MEMORIAS DE DOS JÓVENES ESPOSAS
Título: Memorias de dos jóvenes esposas.
Autor: Honoré Balzac (Tours 1799-París 1850) nació en el seno de una familia burguesa. Tras trasladarse a París en 1814, empezó los estudios de Derecho y consiguió trabajo en el despacho de un notario amigo de su padre. Sin embargo, el amor que nace en ese periodo por la literatura lo lleva a tomar la decisión de emprender la carrera de escritor profesional. Después de las primeras pruebas artísticas y los primeros fracasos firmados bajo pseudónimo, empieza varios negocios que se revelan desastrosos. En 1829 escribe su primera novela de éxito, Les Chouans, que firma con su propio nombre. A partir de ese momento, se convierte en uno de los escritores más prolíficos y más conocidos de su época. En estos años concibe la idea de La comedia humana, ambicioso proyecto que agrupa un total de 137 novelas - entre las cuales, Papá Goriot y Eugenia Grandet - cuyo tema común es el retratar la sociedad de su tiempo. Tras casarse en 1850 con la condesa Ewelina Hanska, murió cinco meses después y durante el funeral fue homenajeado por su amigo y admirador Víctor Hugo.
Editorial: Funambulista.
Idioma: francés.
Traductor: Joaquín García Bravo.
Sinopsis: cuando Louise y Renée, las dos protagonistas de la novela, salen del convento de Blois, separadas por la lejanía pero unidas por una profunda amistad, empiezan una correspondencia en la que describen sus más íntimas sensaciones sobre su existencia fuera de las paredes de la clausura: Louise vuelve a París, donde conocerá la vida mundana de la capital y el amor novelesco con un noble español; Renée regresa a la monotonía y austera vida de provincias y se resigna a un matrimonio al parecer de conveniencia y a un destino ya escrito.
Su lectura me ha parecido: densa, retórica, muy realista, rebelde, potente, clásica, reveladora, extraordinariamente avanzada para su época...Queridos lectores y lectoras, en Jimena de la Almena vamos encadenando reto tras reto. Y lo cierto es que esto se debe a la más absoluta de las casualidades. Esta vez no me encuentro ante un libro escrito a varias manos, ni un recopilatorio de cuentos de diferentes autores o autoras, ni ante un volumen de crónicas periodísticas. No. Hoy, delante de mi se alza un título que a priori no infunde temor, pero que en cuanto averiguamos quien lo escribió, la presión y el respeto regresan a mi cabeza y a mi estómago. Este autor no necesita presentación, su nombre y su apellido hablan por si solos, al igual que su obra. Un escritor que concibió a mediados del siglo XIX la obra más monumental y extensa de la literatura universal. Bajo el título la Comedia Humana, inspirado claramente en la Divina Comedia de Dante, englobó un total de 137 novelas, aunque de ellas finalmente unas 50 quedaron desgraciadamente incompletas. ¿La intención? Plasmar sobre el papel un estudio pormenorizado y lo más realista posible de la sociedad francesa de ese momento, es decir, la que caracteriza esos años 40 y 50 del siglo XIX. Ese exhaustivo retrato era para hacerle, según una famosa frase que pronunció su autor: "la competencia al registro civil." Pues bien, visto el extraordinario currículum de este escritor francés, en Jimena de la Almena no podía pasar más tiempo sin que nos adentrásemos en algún título suyo. Un autor que ha escrito 137 novelas merece todo nuestro respeto, atención y esta reseña, que esperemos sea la primera de muchas. Memorias de dos jóvenes esposas: una oda a la amistad femenina narrada desde el realismo más extremo.
