Todos resultan creíbles y logras visualizarlos dentro de cada época, saliéndose habitualmente de los cánones de belleza, como por ejemplo nuestro protagonista, Brendan Doyle, que es un cuarentón regordete que varias veces alude a su baja forma física y que sufre todo tipo de penurias físicas y mentales durante todo el relato. La mujer protagonista es también digno de leer aunque sea la única presente en la historia, sin ser la dama típica en apuros, toma parte activa en la trama y juega un importante papel en muchas escenas. El autor consigue dotar a todos los personajes de un trasfondo y un misterio especial, con el que juega a la imprevisibilidad de sus futuros, dejándonos con la boca abierta en más de una ocasión por alguno de los giros que toman sus vidas. No puedo más que aplaudir algunas de sus creaciones, como el macabro payaso Horrabin o Amenofis Fikee con su condenada maldición, que me tuvieron en vilo durante toda la lectura.
La forma en que Powers conjuga historia y fantasíaLos personajes creíbles y fuera de la tipicidadLa magia disimulada que encaja perfectamente en la tramaLos giros de trama y la forma de sorprender en todo momento
La pérdida de ritmo en algunas ocasionesEscenas de acción difusas o fragmentadas
Una gran historia que aúna elementos de ciencia ficción y fantasía como los viajes en el tiempo o la magia, que son insertados en un contexto historia real en la novela llamada precursora del género Steampunk. Powers consigue crear una magia disimulada y ambigua, creíble hasta cierto punto, embarcándonos en una odisea espacio-temporal, en un enrevesado ovillo de posibilidades que nos llevará por el Londres actual y el del siglo XIX, además de pasar por el Egipto de los mamelucos.