¡Hola, hola, hola!
¡PRIMAVERA! Hacemos oficial el cambio de estación. Y qué bonito es, a la vez que triste, pensar que ahora tenemos que volver a esperar la llegada del invierno. ¿Cómo ha empezado vuestro sábado? ¿Bien, genial, maravilloso? ¡Ojalá que sí!
Hoy os traigo la reseña de un libro que leí hace poquito. Uno que me enamoró, por cierto, aunque tuviera mis más y mis menos con él. Pero no os adelanto nada. Ah, no, no. Lo que sí quiero hacer es aprovechar para compartiros la reseña que hizo que me animara con él. La podéis leer haciendo clic aquí. Si es que una es débil y, cuando alguien habla tan bonito de un libro, no puede resistirse. ¡Por cierto! Os dejo también el blog de Diana aquí, sí, sí. Y ahora vamos al lío, ¡dentro reseña!
Ficha técnica
Título: Un cuento oscuro
Autora: Naomi Novik
Traductor: Julio Hermoso
Editorial:Planeta
Número de páginas: 688
ISBN: 978 84 08151487
Precio: 18,52€ (tapa dura) / 2,82€ (versión Kindle)
Sinopsis
Agnieszka tiene un don: es capaz de romper, manchar o perder cualquier cosa que lleve puesta en cuestión de segundos. Vive en el valle con su familia y es feliz en su pequeño y asilvestrado hogar. Pero la maligna y retorcida presencia del Bosque se cierne desde hace años sobre todos ellos. Para protegerse, el pueblo confía en el poder de un misterioso mago conocido como el Dragón, el único capaz de controlar con su magia el poder del Bosque. A cambio de protección, pide una sola cosa: cada diez años podrá escoger a una chica y se la llevará a su torre, un destino casi tan terrible como caer presa del Bosque.
El día de la elección se acerca y Agnieszka tiene miedo. Sabe ―de hecho todo el mundo sabe― que el Dragón escogerá a Kasia, la más bonita, la más valiente de todas las aspirantes. Y, también, la mejor amiga de Agnieszka. Pero cuando el Dragón llega, para sorpresa de todos, no es a Kasia a quien señala…
Opinión
El Bosque es el inicio. Oscuro, frondoso. Verde. Verde como el musgo. Verde como el césped recién cortado. Verde. Tan verde que abruma. Y peligroso. Hay algo oscuro, dentro del bosque. Algo que hace que las personas que viven a su alrededor hablen de él con respeto. Porque El Bosque a veces se alza, majestuoso, y ejecuta un movimiento. Uno solo. Y todo se rompe.
Desde hace años, el Dragón vela y protege a la gente de las aldeas. No es una persona agradable, ni siquiera simpática. Es, eso sí, mortalmente efectivo. Pero no trabaja gratis. Cuando llega la cosecha, el Dragón se lleva a una chica. Debe ser una nacida en un período concreto. Y tiene que gustarle. Por eso todo el mundo sabe que va a llevarse a Kasia. Porque va a hacerlo. Tiene que hacerlo.
Agnieska es la mejor amiga de Kasia. Son casi hermanas. Se quieren, ¡se quieren bien!, y les duele en lo más profundo saber que pronto, demasiado pronto, todo va a irse a la mierda. Porque el Dragón se la va a llevar. A Kasia, su preciosa y fortísima Kasia. A Kasia, joder, que es la jodida abnegación hecha persona. Siempre que se lleva a una chica, el Dragón la aísla. Nadie vuelve a verla. Y diez años después ellas, sencillamente, se largan.
La noche antes de la cosecha son lágrimas y confesiones. Son susurros bajo la luz de la luna, mientras El Bosque parece escuchar, silencioso, en la distancia. Son despedidas, miradas cómplices y la certeza de que todo ha terminado. Pero llega el día y Agnieszka, con el corazón henchido de dolor y miedo, asiste a la cosecha.
El Dragón la mira. Una vez, dos veces. Pasa de largo. Agnieszka siente que todo el aire abandona sus pulmones. No la ha visto. Mentira. La ha visto, pero no la ha mirado a conciencia, no se ha reconocido en los ojos de ella, no… Espera, está dando la vuelta. El Dragón, el jodido Dragón, la está mirando. De verdad. Con atención. Con rabia. Agnieszka siente cómo su mundo se rompe. Algo no encaja. No tendría que ser ella. No quiere ser ella. Pero la decisión está tomada. Y, para cuando quiere darse cuenta, su preciosa e idílica aldea ha desaparecido.
Me encantan las historias oscuras. Me gustan las que se cuentan a media voz, para que quien las escucha sienta la importancia de cada palabra. Me gusta la urgencia, el miedo, la rabia; con la que se puede desmenuzar una idea brillante. Me fascina la cadencia. Me enamora la tensión de cada respiración. Y todo es Un cuento oscuro. Es horror, frialdad, miedo. Es la paz que se quiebra, el aliento que se escapa, tembloroso, de los labios. Es, joder, esa sensación de incertidumbre, donde prefieres saber, aunque sea terrible, a tener que esperar. Y por eso, por todo eso, no puedo más que pediros que le deis una oportunidad a la historia.
La estancia de Agnieszka en la Torre es… rara. Los primeros días son un curioso caos salpicado de miedo. Porque el Dragón no quiere ni verla, aunque haya decidido tomarse unas molestias… curiosas. ¿Os he dicho ya que el Dragón es mago? Uno poderoso. Prepotente, repelente, un cabrón de aúpa; que ha decidido que Agnieszka tiene mucho que ofrecer… aunque la desprecie. ¡Y hasta aquí puedo leer!
No os hacéis una idea de lo bien que me lo pasé leyendo los rifirrafes de esos dos. Agnieszka no está por tonterías: ella quiere saber, quiere saber de verdad; pero el Dragón sólo quiere que aprenda. Y no es fácil, ojo, porque la chica ni siquiera pone de su parte. La añoranza la está matando. Es como una enfermedad: empieza con síntomas leves, soportables, hasta que, poco a poco, muy poco a poco, nota cómo cada respiración cuesta más que la anterior. Duele. Duele muchísimo. Joder, mata.
Es curioso que la gran virtud de Agnieszka sea el desastre. La chica siempre anda hasta el cuello: con la ropa hecha polvo, manchada, ligeramente salvaje. El Dragón no lo soporta. Él es pulcro rozando en el neuroticismo – o, qué narices, sobrepasándolo –. Dos caracteres diametralmente opuestos que chocan una y otra y otra vez. Hasta que encuentran un punto en común. El Bosque. La seguridad. La paz. ¿La paz? Ay, Agnieszka, en el lío que te has metido…
Antes de terminar por aquí, quería comentaros que lo que habéis oído/leído hasta la fecha es cierto: es un libro lento. Ojo, eso no lo convierte en un mal libro. A mi juicio, le hace ganar muchísimos puntos el hecho de que cada cosa pase cuando tiene que pasar. A Naomi Novik no le importa contar las cosas con calma, sin prisas, haciendo que primen los silencios cargados de reflexiones. Porque hay pocos diálogos, en libro, pero muy potentes. Tanto que me encontré a mí misma riéndome de las puyas entre la protagonista y su “gran amigo”. Tanto, joder, que a ratos se me hacía raro ver un diálogo, aunque en cierto modo lo esperase. Así que si os gustan las historias rápidas… pasad de esta. Ahora bien, si queréis algo pausado y maravilloso… este es vuestro libro.
Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER
Qué alguien me explique por qué diablos el Dragón tiene que ser tan gilipollas. En serio, ese tío tenía una patada en la boca cada tres páginas. No es sólo que sea un cabrón a conciencia, que también; es que el tío, las cosas claras, no tenía ni idea de lo que quería, hasta que lo tuvo delante y se cagó de miedo. Ver cómo, muy a poco a poco, baja las barreras y se abre fue… precioso. Por favor, fue tan bonito que me da la risa pensando en lo mucho que le aterrorizaba ser vulnerable. Lástima no poder decir lo mismo del resto de personajes. El príncipe me cayó francamente mal y su maravilloso mago, el Halcón, fue un maravilloso grano en el culo. Lleno de pus, puestas a ponernos dramáticas.
Mi problema principal con esta novela fue la importancia exagerada que se le dio a la parte centrada en la corte. Quiero explicarme. No soy una persona muy dada a “intrigas palaciegas”. No sólo me parecen soporíferas, sino que me cabrean en lo más profundo por lo superficiales y estúpidas que llegan a ser. Son desfiles de vanidades, henchidos de unas enviadas francamente repulsivas que, me vais a perdonar, no son más tóxicas porque no se corroen entre ellas. Y ahí radica el problema de Un cuento oscuro: Agnieszka llega a la corte y la trama se paraliza. Se desarrolla según los cánones preestablecidos: ignorancia, miedo, ligera aceptación, traición, pena y… el susto que hace que toda la trama dé un vuelco. Y eso está bien, ojo, porque yo deseaba con todas mis fuerzas que se dejaran de tonterías y pasaran a lo que podríamos llamar “lo importante”. Pero pasó tarde. Muy tarde.
Me sorprendió la importancia de Kasia. Y me gustó muchísimo. Que Naomi Novik no olvide que ellas eran casi hermanas, se querían tanto que dolía verlo… me fascinó. Y es que Kasia lucha con uñas y dientes cuando las cosas se ponen feas de verdad, incluso contra sí misma. No quiero contaros nada, porque la gracia está en que lo descubráis por vosotras y vosotros mimas/mismos, pero fue fascinante toparse con una coherencia tan maravillosa: si alguien es tu amiga, si lo es de verdad, no se borra de tu mente de un plumazo.
¿Hablamos del amor? Ay, el amor, maravillosa quimera. Personalmente, lo compro. Sé que muchas personas opinan que es precipitado y absurdo, pero a mí no me molestó. El Dragón es un tío complicado, bastante gilipollas y con un ego que necesita un buen pisotón. Agnieszka es su antítesis. Y por eso me lo creo: ¿qué gracia tiene enamorarse de alguien perfecto? ¿De alguien tan parecido a ti que, joder, parece un loro a tu lado? La gracia está en que alguien tenga las malditas narices de pararte los pies cuando te pasas. La gracia, joder, es que te miren a los ojos y te vean. Con lo bueno y con lo malo. Porque la perfección, me vais a perdonar, es una grandísima y apestosa mierda que no le hace bien a nadie – a parte de irreal, claro –. Así que me parece una pareja bonita, nada empalagosa, y justa. He dicho.
El final es brillante. Tenía muchísimo miedo de que todo se resolviera de forma precipitada, así que me alegra, ¡y mucho!, deciros que Naomi Novik no está por tonterías: ha venido a contar una historia oscura, cargada de odio y rencores. Y lo hace bien. Lo hace mejor que bien.
...
Siniestra, cargada de momentos que hacen que una se plantee seriamente qué está pasando; Uncuento oscuro hace honor a su nombre. Agnieszka es una protagonista que llega para quedarse. Una que pasa un verdadero infierno antes de llegar a un final que hace que todo tenga sentido. ¡No sé a qué narices esperáis para leerlo!
Nota: 4/5