Título: Tal vez mañana
Autores: Colleen Hoover
ISBN: 9788408150275
Editorial: Planeta
Páginas: 560
Año de publicación: 2016
Precio: 17,90€
Ficha del libroA los veintidós años, Sydney lo tiene todo: el novio perfecto, un futuro brillante y un bonito apartamento que comparte con su mejor amiga. Pero todo cambia el día en que Ridge, su misterioso y atractivo vecino músico, le advierte que su novio la engaña con su mejor amiga y Sydney debe decidir qué hacer con su vida. Sólo con lo puesto y sin recursos, Ridge la acoge en su casa y no deja de sorprenderla. Sydney vibra cuando él toca sus hermosas melodías y, aunque el corazón de Ridge está ocupado, él no puede ignorar que ha encontrado a su musa. Cuando finalmente se den cuenta de que se necesitan, entenderán que los sentimientos no pueden traicionar al corazón.
No debería entrar en detalles sobre el desarrollo de la relación entre los protagonistas dado que su encanto radica en su simpleza. Todas las sorpresas y giros inesperados vienen dados por el hecho de que, básicamente, hay demasiados implicados y muchos sentimientos en juego. Todo se aleja bastante de lo moral y se acerca más a los sentimientos puros.
El verdadero valor de la novela se haya en la prosa de la autora que conseguiría conquistar a cualquiera. La narración es fresca, sencilla y pueril con el toque de madurez exacto que todo el mundo, a posteriori, querría haber puesto en una situación parecida. Yo soy bastante obtusa sentimentalmente hablando y algunos de los temas que se ponen a debate a raíz de este relato me parecen que tienen una sola interpretación, soy bastante rígida en eso, y a pesar de todo el desarrollo es lo bastante especifico como para poder comprender muy fácilmente a todas las partes implicadas dando realce a las interpretaciones intermedias, esas zonas grises, que puedan tener valores como la lealtad, la amistad, el amor, el deseo, el odio, la traición… etc.
El encanto está ahí, en poder identificarte con personajes totalmente contrarios a tus ideales y eso me ha dejado un buen sabor de boca.
El ritmo de la historia es bastante rápido, a medida que se avanza en la novela es bastante fácil concentrarse en los claros patrones que ha usado la autora para crear situaciones desencadenantes y es imposible no quedarse enganchado al libro por el sencillo incremento exponencial de la terrible tensión sexual entre otros factores que abunda en la novela. Es más la autora parece tan consciente de ello que plantea ella misma este dilema y es algo tentador para el lector ser tan fácilmente comprendido por el autor.
Sinceramente, cuando ya estaba totalmente enganchada a todo y lo único que quería era llegar al final de la novela, no dejaba de darle vueltas al hecho de que, en términos generales, los personajes están bastante trabajados con sus cualidades y facetas personalizadas como para permitir al lector ponerse en su piel en mayor o menor medida, pero son un retrato bastante ficticio de los personajes que deberían encarnar: Sydney no tiene vida, Ridge en realidad tampoco la tiene y el resto supuestamente trabajan pero en realidad tampoco tienen vida. Es decir, la intensidad de esta historia se debe a que son como pequeños satélites orbitando al rededor de una relación romántica con complejo de platónica. Al quedarte esperando ante la puerta a que llamen al timbre la espera es eterna e intensa porque todas las fuerzas se concentran en ese único fin.
Supongo que haberle dado un poco más de diversidad a la ambientación y no convertirla en una especie de interacción condenada a cuatro escenarios una y otra vez no habría sido una mala idea, pues eso, ampliar un poco sus horizontes, darle toques más realistas.
La parte musical de la historia está bastante conectada a la no-vida de los protagonistas, se explica claramente al principio y tiene sus momentos de protagonismo, pero no es más que el vehículo necesario para mover a la historia, aporta un nexo entre las partes bastante fuerte y homogeneiza el desarrollo de la novela, también aporta cierto sentido al ritmo de la narración. Todo va bastante ligado.
No me apasiona la banda sonora, no es mi tipo, pero he de reconocer que el acompañamiento le aporta un toque para nada sutil y deja bastante tocado al lector. La idea de leer y escuchar la banda sonora a la vez es una herramienta poderosa para disfrutar de esta lectura así que os recomiendo que lo probéis, un poquito al menos.
En definitiva es una novela muy sencilla que llega fácilmente a pesar de meterse en terreno pantanoso, tiene unos personajes que transmiten muy bien la profundidad de los sentimientos que se ponen encima de la mesa y, sobre todo, la autora conquista donde lo no hace una historia tan actual como esta.