Cuando dos o más personas discuten sobre un tema, generalmente es porque no están de acuerdo. Si la discusión se mantiene con calma (y es difícil según qué temas y temperamentos se encuentren), aunque se siga sin estar de acuerdo, por lo menos se van perfilando los puntos de partida y supuestos de las partes. En cristiano: de qué hablamos cuando hablamos de. Hay veces que no se está de acuerdo en conceptos básicos de la discusión y uno se da cuenta al cabo del tiempo, porque las palabras (cualquiera) al final son generalizaciones (y más cuando se trata de conceptos abstractos) y nadie generaliza de la misma manera o con los mismos datos.
Supongo que por deformación profesional, un biólogo generalizará sobre una palabra como “sexo” o “género” o “sexualidad” de una manera diferente a como lo hacen los demás. Cuando yo he dicho que no consideré ni mi parto como una experiencia sexual, no estaba pensando en que, con la calificación del mismo como “experiencia sexual”, María Berrozpe se estuviese refiriendo a un parto orgásmico ni mucho menos, como tampoco creo que mi percepción de experiencia sexual se reduzca al coito (definido como cópula sexual) ni la única sensación placentera experimentando sexualmente sea el orgasmo.
María aclara que el parto y la lactancia son característicos del sexo femenino. Si te referías al parto y lactancia como experiencia de nuestro sexo, femenina, genérica…etc. entonces sí, obviamente, cualquier mujer (tenga el tipo de parto que tenga) sabrá que el parto y la lactancia son una “amplísima y larguísima experiencia sexual”, entendiendo el sexual aquí como característico de nuestro sexo. Aún así, yo no me sentí especialmente mujer cuando di a luz y amamanté, ni más mujer que antes. La “magia” tenía que ver más con el fin de la espera, la responsabilidad, la ternura, las ganas de proteger, el miedo a no hacerlo bien, el amor infinito y demás que sentí por mi hijo. Pero por mí misma y mi condición de género en particular, seguro que no.
La RAE tiene una segunda definición para “sexualidad” que has omitido: “Apetito sexual, propensión al placer carnal.” El placer carnal, que yo sepa, no se limita al coito ni al orgasmo solamente.
Yo al coito, sinceramente, no le limito en ningún sentido: ni en el reproductivo ni en el placentero/lujurioso. Si tú tampoco lo haces, no entiendo el por qué del “sólo”, porque sí que lo limita. De hecho, ese “sólo” sólo cumple esta función. Y es claramente peyorativo. Que para ti tenga el mismo significado la frase con el “sólo” que sin él, vale, pero si tenemos en cuenta que las frases inmediatamente anteriores a la oración problemática en cuestión son: “Esta masculinización se ha dado a diferentes niveles. En primer lugar ha conquistado nuestra vida sexual. La mujer ya no se deja llevar por su verdadero instinto: ese que nos hace acoplarnos sólo con el varón que consideramos más óptimo para nuestros hijos. Nos hemos adaptado al instinto de ellos: cuando sea, con quien sea y como sea. Ya no podemos seguir nuestra naturaleza cíclica: nuestros ciclos naturales han sido destruidos por los anticonceptivos hormonales. Además, al igual que ocurre en los varones, el coito se ha convertido en inicio y final de nuestra vida sexual. Pero si volviéramos a nuestros orígenes veríamos que eso no fue así.” Me temo que si querías hablar del coito desde la perspectiva reproductiva femenina, después de esta introducción, el “sólo” no es indiferente y sí totalmente peyorativo.
