¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS?
Título: ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas?
Autor: Philip K. Dick (Chicago, 1928- Santa Ana, 1982) procedente de una familia desestructurada, se casó cinco veces, fue consumidor de drogas y tal vez esquizoparanoide, su psiquiatra dijo de él que era imposible diagnosticar debido a su insólita vida. Escribió sobre realidades alternativas, simulacros, la naturaleza divina, androides o el control social en más de cien mil cuentos y una cuarentena de novelas. Entre las más célebres se encuentran El hombre en el Castillo, Ubik, Valis o ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? ésta última daría lugar al filme de culto Blade Runner.
Editorial: Cátedra.
Idioma: inglés.
Traductor: Julián Díez.
Sinopsis: una agradable y ligera descarga eléctrica, activada por la alarma automática del Climatizador de Ánimo Penfield, despierta a Rock Deckard, que deja la cama ataviado con su pijama multicolor y apremia a su esposa a que reajuste el climatizador para sentir deseos de levantarse. Deckard es un cazarecompensas. trabaja para el Departamento de Policía de San Francisco retirando androides de las calles. Vive en una Tierra prácticamente desierta desde que los seres humanos han emigrado a la nueva colonia de Marte después de la Guerra Mundial Definitiva. Los pocos que aún quedan en nuestro planeta buscan poseer carísimos animales; a través de ellos sienten la empatía que los diferencia de los androides. Sin embargo Deckard sufre por no permitirse económicamente uno y finge cuidar de una oveja auténtica cuando en realidad es sólo un animal eléctrico. Ataviado con su Ajax de Calzón de Plomo Mountibank contra el polvo radioactivo, se encamina al trabajo, descubre que sus superior está en el hospital con una herida de láser en el espinazo y recibe la orden de perseguir al nuevo androide que ha podido ser el responsable, el Nexus-6, de cerebro altamente sofisticado.
Su lectura me ha parecido: rara, atrayente, caótica, distinta, única, prodigiosa, reveladora, personal, atractiva, extremadamente reflexiva...A veces, queridos lectores y lectoras, no valoramos realmente nuestros logros, nos parecen pequeños, insignificantes, mínimos; en comparación, siempre, con lo que otras personas puedan alcanzar haciendo lo mismo que nosotros. Esto, aunque no lo creáis, pasa muy a menudo, y más de lo que nos pensamos. ¿Quién no ha sentido alguna vez que X trabajo de X asignatura es peor que lo que realmente es? ¿Quién no se ha autocompadecido de si mismo por creer que está a la cola de la clase cuando en realidad podría superar a todos en cuestión de tiempo? A la gente, en general, no puede evitar autoflajelarse, tirar piedras contra su propio tejado, dicho de otra forma, fustigarse porque esta convencido de que sus capacidades o su trabajo es lo peor de este planeta cuando puede llegar incluso a resultar interesante a ojos de otras personas. En definitiva, no confiamos en nosotros mismos, ni en nuestras capacidades y ni en nuestros proyectos que emanan de nuestra creatividad, ya sea física, artística, científica, intelectual...No obstante, he aquí un ejemplo de confianza y de creencia en su trabajo. Según el prólogo, el autor de la novela que hoy tengo el placer de reseñar, rechazó la posibilidad de ganar 40.000 dólares por permitir que este libro desapareciera. Esta, sin duda, fue una decisión muy valiente, teniendo en cuenta, como a continuación dice, que veinte años atrás tenía que comprar comida para perros para su familia porque sus ingresos no daban para más. Si no tenemos confianza en nosotros mismos, ¿quién la va a tener por nosotros? En este sentido deberíamos aprender un poco más de Philip K. Dick y su novela, ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas?: la rareza extraordinaria.
La historia de como este libro llegó a colarse, no sólo en mi adorada estantería, sino también en mi selecta memoria lectora, se remonta a hace un año aproximadamente. Como alguna vez he comentado en otras reseñas, el año pasado tuve que realizar el Trabajo Final de Grado, en el que rastreé la representación y la critica al totalitarismo a través de la novela Distópica del siglo XX, trabajo que me llevó un tiempo enfrascada y ocupada totalmente. En dicho ensayo abordé un análisis a mi gusto demasiado breve de las siguientes novelas: Un mundo Feliz, 1984, Farenheit 451 y La Naranja Mecánica; las cuales me aportaron muchos datos interesantes para, no sólo el trabajo, sino para mi enriquecimiento personal, el cual, plasmé en las reseñas que elaboré en su momento de Un Mundo Feliz y 1984 respectivamente. No obstante, y a pesar de que me hubiese gustado, no me dio tiempo a incluir ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? en el trabajo, ni siquiera tuve la oportunidad de adentrarme en su lectura. Desde entonces, viví con esa inquietud, y aunque me pusieron muy buena nota, me quedé con las ganas de leer dicho libro y analizarlo como lo había echo con el resto. Esa espinita siguió clavada en mi cabeza hasta hace unas semanas, cuando por casualidad, vi en la página de Cátedra que habían sacado una edición de ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? Como os habéis podido imaginar, acabé pidiéndolo a la editorial, acabé como consecuencia de ello sucumbiendo a su sorprendente lectura, y finalmente, acabé por darme cuenta de que habría cometido un pequeño error al intentar incluir esta novela dentro de la novela Distópica.
