Ya lo dije con ocasión de La marca del meridiano, volver a Vila y Chamorro es volver a unos viejos amigos casi familia que, con sus cosas, siguen ahí, pase lo que pase. A los que se acepta como son, se les aguanta en sus malos ratos y se les celebra en los buenos. Porque ellos hacen lo mismo contigo.
Los cuerpos extraños es, también con sus cosas, un buen momento que celebrar en las vidas de Rubén y Virginia. Y defino buen momento como estado de serenidad en el que uno se acepta con sus pérdidas y ganancias, sus derrotas, sus frustraciones y sus desvelos incumplidos, y asume que la vida es lo que es, que la perfección no existe, y que en saber que no se pueden pedir imposibles está gran parte de eso que llaman felicidad. O, al menos, la alegría de saberse y de estar, concepto que, no nos engañemos, al final es lo cuenta.
Dicho con palabras más llanas, me ha gustado más Los cuerpos extraños que La marca del meridiano porque en este último Vila enfrentó sus terrores y la consecuencia -al menos la que recuerdo, un par de años después de haberlo leído- fueron páginas y páginas de reflexiones psicológico-filosóficas que desvirtuaban a la novela en su vertiente policíaca. En Los cuerpos extraños hay menos reflexiones, menos rollos personales (y los que hay son más ligeros, dentro de lo que cabe) y la acción se centra en el caso. Un asesinato envuelto en una trama de corrupción política. Un espejo de la realidad española de estos tiempos y de tantos otros, resuelto con la maestría habitual de Lorenzo Silva.
Pregunta frecuente: ¿hace falta leer los anteriores libros de la saga para leer este? No, pero yo recomiendo mucho y muy fuerte comenzar por el principio, para llegar a entender así cuál ha sido la evolución de los dos protagonistas.
Petición al autor: que le dé más participación en alguna entrega a Chamorro, porque siempre me quedo con la sensación de que tiene mucho más que aportar, mucho más que decir, mucho más que hacer que, casi siempre, ser el silencioso, cuando procede, y hablador, también cuando toca, báculo en el que se apoya Bevilacqua para salir adelante con las investigaciones.
Petición al autor, bis: queremos un libro de Vila y Chamorro en tierras charras. No sólo el inicio, todo entero. Que aquí también sabemos tener mala leche si nos ponemos, oiga. E incluso alguna corruptela hay por ahí que, ejem, ejem... Ayy, que me da la tos.
Comentario al margen: estupenda la edición de Destino. Una que ya se ha acostumbrado al chisme para leer, no puede dejar de alabar un libro en papel flexible, cuya cubierta se dobla sin problemas y ligero de peso. También lo comparo con La marca del meridiano, que al ser Premio Planeta lo editaron con más despliegue y... meh. Incómodo.
Comentario más al margen: primer libro del reto de Goodreads, que este año me he propuesto no ya cumplir sino, al menos, intentarlo. Lo he fijado en 30, no son muchos, pero entre el trabajo, las clases y el estudio del inglés y aquello de tener que vivir, no tengo tiempo para mucho más, mal que me pese. Y prefiero pasarme (no caerá esa breva...) que quedarme corta y encima, frustrarme. En fin, ¡vaaamos, que sólo me quedan 29!