Adara es una niña distinta. A diferencia del resto de personas de su aldea, ella espera con ansia el invierno. Cuenta los días para su cumpleaños, que siempre coincide con la noche más fría del año y la aparición de un ser muy especial: el dragón de hielo.
Sus hermanos, por el contrario, desean siempre que llegue el verano. Y es que es entonces cuando pueden contar con la visita del tío Hal, que llega siempre a lomos de su dragón del ejército imperial y cargado de regalos. Para Adara, sin embargo, esa horrible lagartija voladora no tiene nada que ver con su magnífico dragón de hielo.
El Imperio está en guerra contra sus enemigos y por eso el tío Hal tiene que ir con su escuadrón para defender las fronteras de la nación. Pero parece ser que las cosas no van nada bien en el frente y los rumores de que la guerra se está perdiendo y de que oleadas de refugiados se dirigen hacia el sur son constantes. Adara está preocupada por esto último, pues no está segura de que en caso de que tenga que huir al sur pueda seguir viendo a su dragón cada año y eso, y no otra cosa, le hiela el corazón.
Uno de los autores de moda del momento, George R. R. Martin, al que muchos conoceréis por su saga de fantasía épica Canción de Fuego y Hielo y su reciente adaptación a serie de televisión de la mano de la HBO, escribió este cuento hace tres décadas. La edición, que cuenta con unas preciosas ilustraciones de Ivonne Gilbert, es una pequeña joya publicada por la editorial Starscape. En sus poco más de cien páginas el autor consigue impregnar lo que a priori puede parecer un relato infantil con el estilo cuidado pero crudo al que tiene acostumbrados a sus lectores. La crudeza sobre la guerra, la complejidad de los sentimientos humanos y las disyuntivas entre el deber y el querer son temas que trata este libro. El reconocimiento internacional que ha alcanzado el autor gracias a la serie de televisión Juego de Tronos, puede ser una buena excusa para que alguna editorial de nuestro país se anime a publicar este texto, quizá uno de los menos conocidos de Martin, para que los lectores españoles puedan disfrutarlo tanto como lo hemos hecho nosotros. Siempre está bien volar a lomos de dragones (muchos de vosotros sabréis lo que ha costado que dancen).