“Sobre lo que yo considero una buena madre y lo contradictorio de mi posición al escribir que yo me considero mejor madre haciendo una cosa u otra pero no mejor madre que la que hace una cosa u otra. A ver si me puedo explicar más claramente. Yo puedo juzgar mi maternidad porque soy la que conoce mis circunstancias. En mis circunstancias yo tomo una serie de decisiones que como las baso en el conocimiento y en el amor que siento por mis hijos, puedo asumir que son acertadas. Pero yo no puedo juzgar las decisiones de otra mujer porque yo no conozco sus circunstancias, al menos no al mismo nivel que ella. Por eso los consejos son tan peligrosos: nadie conoce sus propias circunstancias mejor que uno mismo y los consejos que nos dan los demás sobre los más diversos temas cojearán siempre de ese pie. Esa es la razón de que a mí me guste dar información, no consejos”
Gracias por la aclaración. Ahora entiendo a lo que te refieres y estoy de acuerdo. Efectivamente, cuando tomamos una decisión sobre nuestra maternidad, es porque las demás no nos parecen tan buenas (o porque no nos queda otra, que también pasa). Lo explicó Mamácontracorriente en un post antiguo que me pareció muy sincero y coherente.
Lo que me ha parecido un poco excesivo es el ejemplo, sinceramente. No creo que haga falta tener el SIDA para ser mejor madre eligiendo dar biberón en vez de pecho, por muy engorroso que le resultase a Fulanita tener que andar esterilizando y preparando biberones porque anda liadísima. O sea, entiendo lo de las circunstancias, pero no creo que haya que tener una “excusa” para no dar el pecho y seguir siendo buena madre. El pecho es una forma más de dar amor y cariño, pero no es la única y, dependiendo del carácter de la madre (y no de alguna enfermedad terrible), puede que no sea la mejor. Para el niño la leche materna es lo mejor, no lo discuto, pero el biberón no es malo. Emocionalmente, cuál de los dos es mejor depende de la disposición de la madre ¿no? Me refiero a que si una mujer, por lo que sea, no se siente a gusto con el pecho o está más tranquila con el bibe por la razón que sea, lo que le transmite al niño es eso ¿no? Esos estudios que hablan de los beneficios emocionales del pecho ¿con qué tipo de madres se han hecho? ¿Con todas o sólo con las que estaban a gusto? (aquí te pregunto, porque no he leído ninguno). Me pregunto qué beneficios emocionales (aparte de los puramente alimenticios) puede recibir un niño de una mujer presionada para dar el pecho y que no se siente a gusto/cómoda con eso.
Sobre lo de los derechos… Claramente, cuando tienes un hijo asumes una responsabilidad y, además, obligaciones legales. La ley estipula perfectamente las obligaciones legales que contraen los individuos al procrear. También permite que lo des en adopción, por si no lo quieres. Pero hay un mínimo que tienes que cumplir (alimento, seguridad…). Y sí, el cumplimiento de estos derechos del niño es responsabilidad de sus padres que, además, han elegido libremente serlo y es responsabilidad del Estado que, ya que han decidido tenerlos, protejan sus derechos. Pero yo no estoy hablando de los derechos básicos del niño.
Yo estoy hablando de otra cosa, a ver si me explico bien con un ejemplo: Si decimos que un niño tiene derecho a ser amamantado (no a estar alimentado, sino a ser amamantado), para defender/justificar que la mujer tenga derecho a amamantar, lo que se está haciendo, al final, no es defender el derecho de la mujer a amamantar como derecho en sí, sino que lo estamos, tácitamente, convirtiendo en una obligación.
El derecho de una persona siempre conlleva la obligación de otra. Si tú basas el derecho en amamantar en el derecho a ser amamantado (primando este último, ya que se utiliza como la razón por la que tendríamos que tener ese derecho) entonces desaparece el derecho a amamantar para convertirse en una obligación (y, siendo el Estado el responsable último de vigilar que se cumplan los derechos de todos los individuos que forman parte de él, no podemos consentir, como mujeres, que consideren esto una obligación). Si, en cambio, se defiende el derecho a amamantar en sí mismo, sin basarlo en/hacerlo dependiente de otro derecho (el de ser amamantado), el contraer una obligación se le está exigiendo a la sociedad y/o al Estado, y no a la mujer. A esto es a lo que me refiero cuando digo que son cosas diferentes, sobre todo si lo que se está intentando es conseguir derechos para las mujeres y no que contraigan más obligaciones.
