Opinión personal:No sé si debería estar haciendo la reseña ahora, porque todavía estoy un poco en shock. Este libro ha sido toda una sorpresa.
Y no es que no me llamara la atención. Con la recomendación que me habían hecho y nada más leer la sinopsis estaba convencida de que me iba a gustar. Pero no me esperaba que fuera… así.
La historia transcurre durante la Segunda Guerra Mundial y nos cuenta principalmente la vida de dos amigas, Maddie y Queenie, que se conocen durante su trabajo para la RAF. Su entrenamiento, la tensión por la guerra, sus problemas e inquietudes… todo eso de por sí ya me encantaría y he leído muchas novelas que hablan de eso. Pero,lo que más me ha sorprendido y por lo que empecé a amar este libro fue por el modo en el que está contado: en primera persona, por una prisionera de la Gestapo, una espía descubierta en territorio enemigo y que (a diferencia de todos los héroes a los que estamos acostumbrados, por lo menos en este tipo de novelas), al ser una persona normal y corriente, el miedo hace que se derrumbe y que acabe colaborando.Sí, sí. Ya sé. Una traidora la llamarán y seguramente lo será, pero para mí no es más que una chiquilla asustada que hace lo que la mayoría de las personas haría en su situación pero que nadie quiere reconocer: luchar por su vida con uñas y dientes, sucumbir al terror y a la tortura y vender a quien haga falta con tal de sobrevivir.Solo os digo una cosa: esperad al final para juzgar a todo el mundo.
A través de las páginas que esta chica escribe como confesión para sus captores, vamos enterándonos poco a poco de su historia y de cómo ha acabado encerrada en el antiguo hotel francés que ahora sirve de cuartel para los alemanes. Conocemos a su familia y amigos, su historia antes de la guerra y, sobre todo, a Maddie, una aviadora intrépida, judía y de clase más bien baja que luchó para hacerse un hueco y que acaba convirtiéndose casi en la protagonista de la novela.Aunque tampoco podemos olvidar que, entre flashback y flashback, la narradora (y la autora) nos regala de vez en cuando unas cuantas perlas que, tan inesperadas como una bofetada, nos van enseñando la crueldad de la guerra. Es una de las cosas que más me han impactado del libro, y una de las mayores razones por las que me encanta, el tono en que las torturas, tanto físicas como psicológicas, están contadas; la narradora casi las deja caer, como si no importaran. Y esa neutralidad a mí me las hizo mucho más crueles.
La verdad es que es para mí es una novela increíble, espero haberlo dejado claro, pero también reconozco que he echado de menos un poco más de fluidez. La historia engancha de por sí, pero tampoco es de las que no puedes dejar de leer. Algunas páginas eran demasiado densas y, quizá por mi falta de conocimiento en la geografía inglesa y de jerga de aviación, cuando empezaba a soltar nombres de ciudades y nombres de aviones yo me sentía perdidísima y con ganas de empezar a pasar páginas como loca hasta que volviera la acción.
Pero, lo dicho, por lo demás es muy recomendable.
Cabe destacar que la autora, Elizabeth Wein, es piloto; así que valoro mucho más el contenido de esta novela y su trabajo de investigación, que me ha parecido magnífico. Que me perdone Ken Follet, porque me encantan sus historias sobre la Segunda Guerra Mundial, pero tengo que decir que si tuviera que elegir entre sus novelas y las de esta mujer me quedaría con las últimas.Se merece todos los premios que le han dado.Cita del libro:
"Soy una cobarde"
Valoración:
En español no he encontrado nada más publicado por esta autora, pero sus sagas que tienen buena pinta y, sin duda, estoy deseando leermeRose under fire: