Revista Cultura y Ocio

Reseña - Sombra y hueso

Publicado el 17 octubre 2020 por Alaluzdelasvelas

RESEÑA

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SOMBRA Y HUESO

 ¡Hola, hola, hola!

 ¿Cómo ha empezado el sábado? Espero que estéis disfrutando de un fin de semana muy tranquilo, a ser posible leyendo debajo de una mantita, con un buen té. Suena bien, ¿verdad? ¡Hasta a mí me apetece ahora mismo! Pero no estamos aquí para hablar de cómo leer, sino de qué leer. Esta semana os traigo la reseña de un libro que leí con Diana, administradora de Silent Storm; Mari, de Wandering book-reader; y Alba. No sé desde cuánto hacía que tenía esta novela en la estantería, ¡pero menuda joya me estaba perdiendo!

 ¡Por cierto!, cuando Diana y Mari tengan sus reseñas, editaré este párrafo para poder enlazarlas.

 Y ahora sí que sí, ¡dentro reseña!

FICHA TÉCNICA

Reseña - Sombra y hueso

Título:Sombra y hueso

Autora:Leigh Bardugo

Traductor:Miguel Trujillo Fernández

Editorial:Hidra

Número de páginas: 432

ISBN: 978 84 15709350

Precio libro físico: 15,67€ (Tapa blanda) / no disponible en Kindle

SINOPSIS

Alina Starkov no espera mucho de la vida. Se quedó huérfana después de la guerra y lo único que tiene en el mundo es a su amigo Mal. A raíz de un ataque que recibe Mal al entrar en La Sombra, una oscuridad antinatural repleta de monstruos que ha aislado el país, Alina revela un poder latente que ni ella misma sabía que tenía. Tras ese episodio, Alina es conducida a la fuerza hasta la corte real para ser entrenada como un miembro de los Grisha, un grupo de magos de élite comandado por un individuo misterioso que se hace llamar El Oscuro.

OPINIÓN

 El Primer Ejército lo forman los soldados, la carne de cañón que está ahí porque no tiene ningún sitio mejor en el que caer. Porque Ravka, ese pedacito lleno de magia Grisha e historias, está cada día más débil. El Segundo Ejército son los Grisha, los poderosos, los que pueden agitar mareas, dibujar llamaradas en el cielo, mover el viento. Los Grisha, que pueden curar y romper. Y los dirige el último Oscuro.

 Alina, una cartógrafa del Primer Ejército, echa de menos su vida. Los momentos tranquilos en el orfanato en el que se crió con Mal, ese chico dulce, divertido, que ha conseguido encajar a la perfección entre los rastreadores. A Alina le duele el corazón cada vez que lo ve, porque ella se siente muy poca cosa. Anodina, extremadamente delgada – por la maravillosa desnutrición, pero a eso sus “colegas” hacen oídos sordos –, tan tímida e insegura que es casi absurdo. Porque Alina tiene mucho que decir, pero no lo hace. Para qué, si nadie le escucha. Para qué, si Mal parece demasiado ocupado prestando atención a todas esas chicas de un solo día que llegan, están y se van.

 El inicio es una emboscada. La Sombra está en el mismo sitio que siempre, separando Ravka occidental de Ravka oriental; esperando nuevas víctimas. Y es que el Oscuro ha planeado una nueva incursión. Están en el barco, surcando el agua. Los Grisha esperan, el Primer Ejército espera. Alina cruza los dedos porque todo salga bien. Y, de repente, el golpe. El crujido. Los gritos. Hay sangre por todas partes. Esperad, ¿ese no es Mal… a punto de morir?

 No os hacéis una idea aproximada de las ganas que tenía de empezar esta trilogía, y es que después de leer – y enamorarme – Seis de cuervos y Reinode ladrones, tenía que saber qué pasó antes. Un antesmaravilloso, lleno de secretos que se desgranan muy poquito a poco. Leigh Bardugo ha mejorado muchísimo como autora, pero no os asustéis: su primera obra es una delicia. Una novela pausada, en la que nos cuenta qué se esconde tras la aparente paz del Pequeño Palacio. Una obra en la que priman los tonos de gris, porque la luz, ese blanco cegador, queda vetado para cuando los secretos, los putísimos secretos, dejan de serlo.

 Alina no entiende qué narices ha pasado. No entiende por qué, de repente, se le está tratando como a una prisionera. No sabe por qué todos le temen, por qué se apartan, por qué, joder, la llevan casi a empujones hasta el Oscuro. Y es que el Oscuro da mucho miedo. El Grisha más fuerte, el que no tiene misericordia, el que salda las afrentas con sangre. Pero allí están los dos. Él, mirándola con una curiosidad más bien sórdida, codiciosa; ella, temblando de pies a cabeza. Algo ha pasado en el barco. Y Mal, entre la multitud, no sabe cómo intentar decir que Alina, la pequeña Alina, sencillamente lo hizo.