La historia de como Memorias de dos jóvenes esposas llegó a mis manos y a mi estantería fue fruto de la casualidad y lo inesperado. Los que me conocéis personalmente o los que leéis mis reseñas habréis comprobado como mi amor por los clásicos de la literatura universal es abrumador y que ha ido acrecentándose a medida que pasa el tiempo. Todo empezó gracias a la lectura de Madame Bovary de Gustave Flaubert cuando tenía 18 años. Fue una lectura que toda la clase de la asignatura de Literatura Universal teníamos que leer, pues en el mes de Junio caería de seguro en el examen de selectividad. Sin embargo, y contra todo pronóstico, me encantó. Es cierto que ayudó bastante el aproximarnos a esta historia combinando lectura en voz alta y comentarios al respecto, pero en conjunto puedo afirmar sin equivocarme que Madame Bovary fue la novela que me inició en la lectura de otros clásicos de la literatura universal. De aquella memorable lectura hasta hoy han pasado por mis manos numerables libros de autores y autoras tan insignes y de sobra conocidos por todos. Sin embargo, hay ciertas barreras que todavía a día de hoy no he superado como lectora, y una de ellas era la obra de Honoré Balzac. Me gusta el realismo, de no ser así, Madame Bovary no formaría parte de mis imprescindibles. No obstante, Balzac son palabras mayores y sinónimo de atracón literario en muchos casos. Pues bien, a lo largo del mes de septiembre del pasado año, durante esos días de incorporación paulatina a la rutina diaria, recibí la primera tanda de libros para reseñar tras las vacaciones de verano. Y de entre todos ellos, uno llegó por sorpresa junto con el libro que si que había pedido en un primer momento. Si, Walt Whitman había llegado con un compañero de viaje llamado Memorias de dos jóvenes esposas, cuyo autor era nada más y nada menos que Honoré Balzac. Mi primera reacción fue sonreír alegremente, no todos los días ocurre algo así, pero en cuestión de segundos mi rostro se tornó en preocupación, pues, Honoré Balzac no era un autor cualquiera y representaba uno de esos autores que durante mucho tiempo había tratado de evitar. Dejé que pasara el tiempo, que el libro reposase pacientemente en la estantería, pero no había manera. Leer a Balzac seguía resultándome complicado, incluso llegue a pensar en tirar la toalla y no reseñar este libro. Pero entonces, un buen día leí en el extraordinario blog Las Inquilinas de Netherfield la reseña que habían realizado de Memorias de dos jóvenes esposas. Fue así como comprendí que no debía de tener reparos en leerlo, de hecho, si no llega a ser por esa reseña, probablemente hoy estaría escribiendo sobre otro libro bien distinto. No voy a negar que la lectura me haya resultado sencilla, porque fácil no es, pero si que me ha servido para desbloquear esa coraza y rechazo a un autor que a día de hoy me parece interesante.
En lo que respecta a la reseña propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Memorias de dos jóvenes esposas no es un libro fácil. Creo que hasta la fecha es el libro más denso que he leído en mucho tiempo. En él, Balzac hace honor a su tiempo, estilo e intención derrochando retórica de forma abrumadora. No debemos olvidar que Memorias de dos jóvenes esposas pertenece al proyecto de la Comedia Humana antes mencionado, por lo que las descripciones son extensas y el retrato psicológico es tan profundo que no puedes evitar distanciarte un poco y no sentirte dentro de la novela. Eso si, a pesar de todo, Balzac resulta ser un escritor bastante refinado en ciertos momentos, muestra de ello es la belleza de un lenguaje que por supuesto ya no se usa pero que no deja de sorprender a quien se adentra en su literatura por vez primera. En cuanto a la historia, el propio título ya nos hace un spoiler. Se trata de la historia de dos mujeres, Louise y Renée, quienes tras convivir y completar su educación en un convento de Blois, ambas toman caminos diferentes en la vida en función de sus diferentes caracteres, formas de ser y circunstancias personales. Por un lado, Louise es más extrovertida, se instala en el París con su familia aristócrata que no duda en presentarla en sociedad. Allí conoce el amor y el placer que le provocan los juegos de seducción, en especial con su profesor de español, un hombre igual de seductor pero que oculta un pasado bastante oscuro. Y por otro lado, Renée, más apocada, se traslada a una localidad de provincias en donde no tarda en contraer matrimonio con un hombre mucho más mayor que ella. Un matrimonio concertado que le proporcionará tranquilidad, estabilidad y una vida con un futuro del todo previsible. Dos personalidades y experiencias tan diferentes que convergen en dos detalles esenciales. En primer lugar, su prematuro ingreso en la edad adulta y los avatares que ésta les depara a dos jóvenes que acaban de dar sus primeros pasos dentro de esta nueva etapa. Y en segundo lugar, y más importante, su ininterrumpida relación epistolar. Tratándose de estos personajes, Balzac pareció tenerlo muy claro a la hora de escoger el subgénero epistolar como espina dorsal de la novela. No solo presentaba la trama de una forma bastante amoldada a su tiempo, pues la novela epistolar era bastante popular por entonces, sino que además logró justificar a través de él su intención primordial de Comedia Humana. ¿Qué mejor subgénero novelístico para describir a la sociedad que el epistolar? ¿Qué otro género podía ahondar en el pensamiento y las contradicciones de la gente del XIX? En ese momento muy pocos y Honoré Balzac lo sabía. De este modo y gracias a esa genialidad, el lector del siglo XXI puede aproximarse a la vida y el pensamiento de las dos mujeres que protagonizan Memorias de dos jóvenes esposas. Dos modelos de mujer enfrentados pero que resumen a la perfección los diferentes conceptos de feminidad, maternidad, matrimonio, amor y educación sentimental y sexual del momento. Por último, y de forma anecdótica, decir que Memorias de dos jóvenes esposas está dedicado a Georges Sand, pseudónimo de la escritora francesa Aurore Lucile Lupin. Defensora de los derechos de la mujer, crítica literaria, intelectual, autora de novelas como Consuelo o La Mare au Diable y una de las mejores amigas de Balzac. Felicito en ese sentido a la editorial Funambulista por haber incluido la dedicatoria entera en la presente edición.
