Lo que a simple vista era un argumento original, puesto que no había oído hablar de ningún libro que tratase un tema parecido, se volvió una historia repetitiva. El libro empieza muy bien, nos plantea la situación y nos pone en contexto. Los personajes parecen interesantes, la trama engancha y quieres seguir sabiendo un poco más. Pero una vez que ya has conocido todos los detalles se estanca y se vuelve pesadísimo, repitiendo una y otra vez las mismas frases, ideas y conceptos. Narradodesde el punto de vista de Budo, en primera persona, permite al lector sentir la inocencia de los niños, el no saber y el no comprender las cosas de mayores. Pero llegaba un momento que, al igual que he comentado antes, el lector se cansa de que no haya una evolución y que todo siga igual durante las más de 400 páginas (que se dice pronto). Los personajes más de lo mismo, atrayentes y llamativos al principio, cansinos hacia la mitad de la novela. El único que se salva es Max, y su evolución a penas se nota hasta los últimos capítulos. Budo me encantaba, pero sus reflexiones y algunos comportamientos han hecho que sea todo lo contrario. Por lo que podréis haber leído hasta ahora en lo que va de reseña, casi todos los puntos son negativos. No todo es así, el estilo formal de la obra es bastante bueno, y las frases suelen ser cortas, lo que hace que la lectura no se atasque aún más. Sí hay que comentar que algunas frases se repiten mucho y acabas con ganas de saltarte la parrafada o reflexión, porque ya sabes lo que se va a decir. La idea de la trama es original en comparación a lo que sale publicado últimamente, y esto es lo que salva a la obra de ser una catástrofe absoluta. Está claro que el autor intentó dar un poco de acción al libro con “lo que pasa hacia la mitad” (no comentaré por no spoilear demasiado) pero a mí me pareció muy surrealista, y le quitó a la obra los pocos puntos positivos que le quedaban. Está bien dar acción para hacer la trama más ágil y fresca, pero con un poco de cabeza y sabiendo que si introducimos ciertas situaciones que no son para nada creíbles estropearemos la atmósfera de realismo que se había creado con la enfermedad de Max, la trama de los amigos imaginarios y su mundo y la inocencia que llegaba a emocionar al lector. Me ha costado muchísimo leerlo, y admito que he estado tentada a abandonarlo hacia la mitad de la obra. Definitivamente, no ha sido un libro de mi estilo.
Recopilando todas las ideas tratadas en la reseña, el libro empieza muy bien y es entretenido pero se estanca y se vuelve pesado, haciendo que le sobren páginas por todos los lados y ralentizando una lectura que, en un principio, tenía muy buena pinta.
Valoración:
¿Lo habéis leído, Marcadores? Garazi