Adentrándonos en este tercer párrafo en lo que es la crítica propiamente dicha, tengo que decir en primer lugar que ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? es una novela muy poco convencional de principio a final, incluyendo por supuesto, su extraño y excéntrico título, el cual, una vez el lector ha leído la novela, se da cuenta de el por qué de su elección. Este libro tiene la peculiaridad de mostrarnos una forma de hacer literatura diferente y realmente impactante, pues, desde mi experiencia, muy pocas veces me había encontrado una novela de estas características tan peculiares y atrayentes al mismo tiempo. En segundo lugar, y ligado con lo anterior, lo que de verdad me sorprendió de la lectura de esta novela no fue ni los personajes, los cuales por cierto, son difíciles de imaginártelos por la ausencia de las tradicionales descripciones, lo cual en cierto sentido impacta, ni tampoco fueron la psicología de cada uno de ellos, la cual es muy patente pero se relega a un segundo plano, no, lo que realmente me gustó fue que el autor, conscientemente, pretendía que nos fijásemos en la historia en si. Con una ausencia de descripciones y dejando la psicología como un elemento inferior, lo que consigue Dick es que prestes más atención a la narración y a lo que sucede, además de a ese universo tecnificado y a los diversos mensajes que van apareciendo a lo largo de la novela, algunos sin que te los esperes, los cuales, provocan en el lector grandes reflexiones y preguntas oportunas. Esta sin duda, es la gran novedad y lo que hace que ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? no sea un libro corriente y moliente, sino que el autor parece experimentar nuevas formas de narración para jugar a su antojo con el lector, cosa que sin duda consigue. Finalmente, si tengo que ponerle algún punto negativo sería la complejidad de su lectura, Philip K. Dick podía tener una mente prodigiosa, sin embargo, un lenguaje más cuidado y menos introspectivo ayudaría a entender mejor ciertas partes del libro. Sin embargo, y como no podría ser de otra forma, su personal estilo es otra de las marcas de la producción de este escritor norteamericano.
Adentrándonos en la parte que a una servidora más le apasiona de este trabajo, es decir, la reflexión final, he de confesar que, como tantas otras veces, y siempre que me encuentro ante un libro tan complejo o aclamado, me surgen varios temas de debate y discusión posibles, lo cual siempre es buena señal. No obstante y a riesgo de aburriros ligeramente, he decidido decantarme por el tema primordial, la principal reflexión que se palpa a lo largo de ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? como es la conciencia de los limites entre lo real y lo irreal, de lo humano de lo que no lo es, de lo auténtico y lo artificial. Los que hayáis tenido la oportunidad de adentraros en esta novela, coincidiréis conmigo en que es difícil, por no decir casi imposible, diferenciar a un ser vivo de un robot o androide, algo que por cierto, actualmente ya está sucediendo. Cada dos por tres nos sentamos a la mesa, frente a la televisión, y mientras disfrutamos de nuestra comida del día, contemplamos, algunos maravillados y otros con cierto escepticismo, como la tecnología avanza a pasos agigantados. Una servidora, por ejemplo, esta cansada de ver como en X país han inventado robots semejantes a un ser humano, como los drones van a formar poco a poco parte de nuestro día a día o como en Japón los robots han sustituido a los empleados en un hotel de cinco estrellas. También recuerdo que comentaron que la medida era provisional, solamente para evaluar la capacidad y la eficiencia de estas máquinas al servicio de las necesidades de los clientes vip que cada día pasaban por dicho hotel, no obstante, algo en mi interior me decía que seguramente, y no creo que la cosa tarde mucho, nos veremos invadidos por hombres/mujeres de compañía, los cuales, realizarán todas nuestras tareas y nuestros propios trabajos fuera del hogar. En ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? la diferencia entre los androides y los humanos es mínima, por lo que se puede confundir y desarrollar, como le pasa al protagonista, sentimientos afectivos. Otros autores como Isaac Asimov también ha explorado estas posibilidades en sus aclamadas novelas como Yo Robot o El Hombre Bicentenario y Philip K. Dick, con originalidad y perspicacia, a través de Rick Deckard, nos pregunta ¿seríamos capaces de matar a un androide tan humano, aún sabiendo que en sus entrañas no hay más que cables y circuitos? o ¿pueden tener los armadillos sentimientos, a pesar de ser máquinas? o lo que es lo mismo ¿Sueñan los Androides con ovejas eléctricas? Una novela de transformación, compasión, venganza, tecnología, hostilidad... El sueño de los amantes de la ciencia ficción y de las narraciones poco convencionales.
Frases o párrafos favoritos:
"Somos máquinas, estampadas como tapones de botella. Es una ilusión ésta de que existió realmente, personalmente. Soy un modelo de serie."
Película/Canción: en el año 1982, de la mano de Ridley Scott, llegó a los cines la adaptación ligeramente libre de esta novela bajo el título Blade Runner. La película en su día no obtuvo el éxito que se esperó en taquilla, sin embargo, con el tiempo, acabó convirtiéndose en un clásico de culto para los amantes del cine. En ella, encontramos una de las mejores y más importantes interpretaciones de Harrison Ford y una de las escenas que ha quedado grabada en la retina de muchos espectadores, la cual, sigue poniendo los pelos de punta:
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Cátedra (Grupo Anaya).