Revista Cultura y Ocio

Reseña - Orgullo y prejuicio

Publicado el 25 abril 2020 por Alaluzdelasvelas


RESEÑA

-
ORGULLO Y PREJUICIO

 ¡Hola, hola, hola!

 Antes de nada, quería daros las gracias por la buena acogida que tuvo la nueva sección la semana pasada pero, sobre todo, por todas las historias que compartisteis sobre vosotras mismas. Mil gracias. Sois maravillosas.

 Hoy toca reseña, ¡y de una lectura conjunta! Después de toda una serie de lecturas atroces, Omaira y yo nos decidimos por Orgullo y prejuicio. Para ella era una relectura, así que teníamos de salida la ventaja de saber que, al menos a una de las dos, le gustaba el libro. Os dejo aquí la reseña que hizo en su momento sobre el libro, y aquí la reseña actualizada que subió en Good Reads  ¡Un último apunte! Quería avisaros de algo que me pasó leyendo la novela. Empecé con la edición de Novelas Eternas, de la nueva colección de RBA; pero la traducción a ratos me resultaba confusa y pomposa, así que me compré para formato Kindlela que os comparto en la entrada. Si no os importa demasiado el tiempo, no dudéis en leer la que tengáis más a mano pero, si os molesta, os puedo asegurar que la de Austral Singular es maravillosa.  Y ahora sí que sí. ¡Dentro reseña!


FICHA TÉCNICA
Reseña - Orgullo y prejuicio
Título:Orgullo y prejuicio Autora:Jane Austen Traductor:José CallesVales Editorial:Austral Singular Número de páginas: 364 ASIN: B014VENP2K Precio libro físico: 11,34€ (Tapa dura) / 1,42€ (Edición para Kindle)

SINOPSIS«Si la auténtica prueba para juzgar la calidad de una novela es la relectura, y los placeres que aporta la relectura, entonces Orgullo y prejuiciosupera cualquier novela jamás escrita», Harold Bloom.Reseñas de otros libros de la autoraEmma
OPINIÓN
Mi valor aumenta cada vez que alguien pretende intimidarme.
 Si alguien le preguntara a la señora Bennet cuál es su sueño, muy probablemente contestaría ver a sus hijas casadas. Da igual el amor, eso es de necios. Sólo importa escalar puestos en la sociedad, cazar al mejor soltero y, a ser posible, hacer una boda lo más pomposa y temprana posible. Imaginaos lo feliz que es la mujer cuando se entera de que el señor Bingley, un soltero con una renta anual harto interesante, ha conseguido hacerse con la propiedad de Netherfield. Un caserón precioso que se verá ocupado por sus hermanas y un amigo suyo, un tal señor Darcy. ¡No hay tiempo que perder! El señor Bennet debe ir lo antes posible a presentarse. Ya se ocupará ella de que Jane, su hija mayor, esté estupenda de la muerte para presentarse ante el señor en alguno de los bailes que se realicen.

 Jane y Elizabeth son las hermanas mayores. Si bien es cierto que Jane siempre ha sido la más tierna, la más dulce; Lizzy es un encanto. Aguanta con una paciencia y estoicismo admirables las salidas de tiesto de las hermanas Bingley, con esa falsa educación fría y recatada; los modales harto cuestionables del señor Darcy, ese amigo impertinente del señor Bingley que tiene las santas narices de negarse a bailar con ella. Aguanta incluso los comentarios de su madre, que no sabe lo que es mantener la bocaza cerrada; y las tonterías de su hermana Mary, demasiado obsesionada con llamar la atención siendo “la perfecta estudiante” como para preocuparse de cosas tan banales como, pongamos, el saber estar.
 El señor Bingley se ha enamorado de Jane. Es un secreto a voces. Y es precisamente por eso que la señora Bennet empieza a elaborar toda una serie de tramas y engaños que no tienen desperdicio, sólo para que su hija mayor “haga boda”. Menos mal que está Elizabeth para mirar por el bien de su hermana que, tan enamorada como está, y tan encantadora como es; no se da cuenta de cómo es realmente ese grupo del que se ha rodeado el señor Bingley. Y, por amor de Dios, que alguien le diga al maldito señor Darcy que deje de buscar cualquier excusa para tener batallas dialécticas con ella. No lo soporta… ¿verdad?
 Jane Austen se corona como indispensable en mi estantería. Por favor, no os hacéis una idea de lo mucho que me reí con las crueldades que se le caían de la boca al señor Bennet, con los desplantes de Lizzy hacia Darcy o, y esto es lo mejor, con la crítica ácida, afilada, que desprende cada página. Porque esta señora se lo debía de pasar teta escribiendo sobre una sociedad tan podrida y obsesionada con las tramas de sociedad.  Con una cadencia maravillosa, Austen nos sumerge en el maravilloso mundo de las hermanas Bennet. Si bien es cierto que mi favorita fue Lizzy, debo decir que Jane me pareció tan adorable que sufrí por ella con cada uno de los disgustos a los que tiene que hacer frenteen serio, ¿por qué nadie le partió los morros de un guantazo a la chica Bingley?; desplantes que no tienen nada que envidiar a los disgustos que se lleva Lizzy.
 El señor Darcy es demasiado rico, asquerosamente rico. Él no tiene ningún interés en Lizzy. Bien, tal vez la chica sea inteligente, preciosa, tenaz, avispada, mordaz… y cientos de cosas más que hacen que no pueda despegar los ojos de ella. ¡Pero no es importante! Él no siente más que sana curiosidad. A fin de cuentas, de su familia las únicas que cuentan con una educación aceptable son precisamente Jane y Elizabeth; pero… ¿por qué no puede dejar de pensar en ella?
 Lizzy no quiere ni oír hablar de amor. Cuando el señor Collins, primo de la familia, se acerca a Longbourn para hablar sobre la herencia de mayorazgo a la que está sujeta la hacienda familiar; piensa que todo podría solucionarse de una forma, cuánto menos, sencilla. Tal vez el hombre – soporífero, enamorado de sí mismo – sólo quiera ser amable. Pero el caso es que en una de tantos bailes en Netherfield, no sabe quién le molesta más: si Darcy con su impertinencia o el señor Collins con su maldita verborrea insufrible. Y ni siquiera ha aparecido el señor Wikcham, soldado de una de las guarniciones que están pasando una temporada en el pueblo. Ese hombre sabe qué clase de persona es Darcy. Tiene que saberlo. Y Lizzy piensa escuchar la historia.
 ¡Un adelanto! El señor Collins va a hacer una muy buena boda. No le importa con quién. Oh, y por cierto… Wickham y Darcy compartieron infancia. Es realmente interesante, enterarse de ciertas cosas que, tal vez, inclinen la balanza. Darcy es un monstruo. Un monstruo terrible. Ah, sí, sí, no tiene corazón. Lizzy pondría la mano en el fuego por ello. Hum. Querida, cuidado, que te quemas…