 No, no os pienso contar de qué estoy hablando. Tampoco qué pasa después. Quiero que lleguéis a esta novela a ciegas, que dejéis que Alina os enamore despacito. Porque primero es muy niña, más bien impertinente, tan obstinada y orgullosa que dan ganas de zarandearla; pero luego es fuerte. Bendita resiliencia y maravilla chica. Pequeño Palacio, no tienes ni idea de la que se te viene encima.

 Antes de empezar a comentar el libro – con todo lujo de spoilers –, quería aprovechar para decir que me encanta que Leigh Bardugo dé nombre y apellidos a las cosas. Aquí, la toxicidad no se arregla. No, no lo hace. Lo que está podrido, lo que no vale la pena… no lo hace. Y punto. Chapó, Bardugo, eres una grande.

 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER

 No tengo palabras para expresar mi desprecio por el Oscuro. No sólo es un cabrón – que también –, sino que el colega se las gasta de victimita y no es más monstruo porque no se entrena. O sí, quién sabe. Ojo, porque a mí casi me tenía convencida. No me daba pena, pero sí que me decía a mí misma que no era más que otro esclavo de sus circunstancias, hasta que la cosa terminó de torcerse… y por fin pudimos verle la cara.

 El período de adaptación de Alina no es un camino de rosas. Ella no sabe cómo narices pudo invocar la luz y abrir una brecha en la Sombra. No sabe qué significa ser la única que es capaz de hacerlo… y no poder controlarlo. No sabe nada. Pero el Oscuro cree en ella, y hay algo fascinante en la manera en la que él la mira. Como si la viera, como si por fin, joder, alguien lo hiciera.

 Algo que me ha gustado, y mucho, de la novela; es cómo, poco a poco, Alina empieza a poner en orden sus prioridades. La fascinación que sienten los Grisha por ella pasa de ser ese caramelo maravilloso a poco más que humo. Uno que se escapa entre sus dedos, dejándola tan sola como antes. Sólo Genya y el Oscuro parecen entenderla. La primera es una Grisha rebajada al nivel de sirvienta – algo pasó con el rey y, qué queréis que os diga, se me revuelve el estómago sólo de pensarlo – y el segundo es la marioneta de esos monarcas acomodados. O eso dice.

 Leigh Bardugo no tiene prisa, ya os lo he dicho. Nos dibuja muy despacio las idas y venidas de Alina por salas de entrenamiento, comidas y encuentros casi clandestinos que parecen significar mucho. Y es que nuestra chica sigue echando muchísimo de menos a Mal, el mismo que no ha contestado a ninguna de sus cartas.

 La luz no termina de llegar. Para invocarla, todavía necesita ayuda. Y el Oscuro está empezando a ponerse nervioso. Es entonces cuando la primera pieza del puzzle aparece: la posibilidad de cazar un ciervo, y usar sus astas como amplificadores. Lo gracioso, o no tanto, es que apenas unos días después, Alina empieza a controlar su poder. Pero no es suficiente. Nunca lo es. No si quieren destrozar la Sombra… ¿verdad?

 Me encantó el choque frontal. Las ganas, luchando con el miedo; la manera cómo, de repente, el pasado colisiona con el presente y estalla en miles de pequeños pedazos. Me gustó la crudeza de esas confesiones susurradas entre las paredes cuajadas de ruido. Y me encantó que Alina, por fin, se diera cuenta de que hay cosas por las que de verdad vale la pena luchar.

 No os diré nada más, porque el trecho final de la novela es demasiado maravilloso para que yo llegue y os lo destroce. Lo que sí os diré es que agradecí muchísimo que Leigh Bardugo no intentara vendernos cosas que no procedían. Lo que es malo, lo es. Y ojo, porque pese a que estoy muy contenta con el final, hay un par de comentarios harto machistas que no puedo pasar por alto. No, no me valen las excusas. La realidad, le pese a quién le pese, sigue siendo la misma: fue una imposición. Una que apestaba a celos y dentelladas lanzadas al aire para defender, de forma patética, un “territorio” que no existe. Pis hacen los perros para marcar su territorio, no las personas, gracias.

 Dejando esto de lado, nada malo que decir. Si queréis un libro que os deje con muchas pero que muchas ganas de más, no sé a qué esperáis para hincarle el diente.

Llena de magia, con una protagonista que consigue robar el corazón; Sombra y hueso es una de esas novelas que se devoran. No sé a qué esperáis para conocer la historia de la chica que, un día, dejó ser invisible.

Nota: 4/5


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