En lo que respecta a la reflexión final voy a ser clara. En Memorias de dos jóvenes esposas el lector asiste a una relación epistolar a lo largo del tiempo entre dos mujeres muy diferentes entre si. La una más atrevida y dispuesta a vivir nuevas experiencias, sobre todo en el terreno del amor. Y la otra más apocada y dispuesta a resignarse a vivir una existencia más tranquila y pactada, en resumidas cuentas, la que se espera de una mujer como ella. A través de las cartas que se envían la una a la otra conocemos sus pensamientos, sus experiencias personales, sus sentimientos más profundos y asistimos a esas confesiones privadas que solo confiarías a alguien de confianza. A lo largo de estas cartas el lector no puede evitar maravillarse, ya no de la belleza con la que esta escrita esta novela, lo cual es subjetivo, también de que en ella se aborden temas que trascienden a la actualidad de un modo sorprendente. Ambos relatos suscitan infinidad de reflexiones muy pertinentes. En primer lugar, a través de los personajes de Louise y Renée, Balzac aprovecha para hacernos una disertación sobre el alma femenina del momento en todo su esplendor. Un alma compuesta por diferentes compartimentos en cuyo interior encontramos, como no podía ser de otra manera, temas como el matrimonio, la vida conyugal, la maternidad, el amor, el sexo o lo que implica ser mujer a mediados de siglo XIX. Y al haber confeccionado dos personajes femeninos tan diferentes podemos apreciar como mientras Louise decide vivir al margen de los convencionalismos sociales y de lo que todos esperan de ella, Renée, al haberse casado y tenido hijos, su carácter se forja en una supuesta superioridad femenina tremendamente asentada en la época, una superioridad que le ha otorgado la maternidad y que le da derecho a opinar sobre las que no tienen hijos y a sentirse moralmente por encima del resto de mujeres, mujeres como Louise, quien no le preocupa tener hijos. Este tema, uno de los grandes temas de la novela, podría perfectamente trasladarse a la actualidad, pues aún existe la creencia de que si una mujer tiene hijos es mejor socialmente hablando que la que decide no tenerlos. Luego en el ámbito laboral los papeles cambian y es la madre la que se ve más perjudicada por la sociedad. Otro gran tema que aparece en Memorias de dos jóvenes esposas es la sororidad femenina, tan presente y silenciada a lo largo de la historia y que en los últimos años se ha reconocido. La relación y las confesiones que ambas plasman sobre el papel no deja de ser un ejemplo de solidaridad femenina en un contexto terriblemente patriarcal. Actualmente, gracias a la sororidad, el feminismo y las denuncias contra las injusticias padecidas por el sexo femenino parecen ser atendidas, reconocidas y escuchadas. Pero, como cabía esperar, Honoré Balzac no era feminista, como tampoco lo eran muchos compañeros intelectuales de su generación. Muestra de ello es la moraleja final de la historia, en la que la libre acaba pagando las consecuencias de su decisión y la tradicional acaba imponiéndose como baluarte del saber estar y lo correcto. Memorias de dos jóvenes esposas resulta en definitiva un tratado exhaustivo de la mujer francesa en el siglo XIX, pero también un ejercicio moralizante, una novela en la que se evidencia como el sistema amordaza en el fondo las libertades, deseos y sueños de la mujer. Memorias de dos jóvenes esposas: una historia de amor, confesiones, sororidad, perdida de la inocencia, madurez...Una novela de obligatoria reflexión crítica.
Párrafos o frases favoritas:
"Tú te casas y yo amo. Al cabo de cuatro meses, aquellas dos columnas que se elevaban tanto han caído en el pantano de la realidad."
"De nosotras dos, yo soy la razón y tú la imaginación, yo soy el deber grave y tú el amor loco; ese contraste de espíritu que existía entre las dos ha querido continuarlo la suerte en nuestros destinos."
Película/Canción: a falta de una adaptación que presentaros he adjuntado la pieza clásica que me ha acompañado durante la redacción de esta reseña. Espero que os guste.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Editorial Funambulista