Después de tantos enredos de misterios egipcios, denuncia social, mafias de droga y toda clase de aventuras, Superlópez regresa con una historia que le mete de lleno en la literatura juvenil, homenajeando esta vez a uno de los últimos éxitos del campo: la trilogía de La Materia Oscura, de Philip Pullman.
Alarmado por la rapidez a la que se derriten los polos, el “supermedianíadeacero” descubre el origen del problema en su refugio Villa Soledad, donde alguien ha abierto una brecha con otro universo paralelo. Allí descubre a Lyra Lengualarga, una niña perseguida al mismo tiempo por los giptanos y su encantadora madre. Tampoco falta el oso Iorek Gruñison, ni los danmonion ni las brujas con arcos y flechas, todo adaptado al peculiar lenguaje de Jan y su trazo inconfundible.
No es la primera ocasión que el dibujante y guionista invita a la lectura con sus trabajos. Ya lo hizo con Viaje al centro de la Tierra o uno de los mayores clásicos de Superlópez, El señor de los chupetes. En La Brújula Esdrújula Superlópez es más un testigo presencial que el protagonista de los hechos, lo cual provoca confusión para quien pretenda entender qué es el polvo, por qué algunos protegen a Lyra o el significado de la daga mismo. Pero es que el cómic no es en absoluto un sustitutivo de la trilogía, sino un extra para quien ya la ha leído. “¿Y por qué no te lees los libracos esos y dejas de marearnos…?”, le espeta un giptano a Superlópez cuando empieza a formular las mismas preguntas que se haría un lector ajeno a la historia original de Pullman.
Para quien dejó de leer Superlópez hace años y necesita un aliciente, algo que seguro funciona: por primera vez muere un personaje conocido, que ya ha aparecido en varias de las historias. Por si no fuese suficiente motivo para sentir curiosidad, otro personaje descubre la identidad secreta de Juan López. Y es que el tiempo pasa, y ni los superpoderes de Superlópez pueden tapar las canas que se le agolpan desde los últimos números…