En Alemania estamos fatal. Lo expliqué en otro post hace tiempo ya. Se ha hecho un uso malísimo de nuestros derechos, precisamente porque se han convertido en obligaciones tácitas, de las que el Estado, con su política bien se encarga de que haya que cumplir.
Yo no digo que la situación en España esté bien, ni mucho menos. Me parece igual de lamentable que la de Alemania, pero al revés. Por eso no digo que repleguéis velas, sólo que, desde mi posición y conociendo la postura y mentalidad de este país, advierto de que hay caminos peligrosos y de que, el que estáis tomando, lo es. Si se trata de no repetir los errores alemanes, mucho cuidado en que los derechos por los que lucháis no se os conviertan en obligaciones, porque podéis acabar como aquí y no os lo recomiendo.
Si el verdadero objetivo es “que todas/os nos sintamos apoyadas/os a la hora de ejercer la maternidad/paternidad que hemos elegido. Que la madre que quiera dejar a su hijo en la guardería tenga su plaza subvencionada y de calidad, y la que no, que reciba la compensación económica acorde con el gasto que le está ahorrando al Estado.” así no se va a conseguir. Después de llevar aquí unos años, lo tengo clarísimo.
“Una cosa si que creo: Una madre tiene la OBLIGACIÓN de ser la madre que su hijo necesita (al igual que el padre tiene la obligación de ser el padre que su hijo necesita). Pero para ser esa madre tienes muchos caminos: puedes dejar de trabajar dos años y estar sólo con él si eso te hace feliz y así lo disfruta tu bebé, o puedes dejar de trabajar 6 meses para mandarlo después a una guardería mientras tu vuelves a tu trabajo, que te entusiasma y te llena de vida y te hace mejor persona y más feliz. Una persona feliz de la que tu hijo también se beneficiará, sin duda. Si quieres a tu hijo sabrás tomar las decisiones correctas para darle lo que necesita y compaginarlo lo mejor posible con tus propios deseos. Si no estabas dispuesta a cambiar tus prioridades y partes de tu vida por tu hijo entonces, repito, no lo tengas. Nadie te obliga a tenerlo.” En esto estamos de acuerdo: la felicidad de una mujer siendo la madre de su hijo no puede ser más que beneficiosa y para ello hay muchos caminos. Personalmente, menos en contados casos de negligencia, creo que a todas las madres se nos cambian las prioridades cuando tenemos hijos. A todas, ya trabaje o no, dé teta o no, duerma con el bebé o no.
Por eso, cuando no se hace más que hablar de necesidades objetivas del niño, creo que se está dejando de lado el verdadero objetivo, el de que cada madre se sienta apoyada para ejercer la maternidad que ha elegido, porque (repito) si el niño necesita objetivamente (porque lo dicen los expertos) la teta (da igual cómo se sienta la madre dándola), dormir con su madre, estar pegado a ella constantemente…etc. ¿qué apoyo se supone que reciben los que no quieren hacer esto? ¿Acaso por no dar el pecho tu hijo no es tu prioridad? ¿por trabajar? ¿por ponerle a dormir en una cuna? Porque si esto es lo que hay que hacer, es esto lo que hay que apoyar y que las que no piensen así que se busquen la vida y allá ellas con sus conciencias, ¿Qué queda? Pues precisamente el que nadie las obliga a tener hijos, así que si no quieren dar el pecho, quedarse en casa y dormir con el niño, ya saben (situación en Alemania, con la tasa de natalidad más baja de Europa).
A esto me refiero cuando digo que la madre está abandonada y, según el país y la ley que impere, está obligada a “abandonar” a su hijo (las que están en España y no les queda otra que trabajar para comer, porque los sueldos son de broma, y lo que quieren es estar en su casa), a encerrarse en casa (las que estamos en Alemania y no nos queda otra que, por querer hijos, no poder querer otra cosa, o que nos miren como no habiéndoles dado prioridad por querer trabajar) o a no tener hijos (lo que elijen el 27% de las alemanas).
“"Lo primero que quiero puntualizar, es que el método “tú sabrás/allá tú” utilizando al bebé como arma arrojadiza, me parece bastante ruin. No sé qué se pretende con esto, si no es que una madre se sienta culpabilizada (que no necesariamente culpable) y de una manera bastante rastrera: apelando a su amor por sus hijos. Y luego lavarse las manos, en plan “yo no he dicho que tú le abandones, pero él se siente así, tú sabrás por qué te afecta que te lo diga”, es poco honesto." Vuelvo a pedir disculpas por los calificativos que te han ofendido.
Sin embargo, aclaro que el “ruin” no iba dirigido a tu persona, sino al método “allá tú”, que me sigue pareciendo mal (con lo que no quiero decir que tú seas mala) y sigo pensando que se está utilizando al bebé para culpabilizar a la madre con esto. No niego que el punto de vista del bebé sea ese, sólo digo que no me parece bien usar esto. Por mucho que una madre piense que su bebé está estupendamente cuidado cuando se va a trabajar, se sigue preocupando por él, por si está bien, si la echará de menos, si le estarán doliendo los dientes, le habrá gustado la merienda, le habrán cambiado los pañales... Es normal. Cualquier madre cuida a sus hijos como mejor puede y, obviamente, considerará que nadie les cuida como ella. Si a esta madre preocupada le dices que el bebé se siente “abandonado” y además que “Todo un sistema de crianza basado en el respeto a la necesidad del bebé de estar prioritariamente con su madre se ha ido al traste debido a esta supuesta emancipación de la mujer. Así, las mujeres que no quieren desaparecer de la vida laboral se ven obligadas a abandonar a sus hijos a los cuatro meses de edad – si no antes – en manos ajenas. Y si la palabra “abandonar” os parece muy fuerte, preguntad al bebé como se siente. Preguntadle que tal le sienta cuando, ya en el parto, le arrancan (la mayoría de las veces de una manera traumática) del único mundo que conoce (el vientre de su madre), le manipulan lejos de ella y no puede ni oírla, ni olerla, ni sentirla, ni verla. Cuando lo devuelven está ya demasiado cansado como para hacer lo que estaba programado para hacer al poquito de nacer: buscar el pezón. Así que la lactancia empieza tarde y, probablemente, mal.
Pero los problemas no acaban ahí. Resulta que él se siente tan a gusto junto al cuerpo de su madre, pero ella parece interesada únicamente en dejarle en un capazo que para él es todo menos confortable ya que está programado para sentirse a gusto sólo en contacto con su madre. Y encima cuando tiene hambre no le dan de comer, sino que le hacen esperar 2 ó 3 horas, o las que el pediatra de turno haya considerado basándose en nada. Parece que sólo llorando ella le coge, así que llora. Hasta que alguna persona bien intencionada, preocupada de la excesiva “dependencia” que sufre esa mujer, le recomienda no coger al bebé ni aunque llore. Y ahí nuestro pequeño héroe se queda sin armas y no le queda otra que dejar de llorar y aguantar. Lo fundamental es sobrevivir. Y sigue sobreviviendo durante las larguísimas horas en las que se encuentra solito en un capazo en la guardería, donde el exceso de niños impide que las cuidadoras no puedan hacer mucho más que dar el biberón y cambiar pañales. Y ya ni llora cuando le dejan, de nuevo solito, en su cuna durante la larguísima noche en la que ya no le está permitido tener hambre (ni de leche, ni de mami). El método Estivill le acabó de convencer de que no vale la pena llorar porque nadie le hará caso. A callar, a comer lo que me den y cuando me lo den y a dormir lo que pueda para no sentirme tan mal. ¿Alguien cree que esta primera infancia no va a tener consecuencias en la vida adulta?” (sacado de tu primer artículo), basado esto en muchos estudios biológicos y neurológicos (lo que diga el pediatra, por lo visto, no importa, ya que resulta que ahora tienen un complot para acabar con la lactancia, basándose en nada, porque sus estudios universitarios y formación profesional se la han regalado), pues duda. Claro que duda. ¿cómo no va a dudar si lo dicen los expertos? Y al dudar pierde seguridad. Le mira y le vuelve a mirar, y piensa que si esa carita de felicidad dormido en su cunita no es más que alivio por haber salido de la horrible guardería o que duerma plácidamente no es más que un síntoma de que ha dejado de luchar y está irremediablemente traumatizado. ¿Cómo no se va a preguntar eso después de leer cosas así, si se pregunta constantemente si tendrá frío o calor, sed, hambre, si le gusta la comida o está bien alimentado?
Las habrá muy seguras, no digo que no, que leerán algo así y no les hará sentirse culpables. Pero puede que sí les haga sentirse culpabilizadas y, sinceramente, con toda la razón del mundo. Y no entenderán por qué alguien, otra madre, que querrá a sus hijos por encima de todo (igual que ella quiere a los suyos), tiene que reivindicar su derecho a quedarse en casa amamantando (que le parecerá estupendo que lo hagan otras, ella es más feliz haciéndolo de otra manera) diciendo que los bebés (todos, los de ella también) se sienten abandonados en la guardería y tendrán un trauma el resto de su vida. Y no le parecerá bien, o le parecerá ruin, o rastrero o poco honesto.
Tu experiencia de la otra noche. Dices que no te sentiste culpable, pero que sí te sentiste triste, que te dolió verle llorar, que te sentiste mal. Yo en esa situación me hubiese sentido un poco culpable, por muchas circunstancias atenuantes que existiesen. Puede ser que a lo que yo llamo sentirse culpable es a lo que tú llamas sentirse mal. Yo además digo (y tu experiencia de la otra noche lo confirma) que no hace falta hacer algo malo para sentirse culpable y que culpabilizar es precisamente convertir este sentimiento en duda o certeza de que se está haciendo algo malo. Supongo que con tu tristeza, lo que te hubiese faltado es que te llegasen expertos informándote del futuro trauma de tu hijo cuando creciese por haberle dejado en la cuna, ya que sus niveles de hormona tal y su transmisión neuronal cual estaban por las nubes.
Y para acabar, dices que eres la primera en reconocer y agradecer la labor de las feministas a lo largo de la historia, pero dices que ese feminismo está “pasado de moda”. No lo está, sintiéndolo en el alma. No han terminado todavía, porque la sociedad no está preparada, porque para muchos (demasiados), quedarse en casa a criar es lo que tiene que hacer una mujer y, sinceramente, se deben de estar frotando las manos porque no tienen que hacer nada para conseguirlo, ya que resulta que se están quedando solitas de buena gana y se han unido a ellos para criticar que una mujer se ponga a trabajar al poco de dar a luz, compartiendo su baja maternal con su marido (y probablemente sin dar el pecho, o no sólo el pecho)como criticaste a la Chacón en tu primero artículo. Se supone que la Chacón (que no me gusta, aclaro) puede hacer con su maternidad lo que le da la real gana (o eso es en teoría lo que estamos defendiendo las dos ¿no?), así que ¿por qué se critica que lo haga? ¿Por qué sólo se le podría aplaudir si se hubiese llevado al niño al congreso? ¿o se hubiese quedado en casa? Yo, sinceramente, por eso mismo la aplaudo, porque probablemente le haya callado la boca a muchos que ya estarían pensado que qué narices hace una mujer embarazada/madre reciente de Ministra de Defensa si ya decían ellos que lo mejor es que estuviese en casa.
Espero, de verdad, haber dejado claro qué es lo que critico y por qué lo hago y espero que entiendas el por qué muchas mujeres se pueden sentir insultadas/heridas/culpabilizadas con tu manera de reivindicar, porque al final, todas queremos lo mismo: poder elegir y disfrutar de nuestra maternidad, pero según cómo se pidan qué cosas, puede parecer (y resultar en que) al final nos estamos pisoteando las libertades las unas a las otras.