 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER

 El señor Wickham es un jeta. Un capullo interesado. Un cerdo gilipollas. Y toda una serie de cosas que harían que mi abuela me preguntara qué narices me pasa en la boca para ponerme tan ordinaria. Ojo, el colega, cómo se las gasta. Finas, finas. En fin. Tiene lo que se merece, ahí lo dejo…  Dejando de lado mi indignación con semejante energúmeno – ¡una patada en la boca para llevar, por favor! –, debo decir que el señor Darcy ha conseguido colarse en mi lista de personajes favoritos. No os diré que me gustó desde el principio, porque ese aire de clasista frustrado me ponía muy nerviosa; pero poco a poco abre su corazoncito solitario y… bueno, bueno, bueno, lo que llegué a alucinar cuando el señor perdió los papeles en cierta casa adjunta a la rectoría. Ah, no, ni de broma os voy a contar qué hizo/dijo. La gracia está en que, como yo, alucinéis y os enamoréis un poquito más del pobre diablo.
 Lizzy me encantó. Sin más. Ojo, porque la chica comete un error harto importante al confiar en el tonto de los cojones de Wickham, pero sabe enmendar su error y, la verdad, chapó a la rectitud con la que lo lleva todo. La chica tiene temple. Como Jane. Pobrecita, joder, pobrecita. Me dolió el corazón cuando la finca de Netherfield quedó abandonada a su suerte durante todo el invierno. Me dolió más todavía cuando su madre hizo gala de sus inexistentes aptitudes maternales. Y terminó de rematarme la frialdad con la que Darcy habló del tema.
 Si lo pienso fríamente, Orgullo y prejuicio es un libro que mejora con cada capítulo que pasa. Tal vez el inicio sea demasiado rápido, algo así como una carrera en la que conocemos a todos los personajes de forma abrupta y, a la vez, maravillosa. El caso es que, cuánto más leía más enamorada de la historia estaba. Porque sí, joder, es un libro precioso en el que se nota no sólo el mimo, sino la paciencia de la autora a la hora de hacer que cada cosa pasara cuando tenía que pasar.
 El tramo final me tenía en vilo. Quería saber cómo demonios iba a solucionarse todo, porque Wickham forzó los límites de la paciencia de todos los malditos personajes. Me moría de ganas por ver cómo el tiempo ponía a todo el mundo en su sitio y, lo siento, me reí la mar de a gusto del destino de Lydia – uno de mis personajes más odiados de la novela.
 El final es precioso. Me encantó la naturalidad con la que vino, como si no fuera posible de otro modo. Sonreír con Jane y Lizzy, reírme con los apuntes harto mordaces del señor Bennet y resoplar ante la poca evolución de la señora Bennet. Si todavía no os habéis aventurado a conocer la historia del señor Darcy, no sé a qué narices esperáis para hacerlo.

Divertida, mordaz, tierna; Orgullo y prejuicio es una de esas novelas que parece limitarse a reflejar la luz que desprenden sus personajes. Todos ellos cautivadores, con sus luces y sus sombras; convierten la novela en una maldita delicia. ¡Corred a leerla!
Nota: 5/5


Volver a la Portada de Logo Paperblog