Revista Cultura y Ocio

Reseña - Otra vuelta de tuerca

Publicado el 12 diciembre 2020 por Alaluzdelasvelas

RESEÑA

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Otra vuelta de tuerca

¡Hola, hola, hola!

 ¿Ya habéis puesto la decoración navideña? ¡Decidme que sí! ¿Yo? ¡Por supuesto! ¡Y qué cuqui es! Si es que no hay nada más cozyen este mundo que ese maravilloso momento en el que toda la casa está llena de pequeños detalles con renos, bolas navideñas y esos toques dorados, rojos y verdes que, oídme, quedan preciosos. Así que sí, sí, quiero que me contéis cómo de cuqui lo habéis puesto todo.

 Hoy os traigo la reseña del libro que me regalaron para el All Hallows' Read. Sí,os pregunto por la Navidad y os vengo a contar cositas que rozan lo creepy. Una Navidad victoriana en toda regla, no me vais a poder decir que no. ¡Pero no me enrollo más! ¡Dentro reseña!

FICHA TÉCNICA

Reseña - Otra vuelta de tuerca

Título:Otra vuelta de tuerca

Autor:Henry James

Traductor:Antonio Desmonts

Editorial:Penguin Random House

Número de páginas: 280

ISBN:978 84 91050827

Precio libro físico: 7,55€ (Tapa blanda) / 4,74€ (versión Kindle)

SINOPSIS

 Otra vuelta de tuerca está considerada la historia de fantasmas por antonomasia y un hito insoslayable en la historia de la literatura universal.

 Henry James consigue trazar una imponente novela de suspense en la que lo natural y lo fantasmagórico se confunden en el misterio. Protagonizada por una joven institutriz al cuidado de dos niños en una mansión victoriana, a lo largo de la narración intervienen presencias y personajes tal vez sobrenaturales. La anterior institutriz y el sirviente murieron en extrañas circunstancias. ¿Cuál es el secreto que se oculta entre los muros de la mansión?

 Este crescendo de intriga, sostenido y desasosegante, se abre con el prefacio que el propio Henry James le dedicó en la edición estadounidense de sus obras, publicadas en veinticuatro volúmenes entre 1907 y 1909. Cierran la novela un epílogo a cargo de David Bromwich, que proporciona nuevas claves de lectura, y una cronología jamesiana.

 «La historia está escrita. Está encerrada con llave en un cajón, de donde no ha salido hace años.»

OPINIÓN

 Las mejores historias, son las que susurran junto al fuego. Y allí están ellas, ellos, esperando la siguiente. Una historia que haga que se les hiele la sangre mientras fuera los copos de nieve acarician con pereza todo lo que queda a su alcance. La Navidad blanca, rota de ese aire congelado, que parece palidecer cuando llega el momento de La Historia. Una hasta el momento escondida, olvidada entre los susurros de la memoria. Se hace el silencio. Y empieza. Despacio, con esa parsimonia, la lenta; que hace que cada sílaba suene demasiado. Para cuando caiga el telón, será Navidad. Y entonces la historia habrá acabado.

 No os hacéis una idea de la ganas que tenía de que este libro cayera en mis manos. De Henry James, sólo había leído El americano– os dejo aquí el wrap up en el que hablo un poquito de la obra – y quedé muy gratamente sorprendida. Tanto que no podía no leer una de las obras más aclamadas de este señor. Una historia dentro de una historia, maravilloso recurso, que hace las delicias de quién lo lee.

 Bly necesita una nueva institutriz. Esa mansión, digna en mitad del campo, ligeramente oscura, cuajada de misterios; espera. Y espera con una tensión sutil, como si fuera un bosquejo a medio hacer. Uno que empieza a cobrar forma cuando la protagonista llega para conocer a la señora Grose, el ama de llaves, y Flora, la niña a la que debe cuidar. El niño, Miles, llegará cuando empiecen las vacaciones. Y tal vez, sólo tal vez, para entonces la desgracia ya se mastique.

 La protagonista no tiene nombre. Podría ser cualquier mujer. Una que necesitara el dinero y quisiera escapar de la rutina. Una mujer que acepta la petición del patrón: él no quiere saber nada de lo que pase en Bly. Le pagará cada vez que deba hacerlo, pero nada importa. Ni los niños, ni la mansión. Nada. Y ella acepta, claro, porque parece una buena historia. Una aventura en la que ella, tal vez, consiga hacerse con el corazón de ese hombre que no es más que un anelo pasajero. O al menos eso piensa al principio.

 Hay algo mágico, en las mansiones antiguas. Una magia que roza lo tétrico y es que Bly oculta algunos secretos. Es un sitio abandonado a su suerte, en otra época tal vez cuna de fiestas maravillosas llenas de seda y pompa. Ya no. La señora Grose se limita a idolatrar a los pequeños de la casa, y es que son dos criaturitas encantadoras. Él, tan educado; ella, tan dulce. El canon. El estereotipo. El jodido arquetipo perfecto. Pero nuestra protagonista está encantada. Al menos hasta que llega el día del paseo… y sus ojos tropiezan con algo que no debería estar allí. ¿O tal vez sea alguien?

 Lo bonito de la prosa de James, es que es trepidante. Es un grito contenido entre las páginas, que te pide que corras, que leas más rápido. Porque la calma da paso al agobio, a ese “me falta el aire” que hace que cada palabra sea devorada por la anterior. Hasta que sólo queda la pregunta, la que te ronda la cabeza durante toda la historia… ¿dónde empieza la realidad y dónde, joder, la ficción?

 ¡No os voy a contar nada más! No aquí, al menos. Llegué a ciegas a la novela y considero que es o mejor que podría haber pasado. Así que dejad que Henry James os susurre algunas palabras oscuras, una historia de corte costumbrista, muy turbia; que hará que disfrutéis de unas muy buenas horas de lecturas. Y, si no es suficiente con esto… Decidme, ¿os gustan las historias de fantasmas? Porque hablamos de fantasmas… ¿verdad?

 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER

 

 Quien me conoce, sabe que me encantan las historias en las que lo real se mezcla con la ficción. Esas historias en las que una no para de preguntarse dónde empieza el hecho y dónde el delirio. Y es que aquí, nuestra protagonista parece siempre al borde del descubrimiento de algo grande. Porque ella lo vio. Estaba allí, en la torre, mientras paseaba. El hombre, ese repulsivo Peter Quint, antigua mano derecha del patrón, muerto en circunstancias cuestionables. También la vio a ella. A la señorita Jessel, la antigua institutriz. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que los niños también los ven… o, al menos, eso parece.

 Hay algo perturbador, en la forma en la que nuestra protagonista sin nombre analiza cada acontecimiento. Ella, en el fondo, sólo necesita validar pruebas. Necesita que el relato cobre sentido, que la ficción supere el papel y que vibre en el aire. Necesita que el jadeo que escucha en su mente se escuche en el prado, que la mirada perdida se convierta en una concentrada. Porque ella no para de decirse a sí misma que ellos, los fantasmas, van a por los niños. Pero los niños pueden verlos. Ella lo sabe. Los ha visto. Juegan juntos. Especulan. Conspiran. Menos mal que la señora Grose está de su parte. Porque ellas van a desentrañarlo todo. O no.

 Es la disonancia, lo que da fuerza a la historia. La incongruencia de la realidad visible, salpicada de bondad; y la oculta, en la que la maldad parece latir con cada respiración. Porque los niños parecen buenos, angelicales y, pese a todo, ella sabe que son malos. Porque lo sabe. La dulce Flora está prendada de la señorita Jessel. Y Miles… ay, el pequeño Miles. Ese gentlemanchapado a la antigua, encantador y expulsado del internado. Ese niño hizo algo. La protagonista lo sabe. Y lo sabe porque no concibe no saberlo: no hay nada bueno ni en él ni en su hermana. Sólo el susurro. El acto ilícito. Quieren irse con ellos, con los fantasmas. Y ella… ella no piensa permitirlo.

 ¡Maravillosa mente humana! No tengo palabras para expresar lo divertido que fue especular sobre hasta qué punto la protagonista, la anodina, veía lo que quería ver. Porque para mí, ella vive en una fabulación perfecta. Una conspiración perfectamente hilada, cerrada, donde ella se encarna como la salvadora de unos niños que, en el fondo, no son más que niños. La alucinación a la que da nombre con una descripción vaga, a la que podría responder cualquiera; la misma que da paso a una sugestión cada vez más afilada, certera, que convierte el susurro del aire en pasos.

 He leído todo tipo de teorías sobre lo que pasa realmente pero, ¿sabéis qué?, lo divertido no es encontrar “la verdad”, sino hacerse una idea, masticarla, procesarla y dejarla ir. Lo bonito, joder, es pensar que es una locura brillante en la que el final hace que una inspire hondo, horrorizada. Bravo, Henry James, lo hiciste bien. Joder, lo hiciste muy bien.

 Oscura, salpicada de momentos que bailan entre la realidad y la ficción; Otra vuelta de tuerca es una novela que pasa volando. Con una prosa afilada, acelerada y brillante, Henry James nos dibuja una historia sencillamente fascinante.

Nota: 4/5


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