En la antigua Roma las peleas de gladiadores movían grandes sumas de dinero, y podríamos decir que los resultados se amañaban: los mejores gladiadores tenían sus patrocinadores y al lanista (el director de la escuela de gladiadores) le interesaba mantenerlos con vida para que siguiesen ganando dinero. Pero no el suficiente para poder comprar su libertad ya que, si morían antes, su dinero pasaba a ser propiedad del lanista. En esta situación se encuentra Globulus, que muere cuando ya había amasado una pequeña fortuna, pero deja su oro oculto y una serie de pistas para que sus amigos, los cinco niños de las termas de Fortuna, lo puedan encontrar.
La editorial Anaya nos trae este libro en una edición muy cuidada y con una portada que refleja bastante bien el público al que está dirigido (lectores de unos doce años). Andrea Schach hace un gran esfuerzo por ambientarse correctamente que es de agradecer: nos acerca la vida de Roma a través de sus calles, sus edificios, su comida, sus costumbres, su sociedad, e incluso su mentalidad. Por desgracia el texto se acompaña de algunas aclaraciones que, aunque son graciosas, introducen algunas imprecisiones históricas.
El oro del gladiador es una novela de aventuras con toques de misterio. Es entretenida y mantiene un buen ritmo a lo largo de toda la narración. Los personajes resultan bastante acertados, aunque a menudo los diálogos que mantienen son inverosímiles. Pero estos pequeños errores quedan en segundo plano gracias a un argumento bien pensado donde los misterios se van resolviendo de un modo plausible, y en el que la acción nunca llega a decaer.
Como dice la portada del libro, estamos ante una novela policiaca ambientada en la antigua Roma. Una lectura muy recomendable que nos ayudará a conocer cómo era la vida en la Roma imperial y hará que desechemos las ideas absurdas e infundadas que otras personas, a través de sus historias mal documentadas, nos hayan podido meter en la cabeza.
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