Responsabilidad de los límites en la infancia.

Hay un principio ineludible cuando decidimos convertirnos en padres, y es el de RESPONSABILIDAD. Cuando la paternidad es una decisión, y no un “accidente”, nadie podrá debatir que no era consciente de la responsabilidad que comenzaba a asumir, ¿verdad? Somos nosotros, los padres, los responsables de nuestros hijos hasta que estos alcancen una madurez tal, que los permita sobrevivir y vivir de forma independiente. Y no me refiero a nada económico, sino a autonomía personal para vivir consigo mismos y entre/con el resto de miembros de la sociedad.

Así que es nuestra, y solamente nuestra, la responsabilidad de criar y educar a nuestros hijos. No vale luego buscarse excusas: es que en el colegio…, es que el profesor…, es que este niño salió…, es que la sociedad actual…, es que el Estado… Uno al menos debería ser consciente de que por sus acciones y omisiones está condicionando a sus hijos. Y llegado el momento en que ese niño crece y se convierte en un pre adolescente, asumir que ahí tiene el reflejo de su educación, afecto, cuidados y atenciones durante su infancia. Nadie creerá que la educación comienza a partir de esa pre adolescencia en la que se muestran los primeros indicios de una madurez e independencia del niño, ¿verdad? Si es así… por mi experiencia debería deciros que el esfuerzo dedicado con ellos en la infancia tiene su fruto con el paso de los años. Así que no importa el cansancio, no importa el sueño, no importa lo que cueste: trabajo que hagas con tus hijos, será fruto para ÉL. Tú simplemente tendrás el derecho de admirarlo y saber que ahí está tu huella.

Pero precisamente porque los amamos, deberíamos de ser conscientes de la necesidad de establecer unos límites. Los hijos necesitan seguridad, afecto, amor, apego y límites. Porque los amamos. Por nada más. Porque buscamos lo mejor para ellos en sí mismos y en su vida en sociedad. Por nada más.

Y si alguien cree que no necesitan límites… genial, pero que asuman su decisión siempre. Y por supuesto, que asuman que si se entra en convivencia con otros niños estén sujetos a las reglas de juego de la convivencia, de tal forma que prevalezcan éstas por encima de las no-reglas. Porque en convivencia no todo vale, aunque en su familia sí valga todo.

Por experiencia os digo que no siempre estamos estableciendo límites, lo habitual es hacerlo en determinados momentos y etapas, con lo que en cuanto se aprende la norma, luego vuelve otra temporada más relajada. Y unas se van encadenando con otras, de tal manera que a veces cuando se establece una norma nueva ésta es asumida inmediatamente porque ya se interiorizó una previa. Los límites no se establecen por antojo o autoridad, sino por necesidad. Una parte de las veces podrás hacérselos entender (ahí está una de las claves), pero ojo, que se los hagas entender no significa que les estés dando margen para tenerlas tú que justificar. Nosotros somos los adultos, y lo podemos y debemos explicar; a veces podrás “negociar” conforme vayan madurando y entendiéndolas, pero en otras ocasiones no hay negociación alguna: tú sabes lo que ellos necesitan.

Como en todo hay que saber ser flexible y saber cómo establecer límites y qué límites hay que fijar en cada etapa de nuestros hijos. ¿Recordáis cuando os decía que no abusáramos del NO? Os decía: si es un NO es un NO, y no hay discusión. Si no eres firme en tu voz, en tus gestos, en la emoción que transmites acompañando a tus palabras, no estaremos estableciendo adecuadamente ese límite, porque estamos confundiendo a unos niños pequeños que llevan meses interpretando nuestras emociones. ¿Quieres decir un NO mientras te estás riendo por una gracia que hace? Estoy segura de que esto os ha pasado… ¡me pasa a mí! Y me tengo que morder la lengua muchas veces para no reírme con mi hija de 17 meses… pero me la muerdo mientras me parto de la risa por dentro

Si estáis en una primera etapa de establecer límites, como yo con mi hija pequeña, estos serían mis trucos:

• Lenguaje, gestos, emociones forman un todo: para dar seguridad y que los niños lo reconozcan de forma inmediata. Es el ejemplo de la risa de antes. Es el “todo” del mensaje lo que da claridad y sencillez para ser comprendido.

• Exige obediencia. Por ejemplo: si es un NO, es un NO. Y no depende de que esté solo o con niños, con papá o con mamá…; porque entonces puede que no fuera un NO y fuera un SÍ, pero CON CUIDADO, que estoy pendiente de ti… En esos momentos en los que esteis interiorizando una regla o norma, obedecer no es una opción, es lo que se exige.

• Ten claros qué limites quieres para poder seguir el punto anterior. A veces se exigen cosas que no deberían exigirse por edad, pero puedes resultar laxo con otras que no se pueden permitir… Tómate tu tiempo, piensa al respecto, hazte una lista… quizá te ayude. En cada etapa habrá que cambiar, modificar, introducir nuevas, dar por superadas otras… Por ejemplo, en mi familia tenemos claro que hay límites en aquellas cosas que suponen daño para uno mismo o para otros, y cualquier indicio de agresión no se permite (pero ni física ni verbal) Y esto va de la mano del respeto a uno mismo y a los demás. Y si es algo que se enseña desde siempre, con el ejemplo, con amor y firmeza, tened por seguro que se aprende. Una vez os hablé sobre las normas en la casa del amor que tenemos

• Es recurrente decir que tú eres su ejemplo: deberás exigirte ciertas limitaciones en épocas en las que ellos estén aprendiendo algo relacionado.

A mi entender los principales errores que se producen cuando se quieren establecer normas radican en fallos nuestros, no de nuestros hijos: somos demasiado laxos, no tenemos claros los límites que queremos imponer, no son unívocos los mensajes… Para poner límites primero debemos reflexionar nosotros sobre ellos. Ser flexibles, claros, y amorosos, también. Pero primero reflexionar antes de enseñar.

¿Creéis necesario establecer límites en la infancia? ¿No creéis que tanto se puede “pecar” de no establecerlos, como de establecerlos de forma inadecuada para cada etapa? A veces se tiende a creer que los niños no necesitan límites, ¿se les perjudica de cara a la convivencia con otros niños?