Bienvenidos a Zenkali, una isla paradisíaca llena de personajes excéntricos y entrañables, como Reyete, el extravagante monarca; la reverenda Longnecker, dispuesta a aprender acerca de cualquier materia que pueda resultarle de utilidad, desde el soplado de cristal hasta la construcción de granadas de mano; Mr. Damien, el encargado del periódico local, que se imprime con tantos fallos y erratas que es más un chiste que un medio de comunicación; el siniestro y manipulador Looja; o el doctor Fellugona, que cuida del último y solitario árbol ombú que queda en la isla. A todos ellos, y a muchos más, conocerá Peter, el protagonista, cuando lo envíen a Zenkali como ayudante del gobernador. Pero es un momento muy delicado: de pronto, a alguien se le ha ocurrido la idea de construir un aeropuerto que cambiará para siempre la vida de Zenkali y sus habitantes... ¿será para bien, o para mal? ¿Hasta qué punto alterará la nueva construcción el futuro de la isla? Sólo el pájaro burlón, una especie autóctona de Zenkali, que fue adorada por una tribu nativa en tiempos pasados y que los colonizadores cazaron hasta extinguirla, tiene la respuesta....
Este libro, publicado por primera vez en 1981, transmite un inmenso amor hacia la naturaleza y, lo más importante: también habla de una verdad que precisamente ahora, en el siglo XXI, estamos empezando a aceptar: que todo en la Tierra guarda un delicado equilibrio, y que las consecuencias de romper ese equilibrio pueden ser fatales y totalmente imprevisibles. A Durrell le debemos, además de sus obras literarias, el haber sido un importante pilar en la lucha por la conservación y recuperación de animales en vías de extinción, trabajo que desarrolló durante toda su vida en lugares como Argentina, Mauricio, Guinea, México o Madagascar. De hecho, una de sus grandes obras fue la fundación que lleva su nombre y la creación del zoo de Jersey, el primero integrado únicamente por animales en peligro de extinción, y con el único objetivo de tratar de restaurar dichas especies para devolverlas a su hábitat natural. No es casual, por tanto, que el símbolo del zoo y de la fundación sea el desventurado dodó, un ave que fue cazada sin piedad hasta su total exterminio en el siglo XVII, y que tiene muchas cosas en común con el imaginario “pájaro burlón” de Zenkali.
En resumen, este libro contiene una magistral lección sobre las terribles consecuencias de las acciones del ser humano sobre el mundo en el que compartimos con otras muchas especies; además, es una historia llena de ternura y con mucho, mucho humor, que arrancará al lector más de una carcajada. Por todo esto resulta incomprensible que, con los tiempos que corren, El pájaro burlón haya sido condenado al olvido, como sucedía en el libro, ya que es completamente imposible de conseguir: la editorial Alfaguara no lo reedita desde hace años, aunque, si tienes suerte, puede que lo encuentres en alguna biblioteca. ¿Lo veremos alguna vez volver a lanzar su característico grito (“¡ja, ja, ja!”) desde los estantes de nuestras librerías?