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“RESINA” de Ane Riel

Publicado el 27 febrero 2021 por Marianleemaslibros
“RESINA” de Ane Riel
Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi vida en La Cabeza es el aroma a resina fresca: el peculiar cosquilleo en la nariz, la sensación pegajosa en la palma de la mano y la voz bondadosa de papá al hablarme del jugo que corría por dentro del tronco. Era un jugo prodigioso, aseguraba, porque protegía de ataques y, al mismo tiempo, curaba heridas y conservaba bichejos muertos por toda la eternidad.
También recuerdo haber visto una hormiguita viva trepar por la corteza, pasar junto a aquellas gotas doradas y viscosas dando un rodeo y perderse en una grieta para reaparecer al cabo de un instante algo más arriba. Arriba, siempre hacia arriba. Después de aquel día, les susurraba a los árboles sangrantes que sus heridas se curarían, porque la resina era su sanadora y protectora. Los árboles eran amigos míos
“RESINA” de Ane Riel
Liv falleció con seis años. Se adentró en el mar durante la noche y hallaron la barca hecha añicos a la mañana siguiente. O, al menos, ésa es la historia que sus padres contaron a las autoridades. La realidad es bastante distinta: Liv está viva y se esconde tras una pared impenetrable de objetos robados de aquí y allá que Jens, su padre, ha ido acumulando a lo largo de los años. Una fortaleza de la que, al traspasar su puerta, es imposible escapar ileso.
Aquí, lejos del resto de los habitantes de la isla, la vida de la familia fluye de manera imperturbable, cristalizada hasta la eternidad como una hormiga atrapada en resina. Sólo Maria, la madre de Liv, puede cambiar el rumbo de las cosas dentro de la peculiar familia Haarder. Pero ella también, a su manera, ha decidido esconderse del resto del mundo dentro de un cuerpo monstruoso.
“RESINA” de Ane Riel “RESINA” de Ane Riel“RESINA” de Ane RielAne Riel es una autora danesa nacida en Aarhus el 25 de septiembre de 1971. Vive en Liseleje, Dinamarca, junto a su marido Alex Riel, un renombrado baterista de jazz. Se graduó en el Marselisborg Gymnasium y siguió formándose en Historia del Arte en la Universidad de Aarhus. En 1996 se trasladó a Copenhague para estudiar Ilustración en la Danish Design School; sin embargo, terminó trabajando en un museo y dedicando su tiempo libre a escribir libros infantiles.
Riel debutó en la narrativa para adultos en 2013 con "Slagteren i Liseleje" y por ella recibió el premio a Mejor Primera Novela de la Academia Danesa. A esta obra le seguiría "Resina", aclamada en su país de origen y traducida a diferentes idiomas, entre ellos el castellano.
Mi propio resumen-síntesis sin spoiler
Liv es una chiquilla a la que con seis años, sus padres declararon muerta. Pero Liv no está muerta. Los cuatro, el padre (Jens), la madre (María), y sus dos hijos Carl y su gemela Liv, viven en La Cabeza, los únicos habitantes de una pequeña isla unida a otra por una franja de tierra con forma de cuello, de ahí su nombre.
Jens Haarder padece el síndrome de Diógenes y María sufre de obesidad mórbida y depresión. Está tan inmensa, que ya no sale ni de su habitación, no hace más que comer y dormir, solo se entera de lo que pasa en la casa por lo que le cuenta Liv. 
Así me sentía yo. Cuanto menos podía hablar, más tenía que comer. A lo mejor era un modo de evitar que mi garganta se cerrase por completo. Con el tiempo, acabé teniendo una bola inmensa de frases naufragadas en la garganta. Palabras rotas sin relación unas con las otras, arranques interrumpidos, finales inconclusos, líneas sin aire entre medias, construcciones truncadas, guturales apiladas. Lo que había allí era mi pena y yo no quería dártela a ti. Ni tampoco a tu padre, que bastante tenía con la suya.

A él, además de gustarle acumular todo tipo de cosas servibles e inservibles, le gustan los árboles y la resina, porque la resina es curativa, lo cura todo. Su padre, el abuelo de Liv, era carpintero y le inculcó el amor por el bosque, por la naturaleza y le enseñó el oficio, a trabajar la madera y a construir ataúdes.

Veis esas gotas doradas? Son de una especie de jugo que corre por dentro del árbol. Cuando hay algún daño en la corteza, el jugo brota por la herida y se espesa. Eso ayuda a curar al árbol y al mismo tiempo mantiene a raya a los insectos dañinos. Tocadlo..., es pegajoso..., y oleos después los dedos.

Los Haarder viven aislados del mundo y solo salen al exterior para lo imprescindible, comprar, vender sus productos y algunas noches, salen para robarles a sus vecinos de los alrededores de La Cabeza lo que pillen, todo tipo de productos para acumularlos en la casa, sus pequeños tesoros recolectados que terminan por convertirla en prácticamente inhabitable, hasta arriba de trastos e inmundicias.

Al contemplar su paisaje de objetos, no veía desorden ni porquería. Veía un todo indisoluble. Si quitaba lo más mínimo, estropearía el conjunto. La gente no comprendía que todo lo que había acumulado tenía su sitio y su valor; y servía para algo.

Son felices a su manera, se sienten seguros y saben manejarse en medio de ese caos elegido que tienen por vida, al menos Jens, que no quiere que las cosas cambien, ni permitirá que nadie se entrometa pretendiendo ayudarles. Para ello, ha rodeado la casa de trampas y será capaz de cualquier cosa para proteger su intimidad y la de su familia. 

A partir de aquel momento, el bosque se convirtió en el lugar más seguro del mundo. Entendí que todo regresaba. Que los colores se iban reemplazando unos a otros: al verde claro el oscuro, el rojo fuego, el ocre dorado, el más negro de los negros. El humus. Que la tierra precisaba algo que comer para hacer brotar vida nueva. Que la luz sucedía a la oscuridad, que sucedía a la luz.  

Y hasta aquí puedo contar, no os digo más, no puedo decir más. Tendréis que leerlo vosotr@s para entender qué pasa con los Haarder y qué está ocurriendo exactamente en esa casa.

“RESINA” de Ane Riel
La habitación blanca estaba completamente a oscuras cuando mi padre mató a mi abuela. Yo estuve ahí. Carl también estaba allí, pero no se dieron cuenta. Era la mañana del día de Nochebuena y aunque caía una pizca de nieve, no llegó a ser una Navidad blanca exactamente.

¡Menudo comienzo de novela! Algo así no te puede dejar indiferente, te obliga a seguir leyendo. Unas palabras que ya presagian algo impactante, algo oscuro y sí, hay bastante oscuridad en todo lo que rodea a esta familia, a los Haarder, una familia extraña, con una forma de vivir extraña. Oscuridad en ellos mismos, en esa casa que imaginas llena de objetos inservibles, de chatarra, de guarrerías y en esa atmósfera asfixiante, opresiva, oscura, que te cala y que Ana Riel ha conseguido crear en esta novela.
Varias voces nos narran la historia: la más interesante y con mayor peso en la trama, la de Liv, una niña que imaginas como una especie de espectro, porque oficialmente no existe, está muerta. Desde su perspectiva infantil e inocente te cuenta cómo vive y entiende las cosas, su pequeño mundo, su pequeño encierro en el que, por otra parte, ella está encantada. Una niña que adora a su familia, sobre todo a su padre, al que admira, del que se cree todo lo que le dice como si fuera un dios y que no se plantea ni entiende otro modo de existir distinto rodeada de otros niños, de otros adultos. 
Mamá me está enseñando a leer y a escribir —dije—. Y papá me enseña a hacer cosas con otras cosas y a tornear palos y a fundir plomos y puntas de flecha y a construir prensas para embutidos y a poner trampas y a desollar conejos. Y no les duele cuando se mueren porque está oscuro. Y también conozco el juego de ir a buscar cosas sin despertar a la gente. Y, además, tengo un puñal y juego con él.

También la voz de María, que a través de unas cartas que le deja a su hija (¿imaginando su muerte?), le cuenta como conoció a Jens y cómo acabó atrapada en su propia cárcel, en ese cuerpo inmenso que no le permite salir de la habitación ni casi moverse.

No, no me arrepiento de haber conocido a tu padre. Estaba sinceramente enamorada de él y todavía lo amo. En cierto modo, eso compensa todo lo demás. Hasta lo mío, que ahora esté aquí tumbada, tan grande y tan gorda. Hasta lo de tu abuela Else. Y lo de Carl. Hasta el desorden. La suciedad, que finjo no ver. Sí, todo lo que se ha torcido, incluso contigo.

Estos pasajes se van intercalando con los de un narrador ominisciente que nos pone al día de la niñez de Jens, de cómo fue su vida con su hermano Mogens y sus padres, Silas y Else. De cuando su padre le enseñaba el oficio de carpintero y a construir ataúdes. Capítulos que quizás nos ayuden a entender cómo se forjó su personalidad compleja y peculiar, cómo llegó a ser tan extremadamente introvertido, tan metido en sí mismo 

Jens, sin embargo, era aún más introvertido que Silas. Su lejanía y su perpetuo silencio parecían una huida y preocupaban a Else. Ella habría querido entrar en su mundo, que el muchacho le hiciese confidencias como a su padre. Que le mostrase la misma confianza. Y, a la vez, le daba miedo lo que pudiese encontrar dentro de él. En la oscuridad. Era como si algo se hubiese roto en su interior y no estaba muy segura de que tuviese arreglo.

La trama te envuelve, te engancha desde el principio y según avanzas en la lectura, te convences de que las cosas no pueden continuar así por siempre jamás para esa niña que crece rodeada de basura, sin ningún tipo de disciplina, que solo sabe leer, escribir, aunque eso sí. . . , se maneja a la perfección en el bosque, rodeada de sus árboles, de sus bichos, del olor a resina. Presientes que todo va a estallar por algún lado, y ¡vaya si estalla! 

¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Sí, he disfrutado mucho leyendo esta peculiar novela, aún sabiendo que fue todo un bestseller en Dinamarca, porque no paró de cosechar éxitos y premios tras su publicación en 2015 (en principio soy precavida a la hora de leer este tipo de libros) y, aunque la recomendación venía de alguien con quién coincido bastante en gustos lectores, me ha sorprendido bastante más de lo que esperaba.
Aunque mucho suspense no es que tenga, sí que hay cierta intriga que te envuelve y te incita a seguir adelante, a saber más, a conocer las razones, los porqués, si es que los hay. Y al terminarla, sé que es una historia que recordaré, con sus dos maravillosos personajes que no olvidaré, Jens y Liv, de esos que perduran en tu cabeza. Jens, fascinante, un ser ¿loco? ¿cuerdo?, con su Diógenes y probablemente algún otro tipo de desorden mental.Y Liv, una chiquilla que no elige el tipo de vida que lleva, me ha enternecido y también me ha dado pena, aún sabiéndola feliz en su ordenado caos. 
Resumiendo: “Resina” me ha parecido una novela original, dura e impactante en algunos aspectos de la trama. Original, porque retrata la vida de una familia distinta a todo lo que consideramos “normal”, no regida por las reglas habituales consideradas “normales”, en un mundo sin orden ni organización alguna. Una novela exquisitamente oscura y absorbente.
El día que todo sucedió, acababa de coser a mi hermana dentro de mi osito de peluche. Por eso huele a resina. Pero no se lo diremos a nadie.

Os la recomiendo, no os la podéis perder. Yo por mi parte volveré a leer a Ane Riel y esperemos que lleguen pronto más libros de esta autora a España. Así que mi nota esta vez, como no podía ser de otra manera, la máxima:
“RESINA” de Ane Riel

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