Amelia ya está hasta la coronilla del comportamiento irresponsable de su hermano. Entiende el dolor que debe estar sufriendo Leo al perder a su prometida, pero eso no es excusa para abandonarse él y a su familia. Haciendo acopio de toda la fuerza de voluntad posible, va en su búsqueda a uno de los lugares nocturnos más concurridos: un exclusivo bar para caballeros de noble cuna.
El lugar no tiene el ruinoso estado de otros bares londinenses, pero adentrarse ahí tampoco augura nada bueno, al menos para una joven como ella. No obstante, Amelia está decidida a encontrar a su hermano y si tiene que buscar a su hermano hasta en la última cantina de mala muerte lo va a hacer. En medio de una maraña de pensamientos, aparece en la puerta del establecimiento un extraño personaje. Digo extraño porque no es común que un gitano diga ser el administrador de un local como ese y que encima se ofrezca a ayudar a la joven. Pero Cam Rohan, pese a haber nacido en una comunidad gitana, está más que acostumbrado a la ciudad inglesa. Sabe las artimañas de los nobles aristócratas y sabe disfrutar de los placeres que Londres le brinda, incluido las mujeres. Cam no es inexperto en el ámbito femenino, pero Amelia Hathaway despierta en él una extraña sensación. Tal vez se deba a su carácter sobreprotector, a su negativa de casarse o simplemente a su obstinación, pero lo cierto es que hay algo en ella que le atrae más de lo que quisiera. Por eso, al finalizar la búsqueda del díscolo Leo, le roba un furtivo pero apasionado beso a la joven Hathaway. No es el primer beso de Amelia, ni tampoco la primera vez que su corazón palpita desbocado. Ella ya pasó una vez por lo mismo y el resultado fue una herida que tardó bastante en sanar. Sin embargo, no puede evitar que sus mejillas se tiñan de rojo cada vez que recuerda al joven señor Rohan, a su piel morena, a sus ojos profundos o su voz ronca y aterciopelada a la vez.
Cuando los Hathaways se mudan alcampo por el bien de los cinco hermanos, el destino le demuestra a Amelia que está completamente en contra de su negativa de permanecer soltera y dedicarse al cuidado de su familia. Al lado de su casa, viven Lord y Lady Weastcliff en una preciosa finca en la que también se hospeda una persona que la joven pensó que nunca volvería a ver.
Sí, queridos lectores, no es otro que el apuesto Cam Rohan.
—Dígame, señorita Hathaway... ¿qué haría usted si la invitaran a una cabalgada a medianoche a través de la tierra y el océano? ¿Escogería la aventura, o se quedaría a salvo en casa? No parecía poder arrancar su mirada de la de él. Los ojos de topacio estaban iluminados por un destello de luz retozona, no la picardía inocente de un muchacho, sino algo mucho más peligroso. Casi podía creer que podría realmente cambiar de forma y aparecer bajo su ventana una noche, y llevarla lejos sobre alas de medianoche...—En casa, por supuesto —se las ingenió para decir con tono sensato —. No deseo aventuras. —Yo creo que si. Creo que en un momento de debilidad, podría sorprenderse a sí misma. —No tengo momentos de debilidad. No de esa clase, de cualquier modo — la risa de él la rodeo como un soplo de humo.—Los tendrá.
La vida en el campo no resultó ser tan apacible como los Hathaways tenían en mente. Y por alguna extraña razón cada desgracia que ocurre hace que Amelia y Cam se acerquen más. Sin embargo, ya se sabe que la vida no es un cuento de hadas y nuestros protagonistas no pueden vivir felices y comer perdices así porque sí: entrará en escena el antiguo pretendiente de Amelia, más que dispuesto a recuperar su amor y formalizar un compromiso. Por su parte, Cam Rohan sabe que siente algo por la mayor de las Hathaways, pero él es un espíritu libre que no ha nacido para anclarse a un lugar -menos a una persona - y vivir con las frívolas restricciones de la sociedad inglesa de 1840. Además, está el hecho de que si una joven dama como ella se desposase con un gitano como él sería desprestigiada en los círculos sociales. Así, tanto él como ella librarán algunas batallas contra sus sentimientos que pueden acercarlos aún más o alejarlos para siempre... ¿Es el amor realmente suficiente para hacer frente a todas las adversidades?
Esta es la primera vez que pruebo algo de Lisa Kleypas, y todo gracias a Cerecita* que me encandiló con su reseña. Sobra decir que me ha gustado mucho-mucho y que he disfrutado con cada una de sus páginas, como quién presencia las escenas frente a sus ojos. Sinceramente, no hay nada que me haya disgustado. La historia tiene una ambientación preciosa, un escenario increíblemente bien descrito, unos personajes muy bien trabajados y un romance que se conduce con el ritmo preciso.
Me encantó el personaje de Amelia, una chica con sus inseguridades, sus dudas, pero que siempre intenta sobreponerse por su bien y el de su familia. A veces era tan sobreprotectora que podría resultar cansina para lo demás Hathaways, pero que para el lector la convierte en una protagonista muy bien construida. Adoré también a Cam Rohan, a su modo de pensar, de actuar, a su "maldición de la buena suerte" y a la forma en que protege y cuida de Amelia. Sin duda, Kleypas se ha lucido con ambos personajes, con la historia, con las trabas y problemas. Lo único que sí me dejó un poco descolocada es el final. Fue bastante bueno, no lo niego, pero hubiera esperado algo más. Supongo que descubriré alguna que otra pincelada de su historia en las siguientes entregas de la serie, que para algo hay cuatro más para hincarles el diente.
Esta reseña llega a su fin más que recomendada por mi parte. Les aseguro que lo van a meterse de lleno a la historia, la van a saborear, a disfrutarla, a adorar a los personajes y a odiar a uno que otro. En resumen: van a amar a Lisa Kleypas y a desear el siguiente libro: "Seducción al amanecer".Puntuación:(4.5)
Tuya a Medianoche
Serie Hathaways (1 de 5)
Lisa Kleypas
Editorial Zeta
348 páginas
ISBN: 0-312-94980-4