Las páginas de Tic-Tac hilan de manera muy bella, no sólo a través de palabras sino también a través de unas espectaculares ilustraciones, tres cuentos titulados “Perró el ladro”, “El señor Veleta” y “Tic-Tac,” éste último el más largo que da título al libro. Las historias tienen un denominador común, que como no podía ser de otro modo, son los relojes y sus hacedores, los relojeros.
Como se nos dice en el libro, pocas relaciones hay tan especiales como la de un nieto con su abuelo, pero si ese abuelo encima es un relojero, un inventor de tiempo, sin duda esa tiene que ser una relación peculiar. Porque no todo el mundo tiene un abuelo que invente, sistemáticamente, asombrosas creaciones que siempre, sin excepción, tengan una pega. Por mucho que se esfuerce o por muy perfectas que parezcan, las invenciones que salen de la relojería del señor Cosme son incompletas. Perros que no ladran, hombres sin rostro, relojes que hacen de todo menos dar la hora. . . la convención de relojeros que cada año concede el premio a la mejor creación en la ciudad de Madrid espera siempre con expectación y risa anticipada el proyecto que presentará Don Cosme Barri.
A través de las páginas de Tic-Tac nos toparemos con diferentes personajes que quedarán grabados en la memoria del lector. Las ilustraciones de la mayoría de ellos, quedan además reflejadas en las páginas del libro, acompañando al texto con su peculiar estilo.
Tic-Tac ganó en 2008 el primer premio de los cuentos ilustrados, en la modalidad de cuento infantil, de la diputación de Badajoz y es la primera publicación del autor Diego Arboleda y la ilustradora Eugenia Ábalos.
Desde el Templo te invitamos a pasar el tiempo entre sus páginas.
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