Revista Psicología

Resistencia vs Mecanismo neurótico en Terapia Gestalt

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

La resistencia, desde la perspectiva de la Terapia Gestalt, se contempla como un mecanismo neurótico, un fenómeno de campo que cumple una función en el individuo a la que hay que atender y no eliminar.

Resistencia vs Mecanismo neurótico en Terapia Gestalt

¿Qué es la resistencia?

El término de resistencia es introducido por Sigmund Freud en la cura psicoanalítica clásica. Se trata de un fenómeno intrapsíquico e inconsciente del paciente analizado, que impide que afloren a la consciencia determinados contenidos reprimidos. 

La finalidad del psicoanálisis freudiano es la de hacer consciente lo inconsciente. Esta es la razón por la que el psicoanalista trata de eliminar la resistencia que impide acceder a la consciencia del paciente.

Resistencia vs Mecanismo neurótico  

Desde la perspectiva de la Terapia Gestalt, Fritz Perls habla de mecanismo neurótico por primera vez en su libro: Yo, hambre y agresión en 1947. Posteriormente, en 1951, se desarrollan y estructuran en Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana por Perls, Hefferline y Goodman.

Hay que tener en cuenta que Perls, médico psiquiatra, se formó en psicoanálisis y de ahí su familiaridad con los conceptos y términos psicoanalíticos. No obstante, no se adscribió al psicoanálisis ortodoxo ya que algunos de sus analistas, como Karen Horney y Wilhelm Reich, se alejaron del psicoanálisis clásico.

En el psicoanálisis freudiano ortodoxo, la resistencia es un fenómeno intrapsíquico y un obstáculo a eliminar. Sin embargo, para la Terapia Gestalt, las resistencia se contempla como un fenómeno de campo que cumple una función en el individuo. Es decir, la resistencia se entiende, como un mecanismo neurótico que impide la toma de consciencia de protegerse el individuo frente a las amenazas del entorno. 

Perls destaca en Yo, hambre y agresión (1947), que la resistencia no es un proceso negativo y no deseado, sino una energía provechosa de la personalidad que se vuelve perjudicial sólo cuando se emplea de forma inadecuada o inoportuna.

– La resistencia se convierte en un ajuste creativo que favorece el funcionamiento organísmico cuando se encuentra al servicio del organismo atendiendo a la necesidad dominante. Como función de campo, se trata de una modalidad de contacto, en donde la persona intenta resolver de la mejor manera posible con sus circunstancias presentes, una situación difícil (sufrimiento emocional). Es, por lo tanto, un mecanismo adaptativo de supervivencia para afrontar situaciones difíciles.

– Sin embargo, la resistencia es perjudicial, únicamente cuando no forma parte del ‘darse cuenta’ y del ‘ajuste creativo’ del organismo. Es un ajuste conservador cuando el ajuste creador que en su momento fue útil y adaptativo permanece como algo fijo y obsoleto, es decir, se convierte en desadaptativo y no apropiado en la actualidad, en el aquí y ahora. Como función de campo, se trata de una interrupción del contacto ya que impide el contacto pleno entre el organismo (individuo) y su entorno inmediato en el momento presente.  

– También podemos considerar la resistencia, como un modo existencial de la persona, como una forma de relacionarse tanto consigo mismo como con el mundo externo.

Mecanismos neuróticos de contacto

En el libro Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana, se citan cinco mecanismos neuróticos de contacto:

  1. Confluencia
  2. Introyección
  3. Proyección
  4. Retroflexión
  5. Egotismo

La diferencia entre estas modalidades se encuentra relacionados con el momento o la fase del proceso de contacto entre organismo y entorno en el cual se puede producir una interrupción o un ajuste creativo.

– Confluencia

La confluencia se produce en la fase de pre-contacto. Como mecanismo neurótico se presenta en aquellas situaciones en las que hay un miedo a la diferenciación, a la individualización.

La confluencia impide que algo nuevo surja en el campo y, al mismo tiempo, privilegia la fijación de la situación anterior. La confluencia es un estado de no-contacto. Se produce cuando la persona no percibe ningún límite entre él mismo y el entorno, estableciendo una fusión con el entorno, es decir no hay contacto ni consciencia (darse cuenta) porque no hay una experiencia clara en la frontera contacto. 

Un ejemplo de confluencia saludable lo podemos observar en la confluencia primaria existente entre el bebé y la madre. El bebé vive la experiencia de no tener limites, de ser parte de otro, una experiencia que va unida a la falta de diferenciación entre el organismo (el bebé) y el ambiente (la madre). La confluencia entre la madre y el bebé es necesaria en los primeros meses de vida, y se trata de una confluencia sana que permite a la madre atender a las necesidades de su hijo. 

– Introyección

La introyección aparece en la fase de toma de contacto. Mediante la introyección incorporamos a nosotros mismos deseos, creencias, necesidades, reglas, valores, etc. que, no nos pertenecen y que fueron tomadas de nuestras figuras significativas en las primeras relaciones tempranas. Es una forma de sustituir precozmente el propio deseo o necesidad por el deseo o necesidad de un otro significativo.

La introyección puede ser sana o neurótica:

  • La introyección saludable forma parte de cualquier proceso de aprendizaje.
  • La introyección como mecanismo neurótico, lleva implícita la coerción, e implica comportamientos neuróticos fruto de la diferenciación de los elementos del campo.

Un ejemplo de introyección como mecanismo neurótico suele darse en padres autoritarios y exigentes que no teniendo en cuenta las necesidades del hijo/a, exigen que se adapten éstos a sus propias necesidades y expectativas. Los hijos, en este sentido, crecen incorporando a sí mismos criterios, deberes y opiniones que no son suyos, son introyectos.

– Proyección

La proyección es un elemento esencial en la constitución de las relaciones. Proyectamos para crear vínculos. Es el primer acercamiento perceptivo mediante lo que imaginamos o interpretamos de la otra persona. En este caso se trata de una proyección sana.

La proyeccióncomo mecanismo neurótico, se encuentra en las personas que tienden a proyectar en los demás aquellos aspectos personales que no asumen como propios, tanto positivos como negativos. Por ejemplo, emitir un juicio sobre la otra persona y actuar en base a estos juicios sin comprobar que se ajusta a la realidad de la otra persona.

– Retroflexión

La retroflexión como mecanismo neurótico es el autocontrol, la inhibición de la necesidad de la persona frente a una situación relacional dificultosa. En estos casos, al no ser capaz la persona de llevar a cabo la satisfacción de su necesidad, la vuelve hacia sí misma. 

Por ejemplo, el niño/a que ha crecido en un ambiente familiar en el que sus emociones —miedo, tristeza, enfado…— no han sido validadas sino todo lo contrario, rechazadas, castigadas o avergonzadas, aprende a no expresarlas, a inhibirse de la expresión de estas. 

La retroflexión sana es necesaria en entornos difíciles porque evita peligros potenciales mayores.

– Egotismo

El egotismo es una variante sofisticada de la retroflexión. Como mecanismo neurótico la persona egotista se caracteriza por carecer de espontaneidad y tener un control intencionado de sus actos, lo que da lugar a una interrupción del contacto.

Un ejemplo de esto podemos observarlo en las relaciones interpersonales cuando la persona se aísla, no por falta de recursos sino por adoptar una posición de orgullo y arrogancia frente al otro. Para el egotista no existe nada en el ambiente de lo que pueda enriquecerse y crecer como persona humana, todo lo contrario, su ensimismamiento es para manipular y controlar el entorno. 

En este sentido no es difícil imaginar a la persona egotista viviendo en un constante aislamiento, soledad y aburrimiento. Se trata de una actitud rígida que, como forma de vida, puede dar lugar a una personalidad narcisista en la cual se anteponen las propias necesidades a las que ofrece el entorno.

El egotismo saludable no rechaza el contacto, la interacción con el otro, aunque puedan darse las actitudes de retraimiento, escepticismo o distancia.  


Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia

Bibliografía:

– Delisle, G. (1993). Las perturbaciones de la personalidad: Una perspectiva gestáltica. Madrid. Los Libros del CTP.

– Latner, J. (1973). Fundamentos de la Gestalt. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.

– Perls, F. (1947). Yo, hambre y agresión. México. Fondo de Cultura Económica.

– Perls, F.,  Hefferline, R. & Goodman, P. (1951). Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Madrid. Los Libros del CTP.

– Polster, E. & Polster, M. (1973). Terapia gestáltica: Perfiles de teoría y practica. Buenos Aires. Amorrortu.

– Robine, J. (1997). Contacto y relación en psicoterapia: Reflexiones sobre terapia Gestalt. Santiago de Chile. Cuatro Vientos.

– Wheeler, G. (2002). La Gestalt reconsiderada. Un nuevo enfoque del contacto y de las resistencias. Los Libros del CTP.

– Yontef, G. (1995). Proceso y diálogo en psicoterapia gestáltica. Santiago de Chile. Cuatro Vientos.

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Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis  y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España

Imagen: Pexels


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