Chernóbil, 1986. «Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto». Esto fue lo último que un joven bombero dijo a su esposa antes de acudir al lugar de la explosión. No regresó. Y en cierto modo, ya no volvió a verle, pues en el hospital su marido dejó de ser su marido. Todavía hoy ella se pregunta si su historia trata sobre el amor o la muerte.
Voces de Chernóbil está planteado como si fuera una tragedia griega, con coros y unos héroes marcados por un destino fatal, cuyas voces fueron silenciadas durante muchos años por una polis representada aquí por la antigua URSS. Pero, a diferencia de una tragedia griega, no hubo posibilidad de catarsis.
Casi un mes he tardado en leer «Voces de Chernóbil», después de tantos años entre mis lecturas pendientes, y no precisamente porque no me estuviera gustando, sino más bien porque considero que este es un libro para leer poco a poco, sin prisa, para digerir todos los datos y realidades que muestra. No es una novela al uso, como muchos de vosotros quizá ya sepáis, sino que es un ensayo biográfico que, según palabras de la propia autora, recoge los sentimientos, pensamientos y palabras de gente que vivió en primera persona el "accidente" de la central nuclear de Chernóbil (norte de Ucrania), de cómo vivieron aquellos primeros días, semanas y meses, de la incertidumbre y el miedo que desencadenó semejante catástrofe. En definitiva, recoge infinidad de testimonios y capta la historia omitida, las huellas del tiempo.
Esta no va a ser una reseña como las que estáis acostumbrados a ver en mi blog, pero os adelanto que aunque ha sido un libro doloroso de leer por los hechos, injusticias, desgracias y penurias que se cuentan en apenas cuatrocientas páginas, debo decir me ha gustado muchísimo y me ha hecho pensar y reflexionar de principio a fin, a cada testimonio que leía.
Tal y como reconoce la propia Svetlana, tardó más de diez años años en recopilar la información necesaria para escribir el libro, que se publicó en 1997. Para documentarse y escribir con conocimiento de causa, habló con extrabajadores de la central nuclear, con científicos, médicos, soldados, evacuados, liquidadores y sus esposas, residentes ilegales en las zonas prohibidas, vecinos de todas las edades..., que son quienes narran cada capítulo (aquí llamados «monólogos», algunos muy cortos, por cierto) en primera persona, dirigiéndose en todo momento a la propia autora y dejando sus nombres y apellidos al final.
¿Se podría decir entonces que el texto que la autora recoge son transcripciones de conversaciones que mantuvo con los protagonistas de esta tragedia? Sí, sin duda alguna y, además, son conversaciones sin alterar, por lo que aunque algunas puedan parecer un tanto confusas o liosas por carecer en ocasiones de coherencia y cohesión, se llega a entender a la perfección lo que pretenden transmitir con sus palabras, que no es otra cosa que miedo, incertidumbre, angustia e incredulidad. Esa incredulidad que muchos mostraban venía, en gran parte, de la gente mayor, porque después de haber vivido una gran guerra, ahora les tocaba enfrentarse a un peligro que no podían ver ni tocar. No entendían la situación. No escuchaban disparos, no veían humo y el sol seguía brillando. Entonces ¿qué tipo de guerra era esa? ¿Por qué tenían que abandonar sus vidas e irse de sus casas? Todo eso era desconocido para ellos... Se enfrentaban a algo que no se oía ni se veía, que no olía ni tenía color. Las personas hablan de radiación, de consecuencias, de muerte, pero ¿qué hacer entonces? ¿A quién creer?
«En un país donde lo importante no son los hombres sino el poder, la prioridad del Estado está fuera de toda duda. Y el valor de la vida humana se reduce a cero».
Este libro destapa que al principio se ocultaron muchos datos e informaciones, e incluso aún hasta la fecha se siguen sin saber muchas cosas, y seguramente nunca se llegará a saber la verdad. La palabra que más se llega a repetir en el libro es, quizá, la palabra «mentira»: mentían a la población con los niveles reales de radiación y diciéndoles que la situación era temporal, que tan solo era un incendio y que pronto volverían a sus casas y recuperarían sus vidas; mentían a las pobres criaturas a las que obligaban a ayudar y colaborar sin saber que tarde o temprano morirían por las consecuencias de la radiación... Incluso hubo suicidios, suicidios colectivos.
Pero «Voces de Chernóbil» no solo habla de la catástrofe en sí, sino que abarca un sinfín de temas, políticos incluidos, porque si algo supuso este accidente fue, también, la caída de la Unión Soviética. Según recogen testimonios, este hecho histórico tuvo dos grandes consecuencias: política, provocando la caída de la Unión Soviética, y cósmica, el accidente de la central nuclear en sí. Supuso la pérdida de toda una sociedad y sus consecuencias aún perduran, sin saber cuándo Chernóbil volverá a ser libre. Expertos aseguran que aún quedan miles de años para que Chernóbil vuelva a ser un lugar seguro y habitable, así que imaginad la magnitud de lo que entonces ocurrió aunque a simple vista no se pueda ver...
«A veces una tiene ganas de ponerse a soñar. Soñar que en un futuro no lejano cerrarán la central de Chernóbil. La derruirán. Y la plaza que se forme en su lugar la convertirán en un verde prado».
Fueron muchos los testimonios que me marcaron (por ejemplo, aquellos que hablan sobre lo que ocurrió con los animales —más concretamente, los perros—, con los recién nacidos, con las cosechas...), pero hubo uno en concreto que hablaba sobre el poco atrevimiento que había entre los escritores para escribir una novela ambientada en Chernóbil, pues siempre se leen novelas, ya sean de ficción o no ficción, ambientadas en la Primera o Segunda Guerra Mundial, la guerra de Vietnam, Afganistán..., pero nada sobre Chernóbil. Es curioso, ¿no?
Estamos ante una historia tremendamente despiadada y real que se siente muy cercana gracias a la narración tan directa, que aunque sean transcripciones de conversaciones reales, reconozco que la autora ha hecho un trabajo impecable y ha logrado transmitir a la perfección tantos años de trabajo y esfuerzo para que este hecho histórico no caiga en el olvido a pesar del paso del tiempo y de lo mucho que aún queda por descubrir.
Y ya, para terminar, me gustaría comentar un poco la parte final, que viene a ser algo así como un breve epílogo con un texto extraído de un periódico bielorruso del año 2005 en donde se habla del turismo nuclear, algo que a mí me parece tan absurdo como irresponsable. Seguramente muchos de vosotros habréis oído (o visto) hablar de ello, de excursiones o viajes que ofrecen desde oficinas turísticas para visitar Chernóbil y sus edificios abandonados.
Como digo, a mí esto me parece una irresponsabilidad, aunque los niveles de radiación sean muy bajos, y en cualquier caso los turistas deben seguir una serie de recomendaciones y prohibiciones, como es normal. La verdad es que como epílogo parece el broche de oro para esta intensa lectura que os recomiendo si os interesa saber qué ocurrió en Chernóbil, o al menos lo que han contado y se sabe hasta la fecha por los numerosos testimonios con los que contamos. Yo, por mi parte, vi en diciembre la miniserie de cinco capítulos que estrenó HBO hace un par de años y no pudo gustarme y emocionarme más... Es un complemento ideal para la novela y os recomiendo mucho ambos formatos 😌
4/5Y vosotros, ¿habéis leído este libro? ¿Os gustaría leerlo?Contadme :)¡Nos leemos en la próxima entrada!