Con mucho retraso y unas expectativas considerablemente infladas por el hype, esta semana se estrena por fin en los cines españoles la supuesta sorpresa británica del año: “Attack the Block”. El argumento de la cinta plantea el encuentro de una pandilla de adolescentes que residen en un bloque de viviendas de una zona deprimida del extrarradio londinense con una raza alienígena de criaturas peludas y oscuras con dentadura fluorescente dispuesta a invadir el planeta.
Escrita y dirigida por Steven Moffat (miembro de la pareja cómica Adam & Joe y uno de los tres guionistas de “Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio”), “Attack the block” aprovecha el gusto por la irreverencia y por los protagonistas adolescentes problemáticos que el audiovisual británico ha abrazado en teleseries como “Skins” o “Misfits” y los lleva al terreno de la nostalgia fantástica ochentera hermanándolos con películas como “Los Goonies” o “Critters”. En otras palabras: “Attack the block” es la versión deslenguada y poligonera de “Super 8”.
Pese a haber sido saludada por la crítica internacional como uno de los films punteros de este 2011, yo no he conseguido, sin embargo, encontrarle a la película esas magníficas virtudes que le presuponía antes de su visionado. Es verdad que “Attack the block” es una cinta entretenida y dinámica, que no ofrece un segundo de respiro al espectador y que se ve con agrado merced, sobre todo, al buen hacer general de un reparto de chavales absolutamente creíbles durante los 88 minutos de metraje. Los ingleses, ya se sabe, llevan la interpretación en la sangre.
Sin embargo, “Attack the block” no me ha sorprendido en modo alguno. Pese a sus generosas dosis de humor, ningún momento del film ha llegado a provocarme una de esas grandes carcajadas que sí he soltado con algunos de los mejores momentos de la mentada “Misfits”, por ejemplo. Las escenas de acción, por otro lado, están bien planteadas pero no son especialmente novedosas en ningún aspecto. Los personajes principales son esquemáticos y su desarrollo tiene la profundidad dramática de una cartulina (tampoco se le pide más, lo sé), y ni siquiera el diseño de los aliens es deslumbrante, pese a salirse un poco de los cánones habituales del género. Todo está bien, pero -ay- solamente bien.
Se agradece, eso sí, que Moffat no se haya cortado con la violencia.
Tal vez si un servidor hubiese visto “Attack the block” sin saber absolutamente nada de ella, sin haber leído ninguna de las elogiosas críticas que durante meses antecedieron a su estreno en nuestro país, sin creerme aquello que dijo un redactor de la revista “Best for film” de que “solo se me ocurre un debut tan bueno como “Attack the block”: “Reservoir dogs””, la película me hubiese dejado un mejor sabor de boca. Porque no puedo negar que hasta cierto punto he pasado un rato agradable viéndola, pero también que esperaba que mi disfrute hubiese sido mucho mayor.
Un buen serie B, si se quiere, pero serie B al fin y al cabo.
(“Attack the block” se estrena en España el próximo 7 de diciembre)
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