A mi correo del blog llegan mensajes, algunos esmerados en felicitaciones por “mi posición vertical” ante la dictadura; otros, interesados por mi salud, como este que respondo en el cual me hacen preguntas al no entender mi situación en prisión, pues reconoce que en algunos momentos hay contradicciones. Y es cierto, tanto es así, que me he creído necesario responder. Con la mayor brevedad posible, trataré de responder muchas preguntas en una sola respuesta: este post.
Todo aquel que en Cuba sea sancionado al máximo de cinco años es reconocido como un condenado de “mínima severidad”, al existir tres tipos de régimen penitenciario: “máxima”, “media” y “mínima severidad”. Como mi sanción fue de cinco años, según las actuales leyes para prisioneros condenados de “mínima severidad”, es obligatorio situarme en un campamento. Los prisioneros de carácter “priorizado” (es decir los más peligrosos, condenados por asesinato, tráfico de personas o de droga, delito económico, violación, pederastia, etc.) son enviados siempre a prisiones. Pero quienes, como yo, tenemos una condena de “mínima seguridad” y además es primario (condenado por primera vez) son trasladados a campamentos o asentamiento, que es lo mismo pero con la diferencia de que el segundo agrupa a menos reclusos. Por ejemplo, si en un campamento puede haber poco más de cien presos, en los asentamientos (como en el que estoy, en Lawton) sólo se agrupan alrededor de unos veinte reclusos.
Cuando me trasladaron, el 9 de abril de 2013, desde el campamento de La Lima a la Prisión 15-80, la verdad era que intentaban ocultarme de aquel grupo de periodistas internacionales, y para ello, injustamente, me cambiaron de régimen penitenciario: de mínima severidad a media severidad. Allí me retuvieron hasta el 2 de agosto, fecha en la que me trajeron a este lugar: un asentamiento.
Una vez que se está en campamento y se llega a los primeros tres meses de enclaustramiento, como indica el código penal, el recluso tiene derecho a un pase de 72 horas cada sesenta días. En el campamento de La Lima me trasladaron a los dos meses, un mes antes de lo que pudo ser el primer pase. Luego de llegar al asentamiento actual de Lawton, me dieron pase a principios de octubre. Pero en esa salida, siguiendo el dictado de mis principios, me reuní con los opositores Antonio Rodiles, José Daniel Ferrer, entre otros, y supongo que fue justo esa decisión la que les hizo suprimir las autorizaciones del pase, lo que es otra de sus flagrantes violaciones; pero son tantas y tan continuadas que no vale la pena quejarse, y hasta la fecha me han denegado el pase en cinco ocasiones.
Desde el año pasado, exactamente el 4 de julio de 2013, se presentó la petición de Revisión de mi caso en el Ministerio de Justicia. Allí archivaron dicha petición por seis meses; luego comunicaron que lo hicieron por faltar un papel que la abogada no entregó. Se volvió de nuevo a presentar la Revisión y, después de unos meses, respondieron que el tribunal no encontraba similitud entre el número de la causa 444/12 y mi nombre. Mi abogada volvió a reunirse con los funcionarios correspondientes y les enseñó los papeles que corroboran que no existía equivocación, y así lo reconocieron. Todas las ocasiones que llamé a ese Departamento, me aseguraron que se hacían las gestiones pertinentes, y en las voces que me atendieron no encontré sospecha de presión por parte de la Seguridad del Estado. Pero una vez que me dijeron, casi un año después, que ya se encontraba el expediente en sus oficinas, finalmente ya la voz era entrecortada y de pocos amigos, y la experiencia que ya he logrado (a la fuerza) reconociendo cuándo alguien siente miedo o es presionado, me hizo intuir que ese tono marcaría el proceder posterior con mi caso. Conociendo sus métodos, me atrevo a asegurar que ya la policía política se personó en este Departamento y expuso las reglas del juego. No es nada nuevo: siempre han sido ellos, la omnipresente y omnipotente Seguridad del Estado; primero, fueron ellos los que decidieron comenzar las acusaciones en mi contra; luego, imponerme una fianza; después, sancionarme a través de un tribunal manipulado y, finalmente, enviarme a prisión como castigo por pensar diferente. Ahora se ocupan de retenerme.
De esa Revisión no espero justicia. Ellos, jueces, fiscales y demás funcionarios que se ocupan de imponer la ley, no se autogobiernan, como ninguna otra institución del país se autogobierna; no por gusto vivimos en un régimen totalitario. Solo he aceptado hacer todas estas gestiones utilizando los canales oficiales existentes para demostrar con toda claridad que vivo en un sistema inhumano y prepotente, que se ríe de las normas legales y judiciales establecidas internacionalmente para defender verdaderamente la integridad de los ciudadanos.
Ojalá que esas personas que se interesan por mí, sientan respondidas sus interrogantes; no obstante, tiempo me sobra para insistir, siempre que las intenciones de preocupación sean honestas. Muchas gracias.
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión asentamiento de Lawton. Junio de 2014
—————————————————————————————